Mujer de nadie

Capítulo 8-Buen corazón...

Angie fue sacada del hospital seguida por su hermana y Julieta, que no dejaría que eso pasara a mayores, había sido testigo de la actitud de Leonor.

—Olivia deja de llorar querida, esto lo solucionará mi abogado, tu tranquila que tu hermana saldrá bien librada de todo esto — aseguró Julieta.

—Basta Olí, todo estará bien, recuerda… pero no te dejes de esas arpías.

—Que necesidad tienen de tratar así a una jovencita, ¿qué edad tiene tu hermana?

—Dieciséis

—Oficiales es una adolescente, no veo que tengan que tratarla así, además ella fue provocada por aquella mujer, déjenla…

—Señora, el hospital tiene normas y nosotros solo vamos a cumplirlas.

—Ustedes no la van a subir sola, tiene que ir una persona mayor de edad con ella — sentencio Julieta —O me encargaré en especial que el procurador se entere de este acto.

Los policías se frenaron al escuchar aquellas palabras, se miraron entre ellos, se dijeron un código que ninguna de las tres podía entender.

—Mire señora, nosotros estamos por terminar nuestro turno, esto nos parece más un acto de una chiquilla, pero si la señorita afectada presenta cargos no podremos hacer nada.

—Ustedes tranquilos que yo me encargo de esa señorita — contestó de mala gana Julieta. Los policías viéndose decidieron soltar a Angélica, Olivia respiró después de eso, estaba tan asustada de que su hermana estuviera encerrada.

—Muchas gracias, señora Julieta — exclamó Olivia abrazando a su hermana que habían dejado libre —No vuelvas a hacer eso Angie, no puedes ir por la vida peleándote, tienes que mesurar tu conducta, o por lo menos saber con quien te metes.

—Aunque comparto un poco la idea de tu hermana mayor, tampoco puedes ir por la vida dejándote, hay personas que necesitan tener sus límites muy marcados.

—Gracias por su ayuda, es lo mismo que le digo a Olivia, pero ella es muy suave, por eso se mete en cada problema…

—Basta Angélica —. Olivia temía que soltara algo de más, no estaba preparada para decirle a la señora Julieta lo que había pasado.

—Debes hacerle caso a tu hermana Olivia, no seas un pan de dios con quienes no se lo merecen. La vida nos enseña a palos querida.

—Lo sé, entiendo lo que me dicen ambas, pero no me gusta ir por la vida molestándome con personas que no conozco, darles importancia es solo permitirles entrar a mi vida, vivir con esto —Señaló su pierna — Me ha enseñado muchas cosas, la gente mala es así… y nada los hará cambiar.

—Pero no te dejes — dijo desesperada Angélica.

—Dejemos esta conversación, regresemos al hospital, pero a la cafetería, así puedes entrar con Rafael, Olivia — comentó la abuela y comenzó a caminar de regreso, ambas se miraron entre sí, Angélica la tomó de la mano y regresaron.

La señora Julieta le había caído muy bien a Angie, le parecía una mujer interesante y sobre todo valiente, Olivia y ella no tuvieron la dicha de poder compartir a su madre, Angélica no podía recordar el rostro de su mamá, por más intentos que hiciera, solo guardaba en su memoria una canción que ella le cantaba antes de dormir, pero sin letra, solo la melodía, a veces cuando se siente triste la tararea para reconfortarse. Angélica era muy intrépida para su edad, creció sin esa figura materna, no era una chica muy femenina, prefería vestirse de ropa suelta y tenis, algunos gastaban insultos contra ella poniendo en vela sus preferencias, pero ella lo arreglaba todo a golpes, su pequeña bestia, era la forma que su padre la llamaba cariñosamente, vestida a veces de gorra y gorros que tapaban su corte de cabello, lo usaba como melena, Olivia le hacía vestido, pero esos nunca los llegó a usar, fue entonces que desistió de hacerle y prefirió que fuera ella misma la que decidiera algo que le gustaría que le hiciera.

—Entonces usted era la menor…

—Sí, la menor de diez hermanos, mi madre fue una guerrera para parir, mi familia era grande y amorosa, fui la consentida de todos.

—Diez hermanos, yo solo con soportar a Olivia me basta…

—Deberías preguntarme a mí que se siente tener una hermana como tú — contestó Olivia.

—Las dos son muy parecidas, aunque tienen ese aire distinto como todos los hermanos, pero sus ojos son parecidos.

—Papá dice que son los ojos de mamá — dijo animaba Angélica.

—Es una mujer hermosa…

—Era, mamá falleció cuando yo tenía ocho años — comentó Olivia.

—Pero deben sentirse contestas, perpetúan su belleza.

—¿Por qué es tan buena con nosotros? — preguntó Angélica, Olivia la golpeo en el codo por desfachatez.

—Ay querida, la bondad de una persona es algo que se gana, la forma como defendiste a tu hermana solo me deja muy claro tus nobles sentimientos —Julieta no pudo evitar reírse de la actitud de Angélica —Olivia me parece una chica adorable, yo tengo un sentido para eso, puedo leer a las personas con facilidad.

—En serio, ¿qué lee en Olivia?

—Olivia — suspiró Julieta— Algo entristece a tu hermana, muy en su interior tiene algo que decir, pero creo que duda si debe o no contarlo… — Olivia pasó hondo al escucharla, era acaso que sabía la verdad, la mirada de Julieta era tranquila.




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