Mundo mágico. Regalando sueños

4. LA PRINCESA AMELIA .

Había una vez en un lejano reino una princesa, de largo cabello que quedó al frente del reino después de que su padre y madre tuvieran que viajar, en busca de una semilla para curar a su pequeño hijo, el hermano de la princesa Amelia.

—Amelia — hablo muy serio el papá rey— te quedas a cargo de cuidar el reino. Confío en ti hija.

—No te preocupes papá, velaré porque todo marche muy bien. Por favor cuídense y regresen pronto.

—Así lo haremos hija, cuida mucho de tu hermano el príncipe.

 Las responsabilidades de la joven, se hicieron aún mayores en esa temporada. Debía no solo estar al pendiente de su pequeño hermano con quien ella adoraba pasar tiempo. La princesa Amelia, debía ocuparse de servir a su pueblo, de escuchar sus pedidos y proveerlos de lo más necesario. 

 La princesa aprendió muchas lecciones y hasta oficios durante esta temporada. La princesa se llenó de humildad, sencillez, supo valorar a los pequeños detalles y agradecer por los regalos que daba la madre naturaleza. La princesa conoció la importancia de cuidar la tierra, para que esta nos regalará sus frutos. 

 También la princesa le regaló amor al rebaño de vacas, corderos, ovejas y estos le agradecieron con lana y leche. La princesa supo, que si das, recibes. Pero que si das con amor, sin esperar nada a cambio, la vida te premia con satisfacción, con superación personal. 

 La princesa creció aún siendo joven y demostró que podía llevar y cuidar de su reino, pero la princesa estaba triste. El tiempo pasaba y sus padres no regresaban con la cura de su hermano. Ella tenía sus manos atadas y no sabía qué hacer por su pequeño hermano el príncipe Elías para que pudiera correr junto a otros niños, para que sonriera cada mañana y cada noche. 

 La princesa un día muy triste se adentró en el bosque, sin darse cuenta lo tanto que se había alejado de palacio. Caminó tanto, que se sentó junto a una roca y lloró debido a no tener nada para devolverle a su hermano la alegría. 

 Junto a esa roca, de pronto la princesa Amalia sintió otro llanto,  se fijó que era un chico con ropas sucias y gastadas.  Lloraba y perdía el brillo como ella, aún llevando ropas finas y muy limpias.  La princesa no dudó  y se le acercó para preguntar.

—Hola, ¿por qué lloras? ¿Qué malestar te aqueja?

—Hola, es mi hermana. Padece de una enfermedad y nadie encuentra cura para ello. 

—Oh, ¿tu hermanita también está enferma? 

—Sí, y no puedo hacer nada. Quiero verla compartir con otros niños y sonreír.

—Yo también quiero eso para mi hermanito —. Confesó Amelia tristemente.

 Ambos jóvenes sufrían del mismo dolor. Querían felicidad para sus hermanos. Ambos jóvenes compartían sufrimiento aun cuando pertenecían a distintos mundos y eran de clases diferentes. 

—Tengo una idea— dijo de pronto la princesa Amelia—¿por qué no hacemos que nuestros hermanos enfermos se conozcan?

—¿Qué quieres decir?

—Pues eso, que se conozcan y vean que no son los únicos que sufren de una enfermedad, hay otros también que padecen de ello.

—Es una buena idea, mi hermanita cree que ella es la única enferma. ¡Hagámoslo!

 Ese día, aquellos jóvenes se unieron y pactaron que sus hermanos debían conocerse. No importaba que Amelia fuera la princesa del reino, y su hermano el príncipe.  Ni que el muchacho de ropa vieja y rota, visitara el castillo de Amelia para que su hermana jugara con Elías, el príncipe. 

 La princesa enseñó al muchacho de harapos a leer y escribir.  Él le agradeció con hermosas rosas cultivadas por él mismo. También el príncipe, le dio ropas nuevas muy fuertes y hermosas.

 Los niños enfermos, quizás no les llegó la cura al instante, pero sonreían cada día porque se hacían compañía, porque jugaban y compartían su amistad. El reino estaba feliz porque su príncipe, tenía un rayo de esperanza y una pobre niña pueblerina, ahora sería la futura princesa de un hermoso reino.

A veces el cariño, la compañía y la amistad sincera, es la mayor cura. Porque si el alma es feliz, nuestro cuerpo lo es más. Todos los niños y niñas son príncipes y princesas ganadores, que merecen un bonito palacio y una amistad sincera sin diferencias. 

A jugar y a imaginar príncipes y princesas del futuro. Que no importa las dificultades, puedes ser feliz con tus amigos.

 

Cuento de la escritora

Sims C Blonde

para ti Anita y todos los niños que lo lean.

Escrito con amor

Recupérate pronto linda

Te queremos

tu amiga

Bris




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