Mundo Oculto

Caída

Edgar Gauss, heredero de la gran multinacional Gauss, iba de camino a la escuela en el coche oficial de la empresa. Su padre, el cual iba a su lado sentado en la parte de atrás, leía unos informes en silencio mientras de reojo miraba a su hijo. Edgar, observaba distante las nubes en el cielo, como queriendo ser una de ellas. 

El coche avanzaba rápido por las calles de la ciudad, parando cada dos por tres en los semáforos. En un momento se detuvo en una parada. el conductor bajó y se dirigió a la puerta de Edgar, abriéndola rápidamente. Edgar, que reaccionó a tiempo, se acomodó la corbata y salió del coche, sin dirigir palabra a su padre.

Su relación era estática, solo hablaban de temas relacionados con la empresa, la herencia o sus notas, nunca su vida personal, si es que alguno de los dos tenía. 

Al salir del coche, Edgar se dio cuenta del gran numero de personas que lo miraban con admiración. Edgar era un chico alto, de metro ochenta, con pelo negro liso corto. Era esbelto y estilizado, con una gran espalda. Todo el mundo conocía esa figura, la figura de alguien superior, pero aún así nadie quería ocupar su lugar. Sus ojos, fríos y vacíos como los de un pez muerto, eran la mejor clave para ver como era tratado sin amor y con severidad.

Edgar, como cada día ya no le importaban las miradas de los demás y solo de dispuso a recorrer el camino hacia su clase. Nadie se interpuso en su camino, todos se apartaban. Llegó tranquilamente a su puesto y se sentó. Nadie se acercaba, manteniendo la distancia y sin decir nada. 

Las clases pasaron rápidamente, como una ventisca la cual se había llevado la mañana entera. Ya era mediodía. Edgar recogió sus cosas y salió de clase. Eran poco más de las dos y media del mediodía y el coche negro de la empresa ya lo esperaba fuera. El conductor, sin decir una palabra, salió del coche y abrió la puerta para Edgar. Él entro y se sentó, poco después el coche arranco y se perdió de vista entre las calles. 

Eran ya pasadas las nueve de la noche y después de una dura tarde de estudios Edgar se dispuso a bajar a comer. Bajó poco apoco las largas escaleras de la casa y se dirigió al comedor. Su casa, fría como un iglú y grande como un castillo solo demostraba más el poder de su padre y su empresa. Al llegar al comedor, su madre estaba allí, en la mesa, trabajando como siempre. 

- Hola Edgar, toma revisa esto, son los datos de la entrada a la universidad. - Dijo ella sin levantar la cara del ordenador. 

- Si. - Contestó sin animo Edgar.

Su relación era como la de su padre, fría y distante, como si ella no fuera su verdadera madre.

- Todo es correcto madre. 

- Perfecto entonces. Cena algo y vuelve a estudiar. - Recogió los papeles sin levantar la mirada otra vez. 

No hubo respuesta esta vez. 

Edgar obedeció y se acerco a la nevera. Toda la comida estaba lista, solo hacía falta calentarla. Edgar nunca probo la comida hecha por su madre, ella siempre estaba en la oficina o trabajando en el estudio. La comida era hecha por la misma persona que les limpiaba la casa. No tenía amor, no tenia gusto, no tenia nada. Fría, como su propia existencia. 

El chico cenó rápido, y se movió hacía su habitación. En su camino se encontró a su padre, se miraron y su padre movió la cabeza para decirle que entrase a su despacho. Una vez dentro, Edgar se detuvo frente al escritorio donde su padre se había sentado en la silla al otro lado. 

- últimamente te veo distraído, como van los estudios? - Preguntó su padre.

Podría parecer una conversación normal entre padre e hijo pero el aire de la situación era distinto, se respiraba la tensión. 

- No es nada, todo va bien, como siempre. - Respondió Edgar mirándolo a los ojos.

- Pues a mi no me lo parece, te quedas mirando a las nubes sin razón y no pones atención a tus alrededores - Dijo el padre, juntando sus manos y entrelazando sus dedos.

- Eso es- 

-¿¡Crees que esto es un maldito juego!? - Gritó, sin darle tiempo a responder. - ¿¡ Sabes cuanto dinero y tiempo he gastado en ti, sabes cuanto esfuerzo nos ha costado a tu y a tu madre el criarte y prepararte para ser una élite!?

- Lo siento.-  respondió con voz floja mientras inclinaba la cabeza mirando al suelo. 

Su padre se calmó, parecía que solo necesitaba desahogar estrés. Era algo que pasaba con bastante regularidad. 

- He terminado por hoy, vete a tu cuarto y cuando termines tus estudios duerme.

- Si, padre.- Se dignó a contestar Edgar, mirando al suelo mientras salía de la habitación.

Era un acoso constante el que recibía de su padre. Esto hizo que Edgar desarrollara una mentalidad fuerte y calmada, que le permitía analizar con claridad las cosas. 

Edgar entró en su habitación y no se dignó a estudiar, ya estaba cansado, la vida era demasiado dura y estaba llegando al límite, a este paso no lo soportaría. Se acercó a la cama, puso el teléfono a cargar y se tumbó directamente sin siquiera taparse. Se durmió pocos segundos después.

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