El príncipe Yang, partió a Shan Huo con 4 gemas, le fueron incrustadas en el corazón una a una, ya que estas representaban el poder de conexión con cada elemento. Yang había aprendido el idioma cósmico, su poder era increíble, conocía la dialéctica de todo lo que habitaba en el universo, comprendía los sentimientos y emociones de todo lo que allí habitaba, su amor era incondicional hacia cada una de las criaturas vivientes, y para él todas eran importante en el mundo. Eso le habían enseñado, y por algo fue el elegido por el Dios de los Cielos Shàngdi. La primera gema fue el aire, ésta se desvaneció y unas alas que se desprendieron para emprender el vuelo hacia la montaña.
Durante el trayecto conoció al Rey Halcón Tian, quien comandaba el ejército del Reino Niao, con su ayuda pudo ser guiado hasta la cumbre de Shan Huo, donde solo podía entrar el elegido, y quien era el único que tenía el poder de abrir el portal. Era una hermosa cascada de agua, la gema del elemento agua generó un camino en forma de arcoiris, y así se abrió el portal, al final del camino lo esperaba Shé, la Reina Serpiente quien lo condujo hasta el pie del Volcán, donde se encontraba Shui la Reina Madre Dragón, allí se activó la gema del elemento fuego, y entró al Volcán, donde se le otorgaría la Piedra Roja Sagrada con la que podría penetrar en el Reino Tierra Dìqiú, allí tendía que andar con mucha cautela e inteligencia, porque habitaba Yin el Dragón Negro.
Yang no podía cometer ningún error, y confiar en las decisiones, porque si dudaba el dragón despertaría, pero ya sabemos que Yin había sido entrenado, y teniendo la Piedra Roja Sagrada, ésta lo convertía en invencible, sin embargo, sus maestros le advirtieron que jamás podría destruir la Dragón Negro, solo dormirlo, ya que él representaba el equilibrio del cosmo, y era el guardián de la Flor Dragón. Allí la misión más difícil para Yang, rescatarla, sin despertar a Yin, ni destruirlo. Esto se lo advirtieron por 1000 años, ya sabía lo que tenía que hacer.