Narrado por Thomas
Charlotte no ha dicho una sola palabra desde esa noche.
Todos regresamos a la mansión en completo silencio, como si el viento nos arrastrara, como si nuestros cuerpos se movieran solos, sin alma. Nadie se atrevía a hablar. Nadie tenía el valor de romper el vacío que había quedado tras la desaparición de su reflejo.
Yo observaba a Charlotte desde lejos. Caminaba como una sombra, como si una parte de ella se hubiese quedado en el portal. Se encerró en su habitación y no salió en toda la mañana. Cuando fui a tocar la puerta, no respondió. No tenía que hacerlo. Sabía que necesitaba estar sola.
Y sin embargo, también sabía que si dejaba pasar demasiado tiempo, esa oscuridad que acababa de vencer, esa que había enterrado, podría buscar otro camino para regresar.
—¿Crees que va a estar bien? —preguntó Alicia a mi lado, mientras nos sentábamos en la terraza de la mansión, mirando al bosque que ahora parecía tranquilo.
—No lo sé —admití—. Creo que ninguno de nosotros volverá a estar bien del todo.
Samanta apareció con una bandeja de té y algunos panecillos que alguien había preparado. No tocamos nada.
—Vi a Dylan llorando en el bosque esta mañana —dijo, sin mirarnos—. Nunca lo había visto así.
—Nos está afectando a todos —respondió Alicia—. El enfrentamiento con tu reflejo... eso no es algo que simplemente olvides. Es como mirarte al espejo y ver el peor día de tu vida repetirse una y otra vez.
—¿Y si ella no vuelve a ser la misma? —dijo Samanta, en voz baja.
La pregunta quedó flotando. Yo no quería responder. Tenía miedo de hacerlo.
Pasaron dos días.
Charlotte finalmente salió de su habitación, pero no era la Charlotte que conocíamos. Caminaba más despacio, su mirada se perdía en rincones vacíos, y su voz apenas era un susurro. Se unió a nosotros en el desayuno sin decir nada. Solo se sentó y tomó un poco de café frío, como si el sabor no importara. Como si estuviera haciendo un esfuerzo sobrehumano por existir.
Me acerqué a ella.
—¿Puedo sentarme?
Asintió, sin mirarme.
—¿Quieres hablar?
—No sé qué decir —susurró.
—No tienes que decir nada.
Hubo un largo silencio entre nosotros.
—Cuando la destruí... no sentí alivio. Pensé que iba a sentir paz, fuerza... pero solo me sentí vacío.
—Lo que hiciste fue grande, Charlotte. Nos salvaste más que a nosotros. Cerraste algo que nadie antes pudo cerrar.
—¿Y si lo único que hice fue encerrarla... dentro de mí?
Esa frase me heló la sangre.
—No estás sola —le recordé—. Nunca lo has estado. Y nunca lo estarás.
Ella finalmente me miró. Sus ojos estaban secos, pero eran más oscuros. No tristes... sino marcados. Como si hubiese visto el final del mundo y ahora tuviera que aprender a vivir en él.
—Gracias —susurró—. No por estar aquí, sino por no soltarme.
Le tomé la mano, y por primera vez en días, sentí que una chispa de la antigua Charlotte seguía viva. Pequeña. Frágil. Pero real.
Esa tarde, reuní a todos en la biblioteca. Sentí que era momento de hablar, aunque nadie lo dijera en voz alta. Charlotte se sentó junto a mí. Dylan llegó último, con los ojos hinchados. Antony estaba más callado que de costumbre. Y Samanta no dejaba de mirar por la ventana.
—Tenemos que decidir qué hacer —dije.
—¿A qué te refieres? —preguntó Dylan, sin emoción.
—No podemos quedarnos aquí esperando que algo más pase. El portal se cerró, pero este lugar no es seguro. No lo ha sido nunca.
—¿Quieres irte? —preguntó Samanta.
—No. Quiero descubrir la verdad completa —respondí—. El linaje de los Dan no terminó con Charlotte. Ella tenía familia. Hermanos. Primos. Lo dijo Marrie. Y si el contrato que Charlotte rompió era uno... ¿qué pasaría si hay otros?
El silencio volvió a invadir la sala.
—No me importa lo que cueste —dijo Alicia de repente—. Quiero saber quién soy realmente. Ya no puedo seguir fingiendo que esto fue un mal sueño.
Charlotte levantó la vista.
—Entonces... vamos a encontrarlo.
Sus palabras eran suaves, pero firmes. Por fin sonaban como ella.
Nos miramos entre todos. Ya no éramos los mismos. Tal vez nunca lo fuimos. Pero ahora sabíamos que estábamos unidos por algo más grande que los sueños o las visiones.
Éramos herederos de un pasado maldito. Y aunque el portal se hubiera cerrado... la historia apenas comenzaba.
Editado: 30.06.2025