POV Yessica
Él quita su vista de la laptop y la enfoca en mí —¿Yessica? —dice sorprendido.
—¿Qué haces aquí?, ¿dónde está el gerente?, O tal vez no es está la oficina —digo de forma pensativa.
—Te equivocas, soy el gerente y está es mi oficina —expresa frunciendo el ceño.
—Bien —rayos, ahora sí que estoy nerviosa.
—Aquí están los papeles que necesito que revises para que después hagas una presentación de ello en PowerPoint —me señala una pila de papeles al lado de la laptop.
—Si —trato de llevarlos todos en mis manos y cuando voy a abrir la puerta se desparrama las hojas de mis brazos —oh no —susurro recogiéndolos rápidamente.
Mientras estoy en ello rogando al Señor para que no me regañen el primer día, veo que Scott se levanta de su asiento y se inclina a mi lado para recoger la otra parte que faltaba.
—Vamos, te ayudaré a llevarlos —articula cuando termina y yo sólo me quede estupefacta todavía inclinada viéndolo salir hacia mi oficina.
— Este chico cada vez me confunde más —pienso.
Voy a mi oficina y dejo los papeles en la mesa. Scott o mejor dicho el jefe ya los había puesto ahí también pero no se había ido, sino que estaba mirando el retrato de los niños del orfanato.
—Es de la antigua secretaria, lo dejó en el escritorio —él asiente con la cabeza y lo pone en su lugar.
—Más tarde te diré de otro asunto, por ahora dejaré que termines con esto.
—Está bien —respondo y él sale con gesto pensativo.
Yo enciendo la computadora para ponerme a trabajar tratando de concentrarme y pasan las horas, llega el momento del almuerzo y yo saco una barra de granola que mi madre debió de haber puesto lo cómo y sigo verificando los papeles.
Estaba tan inmersa en lo que estaba haciendo que no me di cuenta que alguien entró —sí que lo tomas enserio. Encantador —escucho una vos varonil y entonces alzo mis ojos y veo al jefe frente a mí.
—Ya son las 4 de la tarde, creo que ni si quiera saliste a almorzar —exclama— necesito que me acompañes a una reunión, terminarás eso luego.
Me levanto y lo sigo hasta el estacionamiento parándonos delante de un jeep negro —este es mi auto, sube—dice Scott.
Abro la puerta del vehículo del lado del copiloto y él en el del conductor —no me has dicho a donde iremos—le pregunto.
Tengo que ir a un restaurante para reunirme con unos accionistas, vas a tomar notas de algunas cosas que te diga. Asiento con la cabeza como respuesta.
Llegamos al restaurante y cuando estamos dentro recuerdo que hoy me puse una simple camisa azul cielo con pantalones negros sintiéndome al instante fuera de lugar al ver a las chicas con vestidos elegantes —no te preocupes por tu atuendo, te ves bien con lo que llevas puesto—expresa.
Nos sentamos en una mesa donde está sentada una pareja de unos cincuenta y algo, yo al lado del Señor y Scott el de la Señora.
—Vaya Señor Prins, parece que ha cambiado de secretaria —le comenta el hombre.
—así es—responde Scott.
Después de una breve presentación, comienzan a charlar entre ellos sobre negocios y yo aprovecho para pedir algo de comer. En el momento que termino siento una punzada en la parte baja del abdomen, entonces cuando llamaron al mesero para también pedir algo, aprovecho para hablar con Scott —iré al baño Señor Prins, volveré en seguida —le susurro.
Me dirijo al baño con mi bolso y entro a un cubículo, bajo mis pantalones junto con mi ropa interior para revisarme, y sí, me ha llegado la regla.
Busco en mi bolso alguna compresa, pero ¡no hay nada! Rayos, ¿qué voy a hacer ahora? —razono y duro como 10 minutos dentro del cubículo pensando hasta que escucho a unas chicas que entran y teniendo la intención de salir para ver si podrían ofrecerme una pero no me dio el tiempo porque al parecer solo era para retocarse o mirarse en el espejo.
—¿Por qué no le escribo a Scott? —considero—. Pero ¿qué va a decir cuando le diga que estoy atrapada en el baño porque me ha venido la regla? O no, no puedo decirle eso.
Pasan 10 minutos más y entonces oigo pasos —está es mi oportunidad —digo mentalmente.
—Yessica, ¿estás aquí? —dice Scott y yo me paralizo dentro.
—Pero ¿qué está haciendo en el baño de chicas? —refuto por lo bajo—. Aquí estoy Señor Prins.
—¿Estas bien?, ¿sucede algo? —expresa frente a la puerta donde estoy.
—Sí y si pudieras ayudarme.... o tal vez mejor no —exclamo llenándome de vergüenza por cruzarse esa idea en mi cabeza.
—Claro que puedo, dime y lo pediré para ti.
—Uhmm, me ha llegado la regla y no tengo compresas, ¿podrías conseguirlas para mí? —oh, qué vergüenza quisiera enterrar mi cabeza bajo tierra y después de esto ¿cómo lo veré a la cara?
—No te preocupes, ya regreso.
—Okey —digo y al pasar 4 minutos, Scott vuelve con una y me lo entrega por debajo de la puerta—¿Cómo lo consiguió en 4 minutos? —pienso.
—Te estaré esperando en la entrada —dice Scott.
Termino de acomodar la ropa y salgo apresurada hacia la entrada del restaurante y vislumbro a el jeep con Scott dentro —Ven, sube —articula y tomo asiento en el lado del copiloto.
—¿A dónde vamos? Y ¿qué pasó con la reunión? —le pregunto.
—La reunión la di por finalizada y ahora te llevaré a tu casa —expresa de forma inquisitiva—. ¿Dónde vives?
—No es necesario que me lleves puedo ir sola —exclamo.
—Deja que te lleve, ya que estas indispuesta para irte por tus propios pies —expresa y tiene un poco de razón, el dolor en la parte baja del abdomen es terrible y la zona está un poco alejada por lo que pagar un taxi hasta mi casa me costará mucho dinero, así que, lo que haría sería caminar.
—Bien.
Le doy la dirección y al llegar bajo del auto y toco la puerta. Scott también sale y cuando se pone a mi lado, mi madre abre la puerta.
—Yessica, pensaba que tenías trabajo hasta las 5 —manifiesta mamá.
—Sí, han sucedido cosas —digo tratando de no sonrojarme.