Edgar notó la presión del momento. Era un instante difícil, una decisión que cambiaría su vida, no podía tener resentimientos sobre su elección.
- Fuera de aquí ángel, este chico es mio.- Soltó de repente la serpiente mirando al ángel.
- Eso mismo digo demonio. Fuera de mi vista.- Respondió el ángel.
- A callar los dos.- Cortó Edgar con una voz fría.
Los dos callaron y se quedaron mirando al chico delante suyo.
- Mí elección ya esta hecha.- Dijo Edgar
-- Escuchémosla --. - Soltaron los dos al unisono.
Hubo una pausa, un momento tenso, tanto el ángel como el demonio se lo habían quedado mirando. Al cabo de unos segundos, Edgar abrió la boca.
- He decidido unirme a los demonios.- Fue una frase corta pero su voz no tembló ni un segundo.
- Así que otra escoria se quedara para enfrentarnos, vaya mierda de planeta. - Murmuró el ángel y luego brilló mientras su figura se desvanecía. - Prepárate.- Fueron sus ultimas palabras.
En un momento, solo la serpiente y Edgar se encontraban en la habitación.
- Buena elección chico. Al parecer mi decisión fue buena en ofrecerte nuestra colaboración.- Dijo la serpiente mientras se enroscaba en el chico.
No hubo respuesta por parte de Edgar. Solo se quedó callado mirando la cara de la serpiente.
- Entonces entrégame la habilidad.- Soltó de la nada Edgar
- Antes de eso, ya te dije que tienes que tienes que hacer u sacrificio a la altura del poder que pidas ¿verdad? Entonces dime, ¿que poder deseas? - Dijo la serpiente mientras lo miraba de lado.
- Lo tengo en mente, no te preocupes por eso. A propósito, ¿que habilidades puedo escoger?
- Puedes escoger cualquier poder que quieras siempre que no sea algo que no se salga de los límites. Hay personas que quieres super-velocidad, fuerza sobrehumana, o otras cosas más típicas.
- Ya veo....- Respondió Edgar mientras se frotaba la cabeza.
- Así que, ¿cual vas a escoger?
- ¿Solo puede ser uno?
- Exacto.
- Pero no has dicho nada sobre robar las habilidades de otros... - Insinuó Edgar
- ...
- ¿Y bien?
- Me gusta como piensas.- Dijo mientras reía fuertemente.- Es lo que has dicho, no he mencionado el no ser capaz de robar poderes.
- Entonces esta decidido.- Respondió el chico mientras juntaba las manos.
- Pero habrá un preció para robar la habilidad de una persona. Ese será el asesinato. Solo podrás tomar el poder de aquella persona, ángel o monstruo que mates. ¿Te parece bien?
- No me importa.- Dijo él.
- Perfecto.- Dijo mientras se alzaba la serpiente.- Por la presente, yo, Khaley Rax, demonio de tercer grado, te acepto a ti, Edgar Gauss, como un miembro de la raza demonio y te concedo el poder que has pedido, Ladrón de habilidades.
En un segundo, un circulo apareció debajo de Edgar y sintió como un calor abrasador emanaba de él. Este, empezó a girar mientras subía poco a poco. Cuando terminó de pasar por delante de su cara, este desapareció.
- Ahora ya eres un demonio, Edgar. Te doy la bienvenida.- Dijo Khaley mientras miraba a Edgar.
- El placer es todo mio.- Respondió Edgar.- Ahora dime que sacrifico tengo que hacer, porque solo matar a la persona en frente mio no debe de serlo ¿verdad?.
- Eres rápido, me gusta. Tienes razón, una cosa es el sacrificio y la otra la condición para activar un poder. En tu caso tengo que ver si eres o no capaz de matar a una persona. Este es tu sacrificio: la vida de tus padres.
Algo le golpeó en ese instante. Él debía de matar a sus padres. Las personas que le habían dado la vida y lo habían criado.
- ¿No puedes?.- Preguntó Khaley mientras giraba la cabeza.
Edgar lo miró. Pero lo que Khaley vio no lo esperaba nadie. Edgar estaba llorando mientras sonreía. Edgar Gauss, la persona a la que le fue ordenado el sacrificio de sus padres, sonreía mientras lloraba. Era una imagen escalofriante. Khaley tubo miedo y todo, en sus años de vida no había visto un humano así.
La respuesta no tardó en llegar
- Lo haré.- Dijo sin dudar.
- Bien. Ah, antes de que se me olvide. Ya que me has caído bien te haré un regalo.
De la nada otro circulo apareció del suelo y esta vez surgieron un par de espadas iguales. Una negra y la otra blanca. Las espadas se alzaron en el aire y Edgar las agarró. Eran pesadas, pero podría con ellas.
- Son mis creaciones, incluso les he puesto nombre.- Dijo Khaley mientras se enorgullecía.- La negra se llama Alpha y la blanca Beta, espero que te gusten. Son especiales, creo que ya lo entenderás. Cuando termines con el sacrificio te acabaré de contar todo lo que quieras saber, pero ahora debes centrarte. Hay una barrera alrededor de la casa, nadie podrá salir y nadie podrá oíros. El resto es cosa tuya.
- Entendido.- Dijo Edgar mientras se terminaba de secar las lagrimas.
Khaley bajó del cuerpo de Edgar y se puso en el suelo. Edgar salió de la habitación con las espadas en las manos y se puso en marcha hacía el comedor. Donde estaba seguro podría encontrar a su madre. Sus pensamientos iban acelerados, pensaba en todo lo que había sufrido asta ahora, el poco amor que le fue dado y si de verdad esa agrupación de personas se podía llamar familia. No tenía dudas, no temblaba, había hecho su elección y no dudaría en demostrar su valía.
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Editado: 09.11.2018