Mundos Diferentes

El segundo latido

Narrado por Jayden

Soñé con raíces que no tocaban tierra.

Estaban suspendidas en el aire, retorcidas como serpientes, latiendo como si tuvieran pulso propio. Colgaban de un cielo púrpura, desafiando la lógica, y debajo de ellas no había suelo: solo un abismo que respiraba.

Y en medio de ese lugar imposible... estaba yo.

Solo.

Charlotte no estaba.

Ni la casa, ni la mansión, ni el mundo.

Solo yo... y el sonido.

Un latido.

No como el que sentimos cuando ella tomó el Corazón de la raíz. Este era diferente. Más lento. Más antiguo. Más... podrido.

THUMP... THUMP...

El sonido venía de todos lados y de ninguno. Como si el universo mismo tuviera un corazón escondido en su espalda. Cada latido me empujaba hacia abajo, como si el sueño intentara arrastrarme al centro del abismo.

Y entonces, la vi.

No era Charlotte.

Era ella.

La figura que habíamos visto en la pintura del sótano. La Heredera Silente original.

Pero ahora no era una niña. Era un ser alargado, sin rostro, con cuencas abiertas por donde salían raíces que lloraban sangre. Su cuerpo flotaba como si la gravedad no la afectara.

Y habló.

"Uno despertó la raíz..."

"El otro... debe arrancarla."

Intenté responder, pero no podía moverme. Estaba clavado en el lugar, atrapado en una prisión invisible de pensamientos.

"El segundo corazón no duerme... espera."

"Y cuando despierte... nadie recordará qué es humano."

El viento púrpura se tornó negro. Las raíces se abrieron como bocas. El cielo comenzó a gritar. Y la figura extendió sus manos... hacia mí.

Y entonces desperté.

Empapado en sudor. Gritando.

Charlotte estaba dormida junto a mí, profundamente, con el rostro en calma. Sus manos entrelazadas. Por un instante... parecía una chica normal. Pero sabía que no lo era. Y después de ese sueño, supe que algo mucho más terrible se aproximaba.

No tenía pruebas. Solo el presentimiento.

Pero si la raíz que ella tomó era el primer corazón...

El segundo no estaba sellado.

Estaba esperando.

Fui a la cocina en silencio. Serví agua y me quedé mirando por la ventana. Aún era madrugada. El cielo estaba cubierto por nubes que no se movían. Parecían fijas, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.

Thomas llegó poco después.

Me miró, con el rostro igual de cansado que el mío.

—No pude dormir —dijo.

—Yo tampoco.

Nos quedamos en silencio.

—¿Crees que Charlotte aún está de nuestro lado? —preguntó finalmente.

—Sí —respondí sin titubeos—. Pero no estoy seguro de que pueda mantenerse ahí.

Thomas asintió. No le costaba creerlo. Ninguno de nosotros estaba tan firme ya.

—Soñé con el segundo corazón —le dije.

Él me miró de inmediato.

—¿Cómo lo supiste?

—Me lo mostró... ella. La original. La del mural. Me dijo que alguien tiene que arrancar la raíz.

—¿Y si eso significa... destruir a Charlotte?

No respondí.

Porque la pregunta dolía.

Porque una parte de mí sabía que, si llegaba ese momento... no podría hacerlo.

Cuando amaneció, salí al jardín.

La tierra parecía tranquila. Pero había algo nuevo: en la base del árbol más viejo, había brotado una flor violeta. Única. Ajena a todo el paisaje.

Me agaché a mirarla.

Tenía un símbolo grabado en los pétalos: el mismo que Charlotte había dibujado en su cuaderno.

El símbolo del Segundo Corazón.

Y entonces lo supe.

No era una visión.

El segundo corazón... ya estaba despertando.



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En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 30.06.2025

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