Mundo espiritual

Scott

POV Yessica

Cuando ya estoy fuera, busco mi celular y llamo a un taxi. Scott se sienta en la acera y yo permanezco de pie sin decir ninguna palabra y de ese modo duramos como 5 minutos solo inmersos en nuestros pensamientos.

El taxi llega y Scott se levanta tambaleándose y en eso veo que tropieza con sus propios pies ¿está tan mal?

Me quedo absorta mirándolo y sentí lastima por él, además, se ve tan vulnerable no estaría bien dejarlo así.

—Vamos Scott —lo ayudo a sostenerse como puedo y entramos ambos al taxi.

Le doy la dirección y al llegar pienso —entonces, ¿simplemente lo dejo en el taxi?

—Es casi lo mismo que dejarlo tirado en la acera, pues no puede ni mantenerse en pie —razono.

Pago y teniendo compasión de esta persona opté por hacer una excepción. Además, él se desmayó, por lo tanto, le pedí al taxista ayuda y aunque él podía llevarlo yo no tengo idea de su lugar de residencia así que, simplemente lo echaría fuera, entonces entre el conductor y yo lo llevamos a mi apartamento recostándolo en el pequeño mueble.

—Gracias —le digo al conductor.

—Usted cuide a su novio, feliz noche —responde al marcharse.

—No es mi novio —corrijo frunciendo el ceño.

Pongo el cerrojo en la puerta y busco en mi habitación una sábana para Scott y se la coloco hasta los hombros.

—Este chico se ve adorable durmiendo —expreso examinándolo de cerca.

—Incluso diría que se ve atractivo —afirmo viendo que tiene unas largas pestañas color café y un cabello sedoso el cual me tomé el atrevimiento de tocar.

—Es realmente muy suave —pienso y al instante me doy una bofetada mental.

—Podría estar infectado y yo hasta toqué su cabello —susurro recriminando mi impulsividad.

Lo dejo ahí y decido que es mejor irme a descansar ya que mañana será un día largo. Cepillo mis dientes, cambio mi ropa por una blusa de tirantes y pantalones cortos, recojo mi cabello en un moño y entonces acomodo las sabanas y me acuesto a dormir.
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—Bip, bip, bip —escucho la alarma del celular y cubro mi cabeza con la almohada gruñendo.

—¿Cómo pude olvidar quitar la alarma? —digo con pesadumbre.

Dejo que siga sonando hasta que después de un par de minutos deja de hacerlo, pero es probable que vuelva a sonar otra vez así que, me levanto de la cama saco el celular del bolsillo de mis jeans y elimino la alarma que estaba programada.

Voy al baño, cepillo mis dientes, deshago el moño despeinado y hago un recogido alto para ducharme. Cuando ya he terminado entro a mi cuarto y busco en el armario mi camiseta favorita color gris y unos jeans negros. Quito la toalla que tengo envuelta en mi cuerpo y me pongo la ropa elegida con unas sandalias negras.

Salgo, voy a la cocina y reviso que hay en la nevera —cierto, no pude ir al supermercado esta semana —suspiro viendo que no hay más que agua y huevos dentro.

—Bueno, haré huevos revueltos con pan tostado —lo preparo lo sirvo en un plato y recuerdo que Scott está aquí.

Así que preparo más y pongo los platos en la pequeña mesa, entonces voy a buscarlo y lo encuentro despierto sentado en el mueble tocándose la cabeza.

—Scott, hice huevos revueltos, si gustas puedes acompañarme —le digo.

Se levanta desperezándose y me sigue hasta la mesa tomando asiento frente a mí.

—Te ves como una adorable ardilla comiendo —dice Scott quién se quedó observándome desde que empecé a comer.

—Lo digo en el buen sentido y te ves más adorable cuando te ruborizas —manifiesta provocando que se caliente con mayor intensidad mi cara.

No comento nada, después de terminar recojo los platos y dirijo mis pasos hacía la cocina para lavarlos, entonces me percato que Scoot está pisando mis talones —tu cocinaste, permite que los friegue al menos —como respuesta me hago aun lado.

—Este chico no están malo como parece —pienso mientras cruzo mis brazos examinándolo, por consiguiente, capto los tatuajes que tiene en sus brazos cuando se arremanga el suéter.

—Listo, ya debo volver al trabajo.

—¿Tu trabajas? —no pude evitar decir.

—Sí, en realidad solo estoy en este país por razones de trabajo.

—Ohh —es lo que logré articular.

—Bien, ya me marcho —expresa caminando hacía la puerta.

Lo acompaño para despedirlo —hasta luego Yess —dice depositando un beso en mi mejilla y sale con una sonrisa de satisfacción ya que no me aparté si no que me paralice, porque no esperaba tal acto.

—Este chico —murmuro tocándome la mejilla.

Regreso a mi cuarto, llamo a un taxi y reviso si no me falta nada para el vuelo de las 11 del que apenas faltan 40 minutos para la hora.

—Todo listo —afirmo llevando conmigo las maletas afuera y metiéndolas dentro del taxi para irnos.

Después de tomar el avión y llegar al aeropuerto de Santo Domingo, tomo asiento en uno de los bancos y busco la dirección en mi celular donde reside mi madre.

Estaba tan concentrada que no me di cuenta que ella estaba frente a mi
—Yessica, hasta que te encuentro —dice abrazándome.

—Hola mamá, no tenías que haber venido y, además, ¿dónde está Kevin? —pregunto.

—No es nada, me siento un poco mejor hoy y Kevin está en casa.

—¿Lo dejaste solo? —digo mientras nos dirigimos a donde está el auto estacionado con el que vino mi madre.

—Richard está cuidándolo —dice abriendo la puerta del conductor.
—Claro —exclamo entrando las maletas para después sentarme en el asiento del copiloto.

En el camino vislumbro las casas de nuestros vecinos con sus casas majestuosas, patios grandes e incluso diría que tienen jacuzzi y luego está la de nosotros, sin patio, con apenas dos cuartos y el techo de zinc que hace que sobresalga entre las demás.

—Llegamos.

Al entrar a la casa voy directo a mi habitación o lo que era mi habitación ya que le pertenece ahora a Kevin.

—¡Hola Yess! —dice mi pequeño hermano en cuanto me ve entrar.



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En el texto hay: espiritus, terror, demonios

Editado: 18.06.2021

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