Mundos Diferentes

La Traicion

Al llegar a la casa, lo primero que notamos fue el silencio absoluto. No se veía ni una luz encendida en las ventanas, lo que era inusual. Después de todo, mi abuelo siempre mantenía las luces encendidas hasta tarde. Me giré hacia Jayden y le hice una señal con la mano para que se acercara. Sin decir palabra alguna, ambos nos dirigimos rápidamente hacia la parte trasera de la casa, donde el lago ofrecía una forma segura de entrar sin ser vistos. Jayden parecía un poco nervioso, lo notaba en su caminar apresurado, pero no dije nada. Si íbamos a hacer esto, debía ser rápido y eficiente.

La decisión de entrar por el lago fue lógica, aunque peligrosa. Sabíamos que si entrábamos por la puerta principal, nos arriesgaríamos a que alguien nos viera. No queríamos alertar a nadie de nuestra presencia antes de estar completamente listos. Nadie sabía exactamente qué nos esperaba adentro. El lago era nuestra única opción para evitar ser detectados. Mientras caminábamos por el borde, el agua estaba fría y la brisa cortante, pero ambos nos mantuvimos en silencio, sabiendo que cada paso debía ser calculado.

Al llegar a uno de los cuartos traseros de la casa, me aseguré de que todo estuviera en silencio. Abrimos la ventana con cautela, sin hacer ruido, y luego saltamos al interior. Al instante, un ambiente frío nos envolvió, y la sensación de incertidumbre se apoderó de mí. El cuarto estaba oscuro, apenas iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas.

—Todo está en silencio, esto es raro —dijo Jayden en voz baja, como si intentara convencerme de que algo no iba bien.

Lo miré y asentí. Había algo extraño en el aire. La casa estaba demasiado tranquila. El sonido de nuestras respiraciones era lo único que se oía en ese momento. Sabía que algo se ocultaba en esa oscuridad, pero no estaba segura de qué.

—Vamos —le susurré—. No perdamos más tiempo.

Nos dirigimos hacia el pasillo principal, manteniéndonos cerca de las paredes. Caminamos en silencio, con los nervios a flor de piel, sin saber exactamente qué esperar. Cada paso que daba retumbaba en mis oídos, haciendo que me sintiera más nerviosa. Finalmente, llegamos a la puerta que daba al resto de la casa. Jayden la abrió con cuidado, permitiendo que los demás entraran.

La casa seguía en un extraño silencio. Cuando todos entraron, comenzamos a revisar cada habitación, buscando señales de vida, de alguien más que pudiera estar allí. Lo primero que hice fue revisar los pasillos y las habitaciones, sin encontrar nada. No había nadie, al menos, eso era lo que pensábamos al principio.

Al caminar por el último pasillo, Alicia rompió el silencio.

—¿Dónde están? —preguntó con una expresión preocupada en su rostro.

Me giré hacia ella, sintiendo cómo el pánico comenzaba a apoderarse de mí. La incertidumbre de la situación me estaba afectando más de lo que quería admitir.

—No lo sé —respondí, mirando a Jayden. Estaba esperando que él pudiera aportar alguna pista, pero él parecía igual de confundido.

—Creo que sé dónde están —dijo Jayden, como si hubiera tenido una revelación, y me miró fijamente.

—¿Dónde? —pregunté, con la esperanza de que tuviera una respuesta.

—Están en el otro mundo —respondió Jayden, con una mirada decidida.

A pesar de no entender completamente a qué se refería, no había tiempo para dudas. La urgencia de la situación me impulsó a seguir adelante.

—Entonces vamos —dijo Dylan, con tono firme. No había tiempo que perder.

El grupo se puso en marcha y, finalmente, llegamos a los cuartos de mis sueños. Los pasillos eran exactamente como los había soñado. La misma sensación de déjà vu me envolvía mientras avanzábamos. En mi mente, podía recordar cómo, durante noches enteras, me había despertado con imágenes claras de esos pasillos, como si de alguna manera ya los conociera.

Cada uno de nosotros se dirigió hacia su respectiva puerta. Jayden, como era de esperar, no podía entrar solo. Era un hecho que aún no entendía del todo, pero parecía que Jayden no era parte de la familia, y por lo tanto, debía acompañarme. Así lo hicimos.

Nos dirigimos hacia una habitación que representaba una galaxia. En el centro, una pintura gigantesca de un cielo estrellado adornaba la pared. Todo a su alrededor emanaba una energía extraña, como si estuviéramos en otro plano de existencia. De alguna manera, sentí que esto era más que un simple cuarto. Era una entrada, una conexión hacia algo más grande, algo que nunca había entendido completamente.

Al entrar en el cuarto, nos encontramos con los demás, que estaban frente a lo que parecía ser una tienda, un pequeño puesto de mercado, pero no estaba claro qué estaban haciendo allí. Caminé hacia ellos, sintiendo el peso de la situación sobre mis hombros.

—Vamos para atrás, para que nadie nos vea —les susurré. Sabía que era crucial mantenernos ocultos. Cada paso que dábamos podría ser crucial para lo que estaba por venir.

—Lo primero que debemos hacer es encontrar a mi abuelo y ver qué podemos hacer —agregué, con voz firme. No estaba segura de lo que esperaba encontrar, pero debía actuar rápido.

Todos nos pusimos en marcha, y justo en ese momento, las luces se apagaron. Todo quedó en total oscuridad, y el pánico se apoderó de mí. No sabía si era una trampa o si simplemente era parte de lo que debía suceder.

Desperté con un sobresalto, y al abrir los ojos, me encontré en una mesa, atada por los pies. Mis compañeros estaban ahí, con las mismas cadenas que yo. Algo no encajaba. Al principio, pensé que estaba soñando, pero la realidad era innegable. Estábamos atrapados.

Cuando todos despertaron, la puerta se abrió de golpe, y una figura apareció. Era nuestro supuesto abuelo, pero su presencia era tan sombría, tan inquietante, que me hizo sentir un escalofrío recorrer mi espalda. No dijo nada al principio, solo nos observaba, con una mirada llena de desilusión.



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En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 01.02.2025

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