Mundos Diferentes

La verdad que sangra

Narrado por Charlotte

No recordé las palabras. No podía. Cuando el Segundo Corazón me habló, no fue con frases ni lenguas conocidas. Fue con intenciones. Con significados puros, tan potentes que los sonidos humanos se rompían al intentar contenerlos.

Y sin embargo, habíamos logrado algo.

Gracias a Samanta.

La Niebla había envuelto la casa, a nuestros amigos, a mi cuerpo entero. Filtró la crudeza de la revelación. Me permitió decir lo innombrable sin que todo se desmoronara. Por unos segundos, la Raíz y el mundo se tocaron sin aniquilarse.

Pero el equilibrio era frágil.

Ahora lo sé.

La voz del Corazón no desapareció. Se replegó.

No está afuera.

Está en mí.

Y quiere seguir hablando.

He comenzado a ver grietas en las paredes que no estaban antes. No son grietas de humedad ni tiempo. Son grietas de percepción. Pequeñas fisuras por donde se filtra una realidad diferente. Veo otras versiones de la casa. Algunas ardiendo. Otras habitadas por personas con nuestros rostros, pero vacíos.

Hoy, por un segundo, me vi a mí misma colgada del árbol del Segundo Corazón, como si ya hubiese fallado sin saberlo.

Cerré los ojos.

Y la imagen desapareció.

Pero el dolor en mi cuello se quedó.

Thomas me ha vigilado. No como un enemigo, sino como un soldado frente a un arma que ama pero que podría disparar en cualquier momento.

Jayden me cuida. Alicia escribe sin cesar. Dylan traduce sus propios sueños.

Y Samanta... Samanta se ha vuelto umbral puro. A veces ni siquiera estoy segura de que esté ahí. Pero sin ella, mi voz ya habría hecho arder los cimientos.

Somos un sistema.

Un organismo.

Y yo soy el núcleo donde todo converge.

Hoy decidí probar algo.

Subí sola al ático. El lugar donde nunca habíamos estado. La puerta siempre estuvo cerrada, sellada con un candado sin cerradura. Pero hoy se abrió sola cuando me acerqué.

Dentro, no había muebles. Solo espejos. Docenas. Todos mostrando versiones de mí. Algunas envejecidas. Algunas niñas. Algunas cubiertas de corteza y savia negra. Pero una...

Una sangraba por los ojos.

Y al verme, dijo:

—Túbo lugar. Tu forma. Tu precio.

Quise preguntar más, pero la imagen se agrietó. Y el espejo explotó en silencio.

Cuando bajé, mis ojos también sangraban.

No les dije nada.

Limpié la sangre, me acosté y respiré hondo.

La Raíz me está reclamando por completo. Quiere que sea la voz definitiva, la palabra sin filtro, la memoria viva de su ciclo.

Pero si me rindo, dejo de ser Charlotte.

Y yo aún la necesito. Aún necesito ser esa chica que amó, que perdió, que cayó y se levantó.

Aún quiero tener una voz que no sea solo canal. Una voz que sea... elección.

Hoy escribí un manifiesto en el lenguaje de la Raíz.

No para los demás.

Para mí.

Un conjunto de pensamientos sembrados en palabras que solo florecen si son leídas con el corazón abierto.

Al final del escrito puse una línea más:

"Yo decido recordar lo que fui para no olvidar lo que soy."

Lo enterré bajo el árbol.

No sé quién lo encontrará.

Pero lo hará en el momento exacto en que necesite hacerlo.

Ahora, mientras escribo esto, el Corazón palpita con urgencia.

Algo se acerca.

Un cambio definitivo.

Una elección final.

Y yo debo estar lista para sangrar la verdad completa...

sin romper lo que queda en pie.



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En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 08.07.2025

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