Narrado por Charlotte
No dormí.
No podía.
Desde que tocamos el libro, algo cambió dentro de mí. Algo que no puedo explicar con palabras comunes. No fue solo una voz. No fue una visión. Fue... una raíz. Silenciosa, densa, oscura. Creciendo en algún rincón de mi mente. Y lo peor de todo es que no la siento como una invasora.
La siento como si siempre hubiera estado ahí.
Como si, por fin, hubiera despertado.
Desde niña tuve sueños que no sabía interpretar. Ahora me doy cuenta de que tal vez no eran sueños. Eran advertencias. Ecos de una verdad que me habían negado. La historia de mi familia, la maldición, el portal... todo fue solo el inicio.
La raíz, la raíz verdadera, no estaba en la casa.
Estaba en nosotros.
A la mañana siguiente, me miré al espejo. Buscando diferencias. Cualquier señal externa. Mi reflejo era el mismo, pero... no. No del todo.
Mis ojos se sentían más oscuros. No por el color, sino por la forma en que veían. Como si observaran cosas que no estaban ahí. Como si, al mirar el mundo, pudiera ver entre sus grietas.
Vi a mi madre muerta en mi sueño. Vi el rostro de mi abuela llorando en el hospital. Vi a Jayden siendo arrastrado por sombras en un futuro incierto. Vi la casa... desmoronándose. Pero no en ruinas físicas, sino en raíces quemadas. Como si algo la estuviera devorando desde abajo.
Y vi mi reflejo... sonriéndome. No el reflejo de la sombra que ya enfrenté. Uno nuevo.
Uno... con ramas saliendo de su espalda.
Al mediodía, salí a caminar al bosque sola.
Tenía que hacerlo.
El aire se sentía diferente ahora. Más... antiguo. Más denso. Como si el bosque estuviera vivo de una forma que antes no lo estaba. Mis pasos crujían sobre hojas que parecían murmurar al romperse.
Caminé sin rumbo, hasta llegar al claro donde estaba el portal.
Cerrado. Silencioso.
Pero no muerto.
Me arrodillé frente a él. Apoyé la mano en el suelo, y la sentí: una pulsación. Como un latido. Como si algo siguiera ahí abajo, esperando. Dormido... pero respirando.
—¿Qué soy ahora? —pregunté al aire, a los árboles, a la tierra.
Y por primera vez en mi vida... recibí una respuesta clara, dentro de mi mente.
"La voz. El canal. El brote del final."
Me alejé, temblando. La frase no venía de mí. Era como si me la hubieran sembrado.
Recordé el libro. Vox Radix. "La voz de la raíz".
Yo era la voz.
Pero... ¿de qué?
¿De quién?
Esa noche tuve un sueño distinto a todos los anteriores.
Me encontraba en un campo oscuro, bajo un cielo sin estrellas. A lo lejos, había un árbol enorme. Negro. Seco. Pero no muerto. De él colgaban cuerpos. Cientos. Atados con cuerdas hechas de palabras. Cada cuerpo tenía un símbolo en la frente: Sol, Luna, Marte, Júpiter, Saturno... y uno nuevo: la Raíz.
Me acerqué al árbol, y al tocarlo, una figura descendió de sus ramas. Era yo.
Pero completamente cubierta de marcas, como si cada palabra del libro se hubiera tatuado sobre mi piel.
—No temas, Charlotte —me dijo—. No has sido elegida. Has sido sembrada.
—¿Qué significa eso?
—Que no eres el resultado. Eres el inicio.
Desperté gritando.
Corrí al pasillo y choqué con Thomas. Me sujetó del brazo, asustado.
—¿Estás bien?
—No —respondí—. Nada está bien.
Lo abracé sin decir nada más. Él no preguntó. Me sostuvo fuerte, como si supiera que había cosas que ya no se podían explicar con palabras.
—Charlotte... tus venas... —susurró.
Miré mis brazos. Había líneas negras, finas, como raíces, recorriéndolos lentamente bajo la piel.
—Estoy cambiando —le dije.
—¿En qué te estás convirtiendo?
Levanté la mirada y respondí con voz firme, sin temblar:
—En lo que siempre he sido. Solo que ahora... estoy lista para verlo.
Editado: 30.06.2025