Muerte Platina

Capítulo 1. Un trato con la parca.

No podía escuchar nada, mi vista estaba borrosa, mis párpados pesados como si no hubiese dormido durante días, trate de levantarme  y sorpresivamente no me dolía nada, me senté brevemente aturdida mientras los recuerdos llegaban a mi uno a la vez, me senté de golpe y mire hacia atrás lentamente a la  vez que todos mis sentidos regresaban, yo estaba fuera del auto a tan solo 1 metro de él, me levante y corrí hacia el auto, la primera persona a la que vi fue a mi mejor amiga Lily, el auto estaba al revés por lo que solo podía ver su cara cubierta por su cabellos rubios que ahora estaban manchados por abundante sangre, más allá de ella podía ver el brazo de Adam que estaba en una posición que no debería estar, quería llorar, realmente quería, pero no podía, mire hacia arriba por donde habíamos caído, nada, no podía escuchar ambulancias o rescatistas, ¿Nos iban a abandonar?, era obvio que un auto había caído al vacío, ¿Cuánto tiempo había pasado? 

Debía revisar la condición de mis amigos, si yo estaba de pie todo era posible, me agache y gatee hasta donde estaba Lily, no sabía qué hacer, claramente al mirar el auto me di cuenta que la parte delantera del auto era la que había recibido todo el impacto, estaba hecha pedazos, zafé el cinturón de seguridad y Lily cayó sobre mí, la arrastre con cuidado de no clavarnos los vidrios fuera del auto y empecé a revisar si respiraba, no lo hacía, pulso, inexistente, su calor también se había ido, ¡No! Traté de hacer RCP pero fue inútil, corrí a revisar a Adam sin sacarlo del auto, ningún signo vital, estaba desesperada y corrí hacia Gabriel, él respiraba, débilmente pero lo hacía, podía salvarlo. No sabía cómo lo sacaría pero confiando en mis instintos, hice lo mismo, me arrastre por la ventana destrozada, debía soltar el cinturón de seguridad, extrañamente había sido la única que no tenía cinturón y estaba fuera del auto, pero le reste importancia y solté el cinturón de Gabriel, cayó sobre mí, pero cuando levanté la cabeza para ver más allá de él, quede en shock, justo al lado de él, estaba yo, el cinturón se había roto de alguna forma, estaba caída en medio de un charco de sangre y un pedazo de vidrio clavado en mi pecho, levanté una mano de mis manos y claramente no tenía ninguna herida, solo significaba una cosa, estaba muerta. 

Aun si esa era la verdad, no podía entenderla y no era el momento de hacerlo, si iba a estar muerta al menos debía salvar al único de nosotros que aún respiraba, salí de mi estado y saque a Gabriel del auto, tenía múltiples heridas y sangre en la boca, por lo que me preocupe, trate de hundir uno de mis dedos en su estómago, pero no se podía, era como tratar con una roca, más sangre salió de su boca, no era médica, así que no sabía si lo que estaba pensando era cierto pero, él parecía tener sangrado interno, ¿Por qué los malditos rescatistas no han venido? 

-No puedes salvarlo, su muerte ya fue decidida- Me asuste al escuchar la voz de alguien más y por instinto voltee a mirar, encontrándome con un hombre que debía tener entre 27 o 28 años vestido con un traje elegante negro, corbata negra, camisa negra, cabello negro, ojos negros, y piel pálida.

-¿Quién eres?- Algo en él no era normal, el hombre frente a mí suspiro y mostró una sonrisa un poco siniestra, luego dio un giro de bailarín y terminó con manos de jazz hincado sobre una rodilla, solo lo mire perpleja. 

-¿Que? ¿No es obvio?- Estaba aturdida, así que solo sacudí la cabeza ante su pregunta, por lo que él me gruño y sacó tres sobres, mire cuidadosamente los sobres blancos y vi que tenían escritos los nombres de mis amigos y un número correspondiente a lo que a mi parecer era la edad de cada uno.

-¿Quieres que también saque una hoz o me vista con una bata negra de capucha? sabes nosotros también nos modernizamos.- Esa persona vestida completamente de negro me miro como si esperara algo.

-Eres la muerte- Conteste mientras hablaba angustiada y cubría a Gabriel, en cambio el aplaudió contento, que rayos ni siquiera puedo morir como las personas normales.

- Muerte o parca como lo decidas, ni pienses en confundirme con los molestos ángeles de la muerte - se encogió de hombros- Creí que pasaría horas en esto, como sea tu amigo solo le quedan tres minutos de vida o menos- Mire a Gabriel, su respiración era cada vez menos perceptible.

-¡Sálvalo! ¡Por favor! te lo suplico, haré lo que desees- me puse de rodillas y junte las manos.

La parca se inclinó como si hablara con un niño, puso una de sus manos en mi rostro y luego sostuvo mi barbilla suavemente, sus ojos oscuros me miraban con una mezcla de lástima, compasión y tristeza, eso solo duró un segundo antes de volver a mirarme con diversión.

-El morirá y ni tu ni yo podemos cambiarlo- Me soltó bruscamente mientras volvía a sonreír y luego habló alegremente - Tampoco es mi decisión, solo hago lo que se me asigna, uno de mis únicos poderes es transportar las almas que necesitan asignación especial y en ocasiones las que no encontraron el camino, no querrás perder un alma de asignación especial, los ángeles de la muerte se pondrán furiosos y los ángeles guardianes me darían una paliza. 

-Debe haber algo que pueda hacer, por favor.

-No pequeña, no lo hay, lo que me recuerda ¿en dónde están las otras almas?, no puedo seguir congelando el tiempo  más allá de 1 hora humana.

-¿Congelar el tiempo?

-Si obvio- Me miró como si fuera estúpida- Por qué crees que no hay nadie ahora y no está lloviendo, el accidente sucedió hace 30 minutos mundanos, los rescatistas estaban a punto de bajar  junto a un helicóptero de emergencias, no hay de otra de sacarlos de aquí, pero congele el tiempo para llevarme mis almas. 

- Esto es una pesadilla, debo despertar, nada de esto está pasando- Si esto es una locura, todo es un mal sueño, pronto saldrá un jirafa con alas y corbata de puntos y me despertaré.

-oh, ya se murió- Cuando la parca hablo voltee a ver y vi que Gabriel no respiraba, ¡No! me puse a golpear su pecho en la desesperación, pero no podía llorar, maldita sea.




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