Mucho más que esto

Capítulo 1

Mi hermano mayor Eddie había estado un poco renuente a la idea de alejarme de la familia y crecer, irme sola en autobús era un gran paso hacia la madurez para mí, aunque nadie lo creyera así. Me sentí una adulta dentro de todos los parámetros cuando logré detener el autobús en la parada. Me subí rápidamente y tomé haciendo en uno de los puestos del centro.

Por supuesto que a diferencia de Eddie estaba mi papá, él sí quería que yo creciera y perdiera el miedo a lo desconocido, «que tomara las responsabilidades con ánimos de vencer». De mi parte, no tenía problema con ninguna de las dos formas de pensar con respecto a mi persona, era normal que algo como eso pasara para cuando ese momento comenzó a acercarse.

«El tiempo vuela tan rápido como las oportunidades»; frase de la autoría de mi padre, me la solía mencionar bastante, aunque nunca explicaba su significado. Sin embargo yo sabía que algo tenía que ver con la responsabilidad. Y es lo que yo quería demostrarle a mi padre, que podía hacerlo por mí misma de ahora en adelante.

Luego de unos minutos bajé del autobús, mientras lo hacía miré sorprendida y llena de curiosa hacia el gran edificio de la universidad. Mis hermanos sentían dudas sobre mi nueva vida universitaria, siempre fui muy sobreprotegida, no era un hecho que yo publicaba pero lo cierto era que tampoco me disgustaba. Había mucha expectativa para mi primer año.

La fachada del edificio estudiantil era muy decente, se veía limpio y había un espacio verde a un lado de la zona para estacionar los autos. Una gran emoción mezclada con miedo me congeló cuando intenté pasar por el portón. Me detuve y apreté el ala izquierda de mi bolso con ambas manos. Porque, ¿cuántas probabilidades habría de ser abucheada el primer día de clases?

Quizá estaba siendo muy paranoica, pero el último verano estuve escuchando muy malas reseñas sobre la vida de un estudiante universitario.

—Hey—perdida en mi mente, me dejé sorprender por una voz, era la de un chico.

Volví lentamente mi cabeza sobre mi hombro, y entonces ahí estaba, observándome de forma divertida y curiosa.

—Sí—contesté todavía congelada.

El chico curvó sus labios y terminó por sonreírme burlescamente.

—Estás en medio de la entrada, los demás tendrán que empujarte si no te haces a un lado—me explicó pausadamente, como si hablara con una persona estúpida.

Se trataba de un chico moreno, con cabello rizado y ropa de marca. A juzgar por su expresión, pensó que sufría de alguna enfermedad mental. Yo llevaba puesto un maxivestido al estilo hippie de estampado floral y unas botas marrones, quizá ese no era el estilo más adecuado para la universidad, pero intenté ser normal la noche anterior antes de sucumbir nuevamente ante la comodidad. Probablemente siempre iba a preferir vestirme así.

Intenté sonreírle.

—Perdona, es que...

Volvió a reírse burlescamente.

—Eso no importa—me interrumpió, y se encogió de hombros—, sólo te estoy alertando.

Entonces me hizo unas señas con la cabeza; rápidamente me hice a un lado para que él pasara.

Luego de que el chico se perdiera dentro del edificio golpeé mi frente con mi mano. «¡Tonta, tonta, tonta cabeza de tomate! ». Entré al mismo tiempo en que fui la atracción principal de un grupo de miradas burlonas que no se apartaron de mí sino hasta que entré al edificio.

Genial.

Sopesaba el resto de mi día cuando comencé a buscar en mi bolso el horario y el número del aula que me tocaba de clases. Me detuve junto a un filtro de agua que estaba en el centro del pasillo principal, y mientras leía con detenimiento memoricé rápido el número del aula.

Entonces me apresuré para llegar ya que mi tiempo era limitado. Y sin demasiados contratiempos encontré el pasillo tres, aula ocho.

Matemáticas, aula 8.3

Leí el letrero sobre el marco de la puerta, la hice a un lado y entré. Contuve un poco el aire cuando fui lo primero que varios ojos desinteresados observaron por unos segundos, pero sin encontrar nada interesante sobre mí, desviaron sus miradas y continuaron con lo suyo. Boté con lentitud y en silencio el aire sostenido mientras terminaba de entrar, agradeciendo por primera vez en la vida ser una chica de aspecto sencillo.

Mi cabello rizado era un punto a favor que no lograba encajar porque estaba corto hasta los hombros. Mi hermana menor había hecho de las suyas la noche en que terminé mi curso de matemáticas, lo cortó durante la noche.

Sí, duermo como osa en hibernación.

Caminé en silencio y sin mirar directamente a nadie hasta llegar a una de las primeras mesas desocupadas de adelante. Entonces me sentí en libertad de curiosear un poco. La mayoría de mis compañeros se sentaban en la parte atrás.

Volví sigilosamente mi cabeza para echarles una mirada.

Cinco chicos se encontraban sentados en fila vertical, ocupaban todos los últimos puestos de cada una de las cinco filas. Vestían con gorras de lado, sudaderas de colores variados, pantalones ajustados y cadenas de plata. Sus zapatos, todos de la misma marca y color, hacían un molesto chillido cuando raspaban el suelo de cerámica. Me volví en mi silla hacia adelante.




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