Mujer de nadie

Capítulo 7 - Huir...

Olivia miraba la cama frente a ella con otro sentir, antes la había mirado con ilusión, con añoranza, deseosa de abrazar aquel hombre que pensaba era su esposo, pero ahora, sentía como una opresión le calaba en el cuerpo, no era atenta a lo que el doctor decía, estaba ahí toda la familia, Malena, Catalina, Julieta y Rogelio, algunas miradas de disgustos terminaban sobre ella, solo la mirada comprensible de la abuela de Rafael llagaba a sus propios ojos, estaba perdida en un solo punto en la habitación, deseando que eso terminara pronto.

—Al parecer Rafael muestra una confusión debido al accidente, no hemos logrado que se mantenga consiente por más de cinco minutos seguido, despierta por momentos y solo repite, esposa — dijo el médico y Olivia sintió un hormigueo en todo el cuerpo. — Debemos mantenernos con calma, su recuperación es prioridad, no necesita que se le presione tratando de hacer que recuerde, sé que se sentirán extraños si él no llegara a reconocerlos en un inicio, pero como pase el tiempo veremos si hay un daño severo, por el momento esto es parte del recién accidente y no podemos dar por sentado nada hasta que Rafael esté consciente del todo. Solo me queda pedirles paciencia y comprensión.

—Gracias, doctor — contestó Julieta, Malena no estaba en su mejor momento, en cuanto el doctor se retiró, ella hizo lo mismo.

—Haber niña, voy a esperar que mi hermano esté despierto para confirmar que eres su esposa, porque ese cuento no me lo creo — sentencio Catalina, Julieta reprobó su actitud, pero era tan idéntica a su madre en algunas cosas.

—Salgamos de aquí— ordenó Rogelio. Esperando que Olivia también hiciera lo mismo.

—Ella se quedará conmigo — exclamó la abuela, Rogelio miró a Julieta sin decir nada, regresó su mirada a Olivia, ella pudo recibir una amenaza en ese par de ojos.

Olivia estaba entre la espada y la pared a esas alturas, la necesidad de irse era cada vez más grande, pero ahora con tantas miradas sobre ella, no sabía como actuar, Rogelio la había amenazado y tenía dudas si podía cumplir con esas palabras, su padre y su hermana eran lo único que tenía, una decisión no intencional le estaba costando eso, se casó movida por un enamoramiento que ahora se le hacía tan miserable y tonto.

Rogelio abandonó la habitación y Olivia se sintió a salvo, Julieta acariciaba la frente de su nieto con cierta nostalgia que ella no pudo dejar pasar, podía ver el amor que le tenía a ese hombre, dejó un rosario entre sus manos, se giró hacia ella.

—Rafael, siempre ha sido el más apegado a mí, cuando era niño pasó la mayor parte de los veranos e inviernos con nosotros en la finca, no le gustaba la ciudad, su padre adoraba estar ahí, se dividía entre la ciudad y el campo, Malena nunca pudo adaptarse al campo, por eso siempre esa familia estaba tan divida, pero Rafael creció rodeado de amor, lo cuide como un hijo más. Debió contarte de todo eso, él adora la finca, es su pasión.

Olivia se vio de nuevo en una disyuntiva precaria, Rogelio jamás le contó de una finca, de la vida del campo, desconocía toda esa parte de su familia, le hablaba de música, de arte, de la pasión por un buen vino, una buena cena, amigos, habían hablado de cosas buenas, esas mismas que le permitieron conocerlo de forma tranquila y la enamoraron por su forma de expresarse. Ahora la imagen que tenía de Rogelio le parecía diferente, sentía miedo, debía tener cuidado con lo que dijera.

—Él habla con pasión de las cosas que lo hacen feliz — contestó Olivia esperando que con eso dar por terminado alguna otra conversación. Julieta pareció complacida y dejó de lado eso, Olivia descanso un poco.

—Ay cariño, estoy apoderada de Rafael, ni siquiera te he dejado acercarte, ven con tu esposo…

Julieta se separó de la cama y le dio todo el espacio sentándose en el sillón del otro lado de la habitación, Olivia no quería acercarse, pero sintiendo que podía ser descubierta se acercó. Rafael permanecía con los ojos cerrados, los vendajes estaban ahí, pero la sangre ahora era casi inexistente, observándolo detenidamente se pudo dar cuenta en el parecido que tiene con Rogelio, la forma de la nariz, sus pestañas pobladas y ese par de cejas prominentes. Le recordó esa paz que había vivido esos meses, pero que ahora era un remolino de emociones. Comenzó a sentirse pequeñita en aquella habitación, si él despertara en ese momento y no la reconociera como su esposa quedaría la mentira expuesta, tal vez esa sería una forma de escapar, pero Rogelio cumpliría su palabra, ¿podría él hacerle daños a su familia?

—Necesito salir un momento — se disculpó rápidamente dejando la habitación, caminó lo más rápido que pudo rezando no encontrarse con Rogelio, con Malena o Catalina, solo quería salir de ese hospital que la ahogaba.

Suerte suya, pudo cruzar las puertas y esconderse detrás de unos autos, sentarse y llorar, quería que todo terminara, los minutos pasaron mientras ella pensaba en todas sus opciones.

—¡Olivia!, ¿qué haces en el suelo? —. Sintió las manos de su hermana en sus hombros, la ayudó a ponerse de pie.

—Angélica, viniste — dijo con la voz entrecortada.

—Te dije que lo haría — recriminó — Pero dime ¿qué haces aquí afuera llorando?  No me digas que Rafael ha muerto — pronuncio con preocupación.

—No, Angie, él no ha muerto, pero él no es Rafael…

—Dios Olivia, dime algo que pueda entender, así entre llanto no puedo saber que dices —. Angélica era menor que ella, tenía apenas dieciséis años, pero se comportaba como una mujer madura para su edad, siempre había tenido la necesidad de cuidar de Olivia, protegerla de quienes se burlaban de ella, por ello Olivia temía su reacción.




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