Mundo Oculto

Inicio de un viaje

Cuando estaba a punto de salir de la biblioteca Edgar recordó algo. Se giró, rotando sobre su pie derecho y se dirigió otra vez hacía el cadáver de su padre. Al llegar, extendió la mano y agarró la lanza de Leo, la que se encontraba al lado de su cadáver. 

- Esto podría servirme. - Murmuro Edgar mientras suspiraba. 

Volvió a girar sobre su pie derecho y esta vez, salió de la habitación y cerro la puerta. Quedándose esta en silencio. 

- Veo que lo has conseguido. - Salió una voz de repente. 

Edgar se giró hacía el origen de la voz. Era Khaley, quien estaba reptando por el suelo. Este se enrollo por la pierna herida de Edgar y miró la herida, la cual  no sangraba, que le había propinado su padre. 

- Parece que fue una batalla dura. Aun así, lo conseguiste, ¡enhorabuena!

- Gracias. Pero esto duele de cojones. - Respondió Edgar mientras se agarraba la pierna. 

- Tranquilo, los demonios sanamos más rápido que los humanos, a juzgar por el tamaño de la herida, mañana por la mañana estará cerrada. 

- Eso es un alivio. - Suspiró Edgar. 

- Por el momento será mejor que te laves y descanses un poco, mañana hablaremos de todo lo que tu quieras. - Dijo Khaley mientras observaba a Edgar todo sudado y andrajoso. 

- De acuerdo.

Siguiendo el consejo de Khaley, Edgar tomo un largo baño y se fue a la cama después de vaciar una parte de la nevera.

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Después de un sueño reparador que duró unas diez horas, Edgar se levantó y almorzó. Cuando acabo se dio cuenta que no tenia nada que hacer, así que tan solo se sentó en la cama, esperando que Khaley llegara. Mientras esperaba, vio como la herida que le había propinado su padre había cicatrizado totalmente. 

- Así que ne verdad sanamos más rápido. - Dijo Edgar con un tono sorprendido. 

- Dudabas de mis palabras. - Respondió Khaley mientras aparecía de la nada.

- Deberías dejar de hacerme esos sustos cuando aparezcas de la nada, no es muy normal que una serpiente albina hable, ¿sabes? - Dijo Edgar mientras respiraba hondo. 

 - Sí, sí, lo siento. Ahora, vamos a hablar un rato. Te voy a explicar que debes saber al convertirte en demonio.

- Vale, explica.- Dijo Edgar con emoción. 

- En primer lugar, La habilidad que pediste ayer, Ladrón de habilidades, te fue dada justo después de matar a tu padre, así que gracias a eso, pudiste conseguir su habilidad, Control.

- Entiendo. Aunque no es muy de mi gusto usar algo tan ruin, creo que le podré encontrar algún buen uso. 

- Ya veo. En segundo lugar, ahora que eres un demonio, debes saber algo sobre nuestra sociedad. 

Uno: Los demonios nos separamos en rangos, siendo así en rango cinco el más alto y el rango uno el más bajo, que es des de donde se empieza. También, existen fuerzas especiales como los Pecados capitales y por encima de ellos, nuestro rey, Beelzebub. 

Dos: Para subir entre rangos, debes acumular poder y méritos. Cuanto más fuerte seas y méritos tengas, más rápido escalaras de rango. Parece fácil pero no lo es, tenlo en cuenta. 

Tres: Todos los demonios acabados de convertir, es decir las nuevas generaciones, deben pasar un año en su propio mundo para así acostumbrarse a la habilidad otorgada y conseguir más poder. Es como si les diéramos un tiempo para prepararse y así poder estar en el mismo sitio que los demonios originales. 

- ¿Tan fuertes son los demonios originales? - Preguntó Edgar intrigado. 

- Así es. A diferencia de vosotros que solo tenéis una habilidad, ellos heredan las habilidades de sus progenitores,así que son mucho más fuertes que vosotros, da igual que habilidad tengáis.

- Ya veo. Interesante.  

- Pero no te preocupes. Los demonios originales tienen un fallo muy grande: Si no son lo suficientemente fuertes para usar esas habilidades, morirán en el intento. Así que si un demonio tiene una habilidad muy poderosa pero su cuerpo no la soporta, morirá.

- Así que si quiero ser igual de poderosos que ellos, necesito hacerme más fuerte.

- Exacto. Me alegra que lo entiendas. Entonces, como te he dicho, a partir de hoy vas a pasar un año solo para entrenarte aquí, en la tierra. Estoy seguro de que te las arreglaras. 

- Estoy seguro de que voy a lograrlo. - Dijo Edgar con seguridad.

- Ahora pues, prepárate, la barrera de tu casa se destruirá pronto y los monstruos empezarán a acercarse por el olor a sangre. 

- ¿Monstruos? - Preguntó Edgar extrañado.

- Exactamente, se me olvidó de explicártelo, pero los monstruos empezarán a aparecer alrededor del mundo desde ahora. Son un mecanismo que las malditas palomas esas envían a la tierra para limpiar tanto a humanos como a demonios. 

- ¡No te olvides de cosas tan importantes como estas! - Exclamó Edgar. 

- Bueno, Bueno, lo siento. Solo fue un descuido. Ahora sí que sí. Empieza a prepararte, tienes una hora hasta que empiece a desmoronarse la barrera. Hasta que nos volvamos a ver, te deseo la mejor suerte de todas. - Pronunció Khaley, mientras se enrollaba sobre su propio cuerpo y convocaba un circulo mágico bajo él. 




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