Mundos Diferentes

Malditos secretos

La verdad es que me sentía muy molesta y asustada, no sabía qué hacer. Estaba frente a mis padres, quienes no decían nada, solo me observaban y actuaban como si estuvieran pensando. Sin más que decir, subí las escaleras hacia mi habitación, pues los dolores de cabeza extremos habían vuelto y eran más intensos que la última vez.

Estaba en mi habitación cuando alguien tocó la puerta. No quería hablar con nadie, pero la persona que entró fue Thomas.

Se acercó a mí y me abrazó, y de inmediato, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Realmente necesitaba un poco de cariño, porque, como dicen, aunque una persona sea fría, necesita amor. Entonces, Thomas me miró y me dijo:

—Charly... también soy adoptado.

Hacía mucho que no me decía así.

—Sí, eso también es cierto —respondí, sin más.

—¿Qué pasó cuando te fuiste? —preguntó, visiblemente preocupado.

—Conocí a un hombre, dijo que era mi abuelo... —le conté todo lo que aquel hombre me había dicho. La verdad, estaba dudosa de que me creyera, ya que, por mis antecedentes, todos pensaban que estaba loca.

Pero no fue así. Él me creyó, y pude notar la sinceridad en sus ojos.

—Entonces, si entendí bien, ¿nosotros somos primos? ¿Dylan es tu hermano, mi hermano es Antony y Samanta y Alicia son hermanas? Y bueno, ¿pensar que me desagrada completamente Antony? —dijo, mostrando su desaprobación por su hermano.

—En mi opinión, creo que debemos reunirnos todos y explicar lo que está pasando, para saber qué decisión tomar. Nuestro abuelo quiere reclutarnos, así que es mejor que nos mantengamos juntos, porque si no, él podría llevarnos a todos. ¿O sí? —pregunté, un poco dudosa.

—Creo que sí podría llevarnos a todos, pero será más fácil si estamos juntos. Así podremos enfrentarlo y aprender más sobre lo que está pasando —respondió con firmeza—. Pero antes, debemos elaborar un plan.

—Es cierto, él quiere jugar, pues jugaremos.

—Primero hay que hablar con los demás y explicarles todo esto. Pero espero que todos nos crean.

Les mandé un mensaje a todos y creé un grupo en WhatsApp.

Mensaje de Charlotte: Chicos, es urgente. Mañana nos vemos en la entrada de la escuela, ninguno irá a clases. Tengo algo muy importante que decirles.

Todos respondieron que estarían allí.

—Bien, entonces nos vemos mañana. Descansa, y recuerda, no estás sola. Yo nos libraré de esto hasta las últimas consecuencias.

—Igualmente, descansa —respondí antes de que saliera de mi habitación. Me quedé sola, planeando una estrategia y pensando en cómo les explicaría todo esto.

De tanto pensar, me quedé dormida...

23 DE SEPTIEMBRE

5:00 am.

Me sentía un poco cansada, pero con mucho miedo. Hoy vería a mis amigos y tendría que explicarles toda la situación.

Así que me levanté, me bañé y me cambié. Era el primer día en que no tardaba nada en hacer mis cosas; siempre he sido una persona muy lenta.

Thomas llegó a las 6:30. Salí corriendo de mi casa y me subí a su auto, pero en realidad, quien conducía era su mamá. ¡Qué tonta, claro que Thomas no podía conducir, aún tenía un yeso en su pie!

—Hola, Charlotte —me dijo su madre, con una sonrisa. No entendía por qué era tan amable con todos, pero tan exigente con su hijo.

—Tranquila, Charlotte, mi madre sabe toda la situación. Ella estará con nosotros en todo momento. Sube al auto, es tarde y tenemos que ir por Alicia.

Todo el camino fue muy silencioso, hasta que llegamos a la casa de Alicia. Ella ya estaba lista, lo cual era raro, ya que, al igual que yo, siempre tardaba mucho en salir.

—Hola, ¿cómo están? —saludó Alicia, al vernos.

—Bien, sube al auto —dijo Thomas, sin apartar la vista del camino.

Llegamos a la escuela, donde ya nos esperaban Dylan y Samanta en la entrada. Solo faltaba Antony.

Salí del auto y me dirigí hacia ellos. Les informé que tenían que subirse al coche, pero ya éramos muchos y no sabíamos cómo hacer para organizarnos. Entonces, se me ocurrió que lo mejor sería ir en la camioneta de Dylan, y se lo comenté. Dylan aceptó, así que todos salimos del auto y nos subimos a la camioneta. Estuvimos esperando un rato hasta que Antony finalmente salió.

La mamá de Thomas comenzó a conducir y yo le daba las instrucciones para llegar a nuestro primer destino: el psiquiatra. Quería saber cómo detener todo esto y liberarnos a todos. Tal vez ella tuviera la respuesta.

Durante todo el camino, todos estábamos nerviosos, sin entender lo que estaba pasando. Antony aún no nos creía del todo; pensaba que solo era una broma y que estábamos buscando excusas para no ir a clases. Le parecía divertido, solo porque no iríamos a la escuela.

Sin embargo, yo tenía mucho miedo. No lograba entender si todo esto era real o si solo era producto de mi imaginación.

—Voy a estar contigo —me dijo la voz de Thomas, sacándome de mis pensamientos. Solo me sonrió.

Pero yo sabía que él tenía el mismo miedo que yo. A pesar de ello, le sonreí de vuelta. No quería hablar más del tema, mis nervios no me dejaban pensar con claridad.

Finalmente, llegamos al psiquiátrico. Al acercarme a la puerta, vi a la misma señora de la vez anterior.

Solo le dije:

—Buenos días, vine a ver a Marrie Dan.

—Buenos días, joven, ¿no te han dicho? —me respondió.

—¿Qué cosa? —pregunté, confundida.

—Tu abuela ya no vive, lo siento mucho. Aquella vez que viniste, ella se aventó desde la ventana de su cuarto y murió al día siguiente.

—¿Qué? —exclamé, sin poder creerlo.

—Sí, lo siento mucho. Pensé que ya lo sabías. Nadie vino a recoger sus pertenencias ni su cuerpo, así que la incineramos. Tendré que entregarte sus cenizas y sus pertenencias.

—Está bien —respondí, aún en shock.

—Ven conmigo.

Entramos a una oficina y allí estaban las cosas de mi abuela. Me sentía muy extraña.



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En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 01.02.2025

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