Mundos Diferentes

La fiesta en el otro mundo.

Ya estaba lista cuando Jayden vino a tocar a mi puerta para decirme que debía bajar a recibir a los invitados.

Bajé las enormes escaleras, que me parecían interminables. Cada escalón me sentía más pequeña, como si esa casa gigantesca me tragara. Todo en este lugar era extraño, como si fuera magia, nada tenía sentido y mi estómago se retorcía de nervios y confusión.

Cuando llegué afuera, mi abuelo me abrazó con fuerza, como si quisiera infundirme seguridad, pero su toque me hizo sentir más nerviosa. Me miró con una sonrisa fría y me dijo:

—Disfruta este lugar, a pesar de todo, no es tan malo.

—Está bien —respondí en voz baja, sin saber si estaba tratando de tranquilizarlo o a mí misma.

Las personas a mi alrededor me miraban fijamente, y me sentí como un objeto de exhibición. Pensé que esto era un sueño, pero la incomodidad que sentía me decía que no lo era. Lo único que realmente me importaba era salvar a mis amigos. No quería que les pasara nada, porque, a pesar de todo, los quería como familia. Bueno, en realidad, se habían convertido en mi familia.

—Bueno, todos pongan atención. Les presento a mi orgullo de la familia, mi nieta Charlotte Dan. Ella es la más hermosa y talentosa. Sé que le irá muy bien —dijo mi abuelo con una mezcla de orgullo y frialdad desde las escaleras.

Todos respondieron al unísono: —¡Bienvenida!

Después de eso, me sentí perdida entre las personas. Me hablaban, me decían lo bonita que era y lo felices que estaban de tenerme allí, pero mi mente estaba en otro lugar. Un nudo se formó en mi estómago y deseaba que el día terminara. Me sentía como una marioneta, atrapada en un escenario que no había elegido. Cuando las personas me miraban, la incomodidad era tan grande que me costaba respirar. Traté de ser paciente hasta que llegara el momento del ritual.

Salí al jardín y allí encontré a Jayden, parado como si estuviera esperando que lo hiciera.

—¿Dónde están mis amigos? —le pregunté, con la voz tensa. Sabía que él los había encerrado, pero aún me costaba aceptar que alguien pudiera hacerles daño.

—¿De qué estás hablando? —respondió Jayden en tono burlón, como si estuviera disfrutando de mi angustia.

—Mira, no estoy jugando. Ya estoy cansada de todo esto. Quiero estar en mi casa, no en medio de estas tonterías. Así que dime, ¿dónde están? —dije con firmeza, tratando de no dejar que mis emociones me traicionaran.

—Tranquila, princesa. Pronto los verás. Están bien —contestó Jayden con una sonrisa que no alcanzaba a esconder la burla en su tono.

—Te he dicho que no me digas "princesa" —reproché, con la voz entrecortada por la rabia.

—¿Y por qué no? Eres tan bonita que te lo digo de cariño —respondió, como si estuviera disfrutando de mi incomodidad.

—No me importa, solo no lo hagas —contesté, cerrando los ojos para intentar calmarme.

—Bueno, sé que te gusto, por eso te pones nerviosa —dijo con una sonrisa de suficiencia, provocándome aún más.

—¿Sueñas? En lugar de decir tonterías, dime dónde están mis amigos. Quiero verlos un momento, asegurarme de que estén bien.

—Está bien, sígueme —dijo con desdén, como si todo fuera un juego para él.

Caminamos por el jardín hasta la parte trasera de la casa. Al llegar allí, solo había una puerta de hierro en el suelo. Me miró y dijo:

—Ahí están.

—Pues abre la puerta —respondí, con la esperanza de que todo fuera una mala jugada.

—¿Por qué no la abres tú? —dijo, mirando hacia otro lado, como si no le importara.

Intenté abrir la puerta, pero estaba demasiado pesada. Parecía que lo había hecho a propósito, porque me vio y comenzó a reírse. La rabia me subió como una ola, pero traté de mantener la calma.

—Charlotte, eres muy débil. No entiendo por qué te quieren como líder. No tienes nada que te haga apta para ser la sucesora de este lugar. Esto no es para ti.

Las palabras de Jayden me atravesaron como cuchillos. No entendía por qué sentía tanto desprecio hacia mí, pero no podía dejar que me afectara.

—Lo sé. ¿Por qué crees que no quería venir aquí? ¿Acaso pensaste que vine porque quiero ser lo que mi abuelo quiere que sea? No, vine para sobrevivir. Sé que esto no es para mí. Nunca me he visto haciendo lo que me obligan a hacer. Tú no sabes lo que es estar psicológicamente dañada, sin entender lo que pasa, pero con recuerdos vagos que te impiden dormir. ¿Qué opinas de eso? —respondí con la voz quebrada, dejando salir todo lo que había guardado.

—Tranquila. Mejor entra —dijo, con un tono que ya no parecía tan burlón.

Entré por la puerta y vi unas escaleras oxidadas. Había una reja que él abrió con una llave. Me dijo que entrara y, aunque sabía que no debía confiar en Jayden, algo en su mirada me hacía sentir que no me haría daño. Tal vez era una falsa sensación de seguridad, pero no podía dejar que la desesperación me derrotara.

Vi a mis amigos, estaban bien. Aliviada, corrí hacia Thomas, mi hermano de corazón. Lo abracé con fuerza. Sentí sus brazos rodeándome, y por un momento, todo parecía estar bien. Pero en cuanto vieron a Jayden, sus sonrisas desaparecieron como si se apagara una luz.

—¿Qué hace él aquí? —dijo Thomas, furioso.

—Tranquilo. Solo quería que ella dejara de estar asustada. Quería asegurarse de que ustedes estuvieran bien. Además, saben que también están invitados a la fiesta, así que tienen que arreglarse —respondió Jayden, como si estuviera hablando de algo trivial.

Thomas me miró y asentí con la cabeza. Tenía un plan y sabía que podía confiar en él. Mis amigos accedieron a cambiarse.

Jayden me agarró del brazo y me sacó corriendo, como si fuera una niña obediente.

—Ya va a empezar. Tu abuelo te está buscando. Manda un mensaje a tus amigos para que salgan cuando estén listos. Dejé la puerta abierta.

—Está bien —dije con la voz cansada, pero también decidida.

Les envié los mensajes y me fui con mi abuelo.



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En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 01.02.2025

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