Ken era un chico como pocos: carismático, intrépido y siempre con una sonrisa en el rostro. Sus amigos lo consideraban el alma de la fiesta, pero su vida estaba a punto de cambiar drásticamente de manera inesperada.
Una tarde, mientras Ken caminaba por un parque solitario, descubrió una estructura antigua, cubierta de musgo y enredaderas. La curiosidad lo llevó a investigar más de cerca. Al tocar una extraña inscripción en una de las piedras, un portal mágico se abrió de repente frente a él, absorbiéndolo en un torbellino de luces y sombras.
Cuando Ken recuperó la conciencia, se encontraba en un santuario oscuro y raro, lleno de estatuas misteriosas y velas parpadeantes. El aire era denso y frío, y una sensación de peligro inminente lo envolvía. De pronto, un rugido estremecedor resonó a través del santuario, haciendo eco en las paredes de piedra.
Frente a él apareció un monstruo delgado y rojo, con ojos brillantes y garras afiladas. La criatura daba miedo solo con mirarla y no perdió tiempo en lanzarse hacia Ken, con una velocidad aterradora. Sin saber qué hacer, Ken comenzó a correr desesperadamente, sus pasos resonando en el suelo de piedra.
En medio de su huida, Ken gritó con todas sus fuerzas: "¡Dios, por favor, ayúdame!". Justo cuando sentía que el monstruo lo alcanzaría, una luz cegadora iluminó el santuario.
Apareció una hermosa chica, vestida con una armadura brillante y empuñando una katana resplandeciente. Con movimientos rápidos y precisos, se lanzó contra el monstruo, cortándolo en muchos pedazos con una habilidad impresionante. Los restos del monstruo se desvanecieron en el aire, dejando solo un rastro de humo.
Ken, aún aturdido, miró a la chica con asombro y gratitud. Ella guardó su katana y le dijo (seriamente). "Estás a salvo ahora," dijo ella con voz firme y reconfortante. "Mi nombre es Aiko. Tenemos mucho que hablar."
Y así comienza la aventura de Ken en un mundo que jamás había imaginado, junto a su inesperada y valiente aliada, Aiko.
Ken seguía a Aiko a través del misterioso santuario, todavía asimilando lo que acababa de ocurrir. Cuando salieron, fueron recibidos por un vasto paisaje lleno de montañas y bosques. La luz del sol comenzaba a despuntar, llenando de colores vivos el horizonte.
"Debes tener muchas preguntas," dijo Aiko, rompiendo el silencio. "Este mundo es muy diferente al tuyo."
"Sí, muchísimas," admitió Ken. "¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es este lugar?"
Aiko respiró hondo antes de responder. "Este es el Reino de los Sueños. Fuiste traído aquí por el Mago de los Sueños, un ser antiguo con grandes poderes. Ha predicho un caos inminente que podría destruir nuestro mundo. Tú, Ken, fuiste elegido para ayudarnos a evitarlo."
"¿Yo? ¿Por qué yo?" preguntó Ken, incrédulo.
"El Mago de los Sueños tiene la habilidad de ver en el alma de las personas. Vio en ti un corazón valiente y un espíritu indomable. Necesitamos a alguien con tu valentía y carácter para enfrentar lo que se avecina," explicó Aiko.
Mientras caminaban, Ken y Aiko comenzaron a conocerse mejor. Ken le contó sobre su vida en su mundo, sus amigos y sus sueños. Aiko, a su vez, le habló de su aldea, un lugar lleno de guerreros y sabios que se preparaban para la batalla que se aproximaba.
Llegaron a la aldea al atardecer. Era un lugar pintoresco, con casas de madera y jardines florecientes. Los aldeanos los recibieron con calidez y curiosidad, pero también con una sombra de preocupación en sus rostros.
"Primero descansa y come algo," dijo Aiko mientras lo guiaba a una casa acogedora. "Mañana iremos a ver al Mago de los Sueños. Estoy segura de que él podrá explicarte mejor lo que está ocurriendo y cómo puedes ayudarnos."
Ken asintió, agradecido por la hospitalidad y la información, aunque todavía se sentía abrumado por todo lo que había sucedido. Esa noche, mientras descansaba en una cama cómoda por primera vez desde su llegada, no pudo evitar pensar en lo extraño y maravilloso que era este nuevo mundo. Y, sobre todo, en el desafío que tenía por delante.
Al día siguiente, Ken y Aiko emprendieron el camino hacia la casa del Mago de los Sueños. El viaje prometía ser revelador, y Ken estaba decidido a descubrir más sobre su papel en este misterioso reino y cómo podría ayudar a salvarlo del caos inminente.
El sol brillaba alto mientras Ken y Aiko avanzaban por el sendero hacia la casa del Mago de los Sueños. El paisaje era hermoso, pero una sensación de peligro acechaba en el aire. De repente, un grupo de troles apareció de entre los árboles, bloqueando su camino.
Los troles eran enormes y grotescos, con piel verde y ojos maliciosos. "¡Miren lo que tenemos aquí!" gruñó uno de ellos. "Dos humanos para nuestra colección."
Ken sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero Aiko se mantuvo firme, su mano descansando sobre la empuñadura de su katana. "No nos dejaremos capturar tan fácilmente," dijo con determinación.
Los troles, al notar la belleza de Aiko, cambiaron de actitud. "La chica es nuestra," dijo otro trol, lamiéndose los labios. "Será nuestra pricionera , Jajajá."
Aiko desenvainó su katana con un movimiento fluido. "No permitiré que eso suceda," declaró. Con una velocidad asombrosa, lanzó su primer ataque: "¡Viento Espeso Cortante!" Una ráfaga de viento afilado como cuchillas se dirigió hacia los troles, cortándolos y haciéndolos retroceder.
Los troles, enfurecidos, intentaron rodearla, pero Aiko no se detuvo. "¡Corte Invisible Serpiente!" gritó, y su katana se movió con tal rapidez que parecía desaparecer, dejando solo un rastro de luz que atravesó a los troles.
Ken observaba con asombro y admiración. Aiko era increíblemente hábil y valiente. "¡Corte Mortal!" exclamó Aiko, y con un último movimiento, derribó al líder de los troles, quien cayó al suelo con un estruendo.
Los troles restantes, aterrorizados, huyeron despavoridos, dejando a Ken y Aiko solos en el camino. Ken se acercó a Aiko, impresionado por su destreza. "Eres increíble," dijo, sin poder ocultar su admiración.
Editado: 13.12.2024