Mucho más que esto

Capítulo 3

Jizie quería volver a casa conmigo, pero tuve que posponer la primera vuelta a casa juntas porque debía ir a mi grupo de obra comunitaria. Pero entonces ella se ofreció a ir conmigo. Luego de avisarles a sus padres en donde estaríamos por teléfono, nos fuimos.

—¿Enserio no tienes novio? —me preguntó sorprendida, mientras caminábamos hacia el centro de la ciudad.

Asentí de forma natural, el hecho no me afectaba demasiado.

—¿¡Es enserio!? —replicó—. Pero sí has besado antes, ¿verdad?

Esta vez negué con la cabeza.

—No—admití, encogiéndome de hombros.

—¡Vaya! —murmuró sorprendida.

El centro de ayuda social era un edificio en viejo estado que según la organización, el gobierno ya no mantenía como antes, y tampoco había mucha disposición para ayudar, tampoco médicos suficientes para cuidar a los pacientes que iban ahí porque no tenían dinero para los hospitales privados.

Cuando entramos Jizie suspiró con tristeza.

—¿No te gustan los lugares así?—inquirí.

—No es eso—negó con la cabeza, observando al grupo de personas que comía en tazas de plástico la sopa que estaban repartiendo—. Jamás había venido a un lugar como este, no sabía que había tanta necesidad.

—Yo tampoco, hasta que comencé a ayudar aquí. No te sientas culpable.

—Quiero venir otra vez contigo—se ofreció.

—Eso sería de ayuda, gracias.

Sonreí hacia ella.

—¡Dime un día que no llegues tarde, tonta! —reconocí esa voz claramente, a pesar de no haberla escuchado durante casi un mes por las vacaciones de verano.

Me volví hacia él, sonriéndole verdaderamente como una tonta. Abrí mis brazos cuando Julián vino a abrazarme.

—Recuerda que también estudio—repliqué en sus brazos.

Él bufó

—No me importa, yo trabajo—me hizo cosquillas, y mis mejillas hormiguearon.

Jizie carraspeó. Ambos nos volvimos hacia ella. Julián le sonrió y me soltó; se rascó el cuello incómodo.

—Jiz, él es Julián, un amigo—se lo presenté.

Jizie sonrió, asintiendo.

—¿Solo amigos? ¡Somos súper amigos! ¡Qué digo súper amigos, somos los mejores amigos!—exclamó Julián, buscando formas de hacerme más cosquillas.

La palabra amigos, en su boca había comenzado a incomodarme un poco.

—Ya déjame, tonto—espeté, tratando de soltarme de su agarre, mientras me reía.

—Tortolitos, el trabajo comenzó hace media hora—avisó Miguel, el director de la obra comunitaria.

—Parece que no respetas Miguel—bromeó Julián, me abrazó por los hombros—, Sam y yo somos los mejores...

—Sí, sí. ¡Los mejores amigos! —bufó Miguel, haciendo una mueca graciosa con su cara—. Amigo el ratón del queso, y ya saben lo que ocurrió.

Jizie terminó siendo una gran ayuda para el centro, hacía todo lo que le pedían. Los chicos estaban muy intrigados con ella y su personalidad distraída de repente, no le quitaron un ojo de encima y no perdían tiempo tampoco para coquetearle.

Hoy habíamos estado muy sobrecargados, la cantidad de personas que antes ayudaba no es la misma. Hubo un día en que Miguel nos habló en privado a Julián y a mí; tendría que cerrar la organización si no venía más gente de apoyo.

Cuando por fin soltaron a Jizie para el descanso de la cena que solíamos tener luego de cada trabajo, ella se me acercó de salto en salto con una expresión muy animada, y se sentó a mi lado.

Rápidamente la olvidé cuando noté que Julián estaba al otro lado hablando con Miguel y un par de chicos más. 

Mejores amigos. 

Me deprimía pensar en que siempre sería así, sólo amigos.

Al principio no entendía qué era lo que me atraía tanto de Julián. Pensé que tal vez era su forma de tratarme, algo de los dos, algo de nosotros. Nuestras bromas privadas y sentimientos encontrados cuando de repente discutíamos y nos reconciliábamos, insistía en que ahí debía de haber algo más que una simple amistad.

Pero si esta no fuera sólo una amistad normal, las cosas irían en el mismo sentido, pero él y yo corríamos en direcciones diferentes. Reconocía que Julián no era el tipo de chico romántico con el que cualquier chica soñaría estar, él no era muy dado a tener novias.

De repente, Julián notó que lo estaba mirando, hice una mueca incomoda en un intento por sonreír. Me devolvió la sonrisa. Julián era de estatura promedio, aunque irremediablemente más alto que yo, y de ojos verdes, con cabello castaño, muy corto.

Suspiré audiblemente sin poder detenerlo cuando miré mis pies.

—Te gusta Julián—atajó Jizie, que todavía estaba a mi lado.

No me había acordado de ella. Me reí nerviosamente.

—No. Claro que no—detuve mis excusas cuando Jizie enarcó una ceja de forma obvia, y como si todo estuviera claro para ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.