Mucho más que esto

Capítulo 5

El jueves tuvimos la tarde libre por un profesor que no fue. La cuestión era que gracias a lo que me había ocurrido la semana anterior, no estuve de ánimos para salir, así que decidí ir con las chicas de compras esa tarde.

Morgan tenía un jeep, y sorprendentemente, sin poner replica lo dejó a merced de Phoebe. Morgan no era el típico chico aferrado a sus cosas y que no las compartía con su novia. Era usual ver a Phoebe con el teléfono de Morgan, guardando sus golosinas, era muy cómico verlos juntos; quizá se debiera a que eran amigos desde siempre. A veces envidiaba la relación de Morgan y Phoebe.

Durante el camino al centro comercial Phoebe me ordenó contarle todo lo que había corrido últimamente. Se sentía excluida. Fue impresionante la rapidez con la que Phoebe también creyó que Julián sabía lo que yo sentía pero fingía no saberlo.

—Es un…—masculló Phoebe, por décima vez no terminaba la frase desde que llegamos a la tienda de lencería. Jizie se echó a reír—. ¿Qué? Sabes que es así.

—Phoebe, Sam todavía cree que Julián es hijo de Teresa de Calcuta—bromeó Jizie.

—Creo que deberías buscarte una forma de encontrar a otro chico, cariño—me sugirió Phoebe, mientras levantaba frente a ella un conjunto de lencería de conejita—. El mundo es como un gran mar, los hombres se creen los pescadores, pero en realidad son como sardinas. De diez sardinas sólo una está buena, lo molesto es que luego a nosotras nos toca buscar para encontrar esa única buena.

Jizie y yo nos reímos hasta botar lágrimas.

—No sé si sea correcto comparar a Julián con una sardina—murmuré entre risas—, o al resto de los hombres.

—Hazme caso, sar-di-nas, ten cuidado con ellas—Phoebe me guiñó un ojo.

Volví a reírme; tomé un par de brasieres de encaje y los comparé.

—A veces no sé qué es más difícil—murmuró Jizie—. Si terminar con el chico, o desaparecer mis sentimientos por él.

—Esa es una frase interesante—opinó Phoebe—. Pero es ley de vida superar a un chico con el que ya no sintonizas.

Suspiré cabizbaja. Que fácil sería si pudiéramos hacerlo como la radio, sintonizar con otra emisora.

—Phoebe tiene razón, Sam—mencionó Jizie. Entonces miró el par de brasieres en mis manos. Enarcó una ceja juguetona y ronroneó—. Oye, ¿para quién es?

Nos echamos a reír.

—Será una noche sexy con mi almohada y mi cama—contesté.

—Hablando de eso, alguna vez han...tú sabes...—murmuró Phoebe, con la mirada esquiva.

Cuando vi la impresión negativa en el rostro de Jizie comprendí lo que decía Phoebe.

—No, y dudo que suceda pronto—dije seriamente.

—Eso no es de otro mundo—Phoebe suspiró con acritud.

—Fui criada un poco diferente—dijo Jizie—. Si vivieras en mi casa, entenderías por qué el sexo para mí, es un acto bien complejo.

Nos reímos de Jizie. A diferencia de ella, quien había crecido con sus dos padres, el mío nunca tuvo la necesidad de darme esas charlas incomodas. Yo siempre quise hacerle la vida más sencilla a mi padre porque mi madre ya no estaba. Y comprendía lo importante del acto.

Cuando pagamos, fuimos por unos zapatos nuevos, yo era adicta a ellos. Entramos a una zapatería que Phoebe y sorprendentemente Jizie solían frecuentar bastante. Elegí unos deportivos morados, Jizie unas sandalias rosadas y Phoebe unas converse amarillas. Luego nos fuimos a por unos helados, entonces nos sentamos a esperar por ellos a la chica de los pedidos.

De repente Phoebe se volvió hacia Jizie y a mí con una cara confundida.

—Eso quiere decir que, de verdad no lo han hecho—inquirió ella, estrechando sus ojos con suspicacia—. ¿Ninguna de las dos?

—Que no—contestó Jizie con una mueca de fastidio.

Yo me reí de forma incomoda.

—Bueno, no es que yo cuente con mucha experiencia—dijo Phoebe, sonriendo con astucia—. Pero les recomiendo que elijan bien con quién lo harán primero.

Saqué la lengua en una mueca despectiva.

—Espera, ¿volvimos al tema de las sardinas? —me reí.

—Chicas, se los digo enserio—reclamó Phoebe.

—No es como si se tratara de elegir a cualquier chico para experimentar—le increpó Jizie—. El matrimonio de mis padres no es perfecto, pero ahora mismo son felices, y eso es porque mi padre esperó a una sola mujer, y esa fue mi mamá.

—Tus padres son de esa extraña especie de humanos que corren con suerte—replicó Phoebe.

—Tú y Morgan…—inquirí.

—Hmm, sí, antes de él, con un chico que no fue para nada una buena elección—admitió arrepentida.

—Yo no me quiero apresurar—Jizie suspiró pesadamente, como si estuviera intentando convencerse de eso—. Pero coincido con Phoebe en algo; el chico que te gusta ahora, no es el único a tu alrededor.

Y no supe por qué, ni siquiera quise preguntarme por qué de pronto la mirada de Jazon Lawrence apareció en mi mente.




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