Muerte Platina

Capítulo 20. La ciudad en ruinas.

Camine no se por cuánto tiempo, teniendo cuidado de no ser vista , ni de alejarme de la conexión con Gabriel, la cual apenas si había recuperado, la última vez había  estado en tierra de hadas y en una cueva, esta vez había saltado de un puente y estaba en un desierto con una ciudad en ruinas, cada lugar era peor que el anterior, comparado con esto la cueva era una casita de té de los demonios, era una suerte que no sintiera sed por el calor o cansancio por caminar.

Me pregunté si las parcas estarian bien en estas condiciones, ellos eran más sensibles, si podían casarse o tener sed, se que son parcas experimentadas, pero sus necesidades humanas, me hacían sentir un poco mal por ellos, sentir hambre o sed extrema sin perder la conciencia o morir, yo tambien me volvería loca, enserio eran seres extraños, pero no eran tan malos como los demás lo pintan, hasta ahora he recibido mucha ayuda de ellos, aunque ciertamente el tema de su locura era algo por lo que preocuparse, también había visto en ellos destellos de racionalidad, tal vez los demás ignoraban eso, pero yo no lo hacía.

Este desierto de sal, mirándolo desde otra perspectiva parecía que jamás iba a terminar, rodeé la ciudad, pero aparte de eso, solo había desierto. Al final me detuve cuando vi un gran muro a lo lejos, esto realmente era como una película de esas post apocalípticas, con un muro de ladrillo con púas en la cima y toda la cosa, incluso sentía que si me acercaba demasiado me podrían disparar, o derramar aceite caliente sobre mi, escalofriante, más allá del muro se podían ver una montaña de restos acumulados de lo que parecía haber sido un edificio muy alto, era como si alguien los hubiera demolido y luego hubiera acumulado los restos a un lado de donde estaba originalmente el edificio.

Mire a mi alrededor hasta que vi unas tejas viejas y oxidadas, me escabullí debajo de ellas mientras pensaba cómo subir el muro, tal vez si habia un muro era por que era un lugar con menos vigilancia, no quería volver donde estaban las almas oscuras de pie como estatuas, esa imagen no se borraría de mi mente en un tiempo, me volví a preguntar dónde estaban mis compañeros y rogaba por que ninguno hiciera otro escándalo que llamara la atención como el que hice yo con el demonio después de llegar, además de eso aun seguia sintiendome mal, tal vez era la tierra maldita en la que estábamos que me hacía sentir de esta manera.

Creo que entre todo lo que traía en mi mochila podía conseguir una soga, la ataría a una flecha, esas cosas eran bastantes fuertes, por lo que actuaría como mi gancho que me sostendría para llegar arriba, no creo que teletransportarse en esta tierra funcionara, eso no funciono la ultima vez y no creía que funcionara ahora, menos después de haber escuchado decir al demonio que en su tierra tenían reglas que los beneficiaban a ellos, esto en lugar de ser una ratonera, era más como un nido de ratas, mientras buscaba mi cuerda en la mochila, me quede quieta como una piedra al escuchar pasos cerca de mí, había revisado mis alrededores antes y no veía a nadie, pero tal vez alguien me había visto, volví a meter la soga en la mochila y acomode bien la misma en mi espalda, tome lentamente la espada que estaba recostada sobre mi regazo, lista para atacar y di un vistazo afuera por los pequeños huecos de la teja, por donde se filtraba la luz del sol.

Lo primero que vi fueron unos zapatos negros, luego un pantalon negro y un sueter negro, suspire de alivio al ver un rostro familiar y unos ojos negros como abismos muy conocidos, Victor estaba a la defensiva, tenia su espada negra en la mano, alerta a cualquiera, decici hablarle antes de salir, ya habia aprendido que el tenia buenos reflejos. Cuando abrí la boca para llamarlo, la teja se levantó de un solo golpe y fue lanzada lejos, después de eso sentí el aire de una espada dirigiéndose hacia mí, por suerte mis reflejos que también estaban alerta reaccionaron y bloquearon el ataque de Victor.

-¿Rose?, Mujer me diste un susto de muerte.

-Creo que la que recibió un susto de muerte fui yo, quita la espada.

Una vez retirada la espada, me levanté del suelo y volví a revisar los alrededores, no había nada, había encontrado uno de los míos, ahora nos faltaba Dereck. Victor al igual que yo estaba cubierto de sangre y arena, era una imagen escalofriante, al menos yo me había lavado las manos y la cara, pero en cuanto a Victor no había un solo lugar que no estuviera embarrado en sangre y arena salada.

-Supongo que no has visto a Dereck.

Victor negó con la cabeza, ese par cuando estaba juntos, no se separaban sin saber en donde estaba el otro, a mis ojos eran algo como super amigos, además ambos parecía apreciarse el uno al otro bastante, se conocían bien por lo que puede que Victor sepa en donde estaba Dereck o más bien a dónde se dirigiría si fuera él, conocía ese sentimiento de conexión entre amigos, por lo que ahora mis preocupaciones sobre estas parcas se había reducido un poco.

-Tal vez él ya está dentro de la ciudad.

Él realmente sabía cómo pensaba Dereck, sus palabras lo acababan de demostrar, negué con mi cabeza, tenía curiosidad sobre algo desde que vi que se llevaban bien.

-¿Cómo conociste a Dereck? Por cierto ayudame a vigilar los alrededores.

Victor se alejo un poco de mi, y empezó a vigilar como un perro guardián los alrededores, por mi parte pase mi mochila hacia adelante, saque agua potable y se la di a Victor, quien se tomo la mitad de un solo trago y utilizo la otra para quitarse la suciedad de la cara, luego saque la soga y mientras la ataba la flecha espere que Victor me contestara.

-Lo conocí pocos años después de convertirme en parca, durante el pico de enfermedad de la peste bubónica, el ingreso a este mundo antes que yo, para entonces ninguno de nosotros habíamos enloquecido. 

Detuve mis manos un segundo de lo que estaba haciendo, lo que había escuchado me dio escalofríos.




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