Mujer de nadie

Capítulo 2- Olivia Mendoza

Catalina miró a su hijo seriamente, el rubio se observaba nervioso, Sebastián esperaba que su madre tuviera algo que decir. Esa mujer había llegado con tanta urgencia interrumpiendo en el hospital, ni siquiera había cruzado palabras con ella, la escuchó cuando persiguió a una enfermera preguntando por su tío, por curiosidad la siguió hasta el área de enfermeras donde claramente la había escuchado decir que era la esposa de su tío Rafael, pero eso le pareció imposible.

Rafael era un hombre soltero, hace un año había terminado su relación más larga, todos aseguraban que terminarían casados, pero los planes cambiaron totalmente, jamás dijo por qué había terminado esa relación, Catalina tampoco entendía que había pasado, pero conociendo como era su hermano de quisquilloso con quienes se metían en su vida, prefirió hacer como si nunca hubiera pasado. Rafael cambió la ciudad totalmente por el campo de un día para otro, pasaba la mayor parte del tiempo en la finca o viajando en carretera, Malena renegaba de su forma de ser tan parecida a su padre, pero Rafael era un hueso duro de roer, tenía ya treinta y seis años, joven empresario, guapo, inteligente, varonil, con una sonrisa divina y unos ojos profundos que eran una invitación a soñar, sin duda Rafael Ugarte era ese cuento perfecto de cualquier mujer, no había detalle que quien quisiera estar a su lado pasaba por alto, pero Rafael era un hombre calmado, algo callado con sus planes, algunos pensaban que era retraído, pero estaban equivocados, simplemente sabia con quien mostrarse realmente. No iba por la vida tratando de impresionar a nadie, eso se los dejaba a los demás, había sido criado por sus abuelos en la finca, así que siempre decía que en su interior llevaba un hombre viejo.

—No estoy para bromas Sebastián — dijo Catalina después de un silencio insondable.

—Mamá, te lo juro, no estoy jugando, yo la escuché clarito decir que era la esposa de Rafael Ugarte.

—¿Dónde está esa mujer? — se encaminó hacia el interior.

—En donde están las enfermeras, la recepción…

Catalina caminó con paso rápido y pesado, el taconeo sonaba con fuerza, miraba de un lado a otro hasta dar con el lugar que Sebastián había dicho, se detuvo en seco cuando pudo ver a una mujer llorando…

—Mire, ahí está la hermana del paciente, la señora Catalina — señaló una enfermera, la mujer giró su vista.

—Oh dios, no era la forma que esperaba presentarme —dijo limpiando su rostro, ante una mirada atónita de Cata — Soy… soy Olivia Mendoza esposa de Rafael, tu hermano — la mujer dio tres pasos hacia ella cojeando. 

—¿Qué has dicho? — pronuncio Cata mirándola de pies a cabeza.

Era impensable que aquella mujer fuera esposa de su hermano, ni siquiera sabía por qué se planteaba esa posibilidad, con solo verla era más que suficiente para confirmar que era una frenética en potencia, tal vez eran los tenis sucios, o el overol que vestida todo roto y desalineado combinado con una playera rosa manchada de algo que no puede reconocer y además no desea tampoco saberlo, notó también un aparato ostentoso en su pierna derecha, Catalina tomaba aire con fuerza al ver la facha  con la que se paraba frente a ella presentándose, sin duda era una descarada, no sabe si son sus nervios la que la hacen escuchar semejante mentira que brota sin dificultad de su boca, pero era el nombre de su hermano el que pronunciaba con una extraña ilusión en su mirada.

Podía oler su perfume de coco y vainilla, un olor que le pareció horrendo y de poco gusto, la miró de nuevo de pies a cabeza sin pasar por alto su cabello todo estropeado en un chongo mal hecho, pero no, sin duda lo que le aseguraba que eso era una falsedad era el cuerpo tan cuadrado y nada fino de aquella mujer, sin pasar por alto su diminuta estatura. Era entonces todo ese acúmulo de detalles que su hermano jamás dejaría pasar, lo que le aseguraba que él nunca se casaría con alguien así, ni mucho menos en secreto.

 Rafael era un hombre simpático y amable, pero sabía lo que quería en una mujer, a esas alturas después de andar con una modelo de la empresa de Catalina no había forma que se fijara en ¨eso¨ como lo llamaba Cata en su cabeza con mucha seguridad.

Ni siquiera entendía por qué estaba perdiendo el tiempo, era una mujer loca que había aprovechado el momento para venir y dar un espectáculo, Sebastián esperaba en silencio a un lado de su madre, mordía uno de sus dedos con desesperación, no estaba preocupado por su madre, de solo pensar en su abuela Malena compadecía a aquella mujer. Sabía que su madre estaba tratando de no armar un escándalo, las formas siempre han sido muy importantes para ella, principalmente el que dirán, la tomó del brazo para llamar su atención, pero todo se fue al carajo cuando aquella mujer volvió a hablar.

—Necesito ver a Rafael, necesito saber que él está bien. Lo vi en las noticias… — Olivia se sintió estudiada por aquella mujer, la mirada que mostraba era de disgusto, trató de acomodar su ropa un poco.

—¡Mi hermano no está casado! Por favor, llama a seguridad que saquen a esta mujer — exigió Catalina mirando a las enfermeras.

—Pero… no, yo soy su esposa, él… ¿Rafael no les ha hablado de mí? — dijo con urgencia y algo dolida.

—No sé qué estás pensando, pero no vas a envolver a mi familia en tus locuras.

—¡Él es mi esposo! — exclamó aquella mujer, observó a Sebastián, pero el rubio solo rehuyó de su mirada.




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