Mundo espiritual

¿Reprender?

POV Elena

—Bien, empecemos a orar—articula mi madre y comenzamos las cuatro a orar pidiéndole al Señor que saque todo mal que este en la casa.

A medida que orábamos se escuchaban las puertas abriéndose y cerrándose y veía yo, vasijas estrellándose en el suelo.

—Espíritu santo, ayúdanos—digo internamente un poco angustiada.

En aquel momento, me viene a la mente el reprender y así lo hago.

—Reprendo todo espíritu inmundo que este oculto en la casa, en el nombre de Jesús—al decir eso las luces empezaron a pestañar y las damas a mi lado hicieron silencio—salen de su escondite y se van al fondo del abismo y todo altar es quemado con el fuego de Jehová, en el nombre Jesús—digo en voz alta separándome de mis compañeras para caminar por donde me guía el Espíritu santo, con ellas siguiéndome por detrás entonces, bajo al sótano y digo lo mismo llena de una valentía que no era propia de mí.

—Toda brujería o maldición enviada a esta casa y a los que viven aquí queda inoperante y se devuelve al remitente en el nombre de Jesús y que descienda el fuego de Jehová y queme todo espíritu inmundo que se encuentre en la casa—cuando dije esto último salió un grito tremendo y escalofriante del sótano donde estábamos con un gran viento que nos vino encima tumbándonos.

Y entonces, me llené de miedo al percatarme de que esto es tan real e igualmente espeluznante.

Escucho a alguien vomitando y al voltear veo a la Señora Milware inclinada.

Me acerco a ella—¿está bien, Señora Milware? —le pregunto y me pongo de cuclillas a su lado, pero no podía distinguir casi nada de su estado pues, el bombillo había explotado y solo se veía un poco por la luz de la luna que entraba por la pequeña ventana, ya que, había anochecido.

—Usemos la linterna de mi celular para alumbrar—dice Yessica.

Busco igualmente el mío y alumbro hacia donde está la Señora Milware para poder ver que le sucede—Señora, ¿ya se siente mejor? —pregunto y miro al suelo entonces, veo que hay sangre ahí donde está ella.

—Me siento como si se me hubiera quitado un peso de encima—articula—además, creo que algo salió de mi cuerpo que lo tenía dentro de mí, fui liberada—expresa sonriendo y pienso que es muy probable que así sea y lo tenía muy pegado dentro de sí que hasta voto sangre.

—¿Creen que se abran ido? —expresa mi madre.

Todavía siento la atmósfera pesada por lo que sé que, no se han marchado aún.

—No se quieren ir tan fácilmente—razoné y les digo a todas que vayamos a la sala.

Subimos todas con expresión de temor y tensión palpable en nosotras al percatarnos que no solo el bombillo del sótano explotó sino todos los de arriba.

Nos dirigimos a la sala con Yessica iluminando por delante el camino y yo en el medio porque tenía gran temor.

—Hay que seguir orando, te acompañaremos también así que, Elena continúa—me dice la Señora Milware y las demás asienten con la cabeza de acuerdo con ella.

Pero yo estoy aterrada por la oscuridad que hay y más por los espíritus que rondan aquí.

Sin embargo, pienso en que debo seguir orando para que pueda haber liberación en esta casa y ellas necesitan de mi apoyo no puedo acobardarme ahora.

—Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Salmos 27:1)—recuerdo esto y tomo estas palabras para mí y me lleno de valentía, igualmente, sabiendo que los valientes no son aquellos que no tienen miedo sino, que a pesar del miedo deciden actuar y que tampoco estoy sola, Dios está conmigo.

Respiro profundo y vuelvo a reprender—reprendo todo espíritu inmundo que este en la casa, en el nombre de Jesús, le ordeno que se manifiesten y se vayan al fondo del abismo, en el nombre de Jesús—vocifero y las muchachas repiten conmigo, entonces, comienzo a vislumbrar sombras negras las cuales, salen por las ventanas que estaban abiertas.

—Señora Milware ¿recibe al Señor en está casa? —le pregunto.

—Por supuesto que sí—responde y yo sonrío.

—Te pedimos Señor que vengas y desciendas en esta casa y la llenes de tu presencia.

En ese momento cuando terminamos de orar entró una gran luz por las ventanas iluminando toda la casa y vi al Señor entrar, observé que estaba con una vestimenta blanca y su rostro casi no lo pude ver por la luz que casi me cegaba.

Y como que de mi cuerpo salían las palabras—santo, santo, santo—era algo que ni se como explicarlo pues, era como si todo mi ser lo estuviera alabando entonces, caigo postrada de rodillas—misericordia Señor, ten misericordia de nosotras—decía porque su presencia era muy fuerte para nuestro cuerpo carnal.

Cierro los ojos y al abrirlos él ya no estaba. Me levanto y veo que ellas también estaban de rodillas.

No decimos nada y solo nos sentamos en el mueble procesando lo que ocurrió.

—Eso fue...—expresa Yessica.

—Muy sorprendente—digo.

—Les agradezco mucho a todas y principalmente a Dios por traer liberación 
—dice la Señora Milware.

—No fue nada—articula mamá y yo digo también lo mismo.

—Creo que ya debería irme—exclama Yessica.

—Nosotras también nos deberíamos de marchar, Señora Milware, ya puede descansar en paz—le comenta mi madre y ella asiente con la cabeza con felicidad notable en su rostro.

Nos dirigimos las tres hacia afuera y mi madre se va primero al auto—Yessica, ven con nosotras, mamá puede llevarte a tu casa—le digo.

—¡No!, yo puedo irme en un taxi. Gracias por el ofrecimiento—dice y saca su celular para marcar al taxista, pero me pongo a pensar en su reacción, fue un poco extraña, ¿qué está sucediendo?

Decidimos esperar hasta que llegará su taxi, mi madre en el auto y yo sentada en las escaleras con Yessica.

—¿Está todo bien en casa? —le pregunto a Yessica.

—Todo está bien—responde, pero yo sé que miente es muy notorio para mí por el don de discernimiento.

El taxi llega y ella se va inmediatamente luego nos vamos mamá y yo.
 



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En el texto hay: espiritus, terror, demonios

Editado: 18.06.2021

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