Capítulo 4

Ken, Aiko y Tobi encontraron un lugar seguro para acampar al caer la noche. El claro, rodeado de árboles altos y protegidos, les ofrecía la tranquilidad que necesitaban después de un día lleno de desafíos.

Mientras preparaban la fogata, Ken y Aiko se sentaron juntos, disfrutando del calor del fuego y de la compañía mutua. Tobi se levantó para buscar más leña, dejando a Ken y Aiko solos.

"Ha sido un día intenso," comentó Ken, tratando de aligerar el ambiente. "¿Quién diría que acabaríamos luchando contra demonios en un castillo abandonado?"

Aiko sonrió, sus ojos reflejando la luz de las llamas. "Definitivamente no es algo que hubiera previsto. Pero aquí estamos, enfrentando lo que venga."

Ken se inclinó un poco hacia ella, su tono un poco seductór. "Y menos mal que te tengo a ti para salvarme cada vez que los demonios aparecen."

Aiko rió suavemente. "No te subestimes, Ken. Has mostrado una valentía increíble , tú puedes salvarte solo jaja.

La conversación fluyó de manera natural, y ambos comenzaron a compartir más sobre sus vidas pasadas. Ken relató anécdotas divertidas de su vida en su mundo, haciendo reír a Aiko con sus ocurrencias y chistes. Aiko, a su vez, habló de su infancia, de las responsabilidades que siempre había llevado y de sus sueños de proteger a su gente.

En un momento de silencio, sus miradas se encontraron. El aire entre ellos se volvió más cálido, y la atracción que sentían era palpable. Poco a poco, se inclinaron el uno hacia el otro, sus rostros a solo unos centímetros de distancia, a punto de besarse.

Justo en ese momento, Tobi regresó con un montón de leña. "¡He encontrado suficiente leña para toda la noche!" exclamó, sin notar la tensión que había entre Ken y Aiko.

Ken y Aiko se separaron rápidamente, intercambiando miradas de disculpa por señas, tratando de ocultar lo que había estado a punto de ocurrir.

Tobi, ajeno a la situación, comenzó a avivar el fuego. "Vamos a orar juntos," sugirió. "Pidamos a Dios protección y confianza para lo que venga."

Ken, Aiko y Tobi se tomaron de las manos y cerraron los ojos. Ken comenzó a orar en voz baja. "Señor, te damos gracias por cuidarnos hoy. Te pedimos tu protección y guía en esta misión. Danos fuerza y valentía para enfrentar cualquier desafío."

Aiko continuó la oración. "Dios, confiamos en ti. Sabemos que estás con nosotros en cada paso. Te pedimos que nos des paz y que tu amor nos llene."

Tobi concluyó, recitando pasajes de la Biblia que afirmaban la fidelidad y amor de Dios. "El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo."

Con la oración concluida, una sensación de paz y unidad envolvió al grupo.

El amanecer los encontró listos para continuar su misión. Ken, Aiko y Tobi recogieron su campamento y emprendieron el camino con renovada determinación. Mientras avanzaban, el paisaje se transformó en colinas ondulantes y valles pintorescos. El aire era fresco y cargado de promesas.

De repente, escucharon gritos y sonidos de lucha en la distancia. Al apresurarse hacia el origen del caos, llegaron a una aldea bajo ataque. Demonios alados y terrenales asolaban el lugar, sembrando el terror entre los aldeanos.

"¡Tenemos que ayudarlos!" exclamó Ken, desenvainando su Espada de la Luz.

Aiko, con su katana en mano, asintió. "Vamos a acabar con estos demonios."

Tobi, preparado con sus portales mágicos, se unió al enfrentamiento. Juntos, desplegaron sus habilidades para defender la aldea. Ken, con la Armadura de Dios, lideró la carga.

"¡Viento Espeso Cortante!" gritó Aiko, mientras su katana liberaba una ráfaga de energía que derribaba a varios demonios a la vez.

Tobi abrió portales estratégicamente, absorbiendo a los demonios y desviándolos lejos de los aldeanos. "¡Portal de Absorción!" exclamó, su poder creando vórtices que atrapaban a los enemigos.

Ken, con una fuerza renovada, utilizó su espada para atacar a los demonios con precisión. "¡Escudo de la Fe!" gritó, levantando su escudo para proteger a los aldeanos mientras combatía. Con cada golpe de su espada, la luz divina repelía a los demonios, debilitándolos.

La batalla fue intensa, pero con su valentía y habilidades combinadas, lograron vencer a los demonios y salvar a la aldea. Los aldeanos, agradecidos, se acercaron para expresar su gratitud.

Justo cuando creían que podían respirar tranquilos, una figura oscura apareció en el horizonte. El Mago de las Pesadillas, con una presencia imponente y aterradora, caminó lentamente hacia ellos. Su aura emanaba una oscuridad que helaba la sangre.

Ken, Aiko y Tobi se quedaron paralizados ante su presencia. "Si desean derrotarme," dijo el mago con una voz que resonaba como un eco, "deberán ser mucho más fuertes y encontrar un poder que supere al de las tinieblas."

Con esas palabras, el Mago de las Pesadillas desapareció en un torbellino de sombras, dejando a los tres amigos conmocionados.

"Tenemos que encontrar ese poder," dijo Ken, su voz firme a pesar del miedo. "No podemos dejar que destruya este mundo."

Aiko y Tobi asintieron, sabiendo que su misión se volvía cada vez más desafiante. Determinados a volverse más fuertes y encontrar el poder necesario para vencer al Mago de las Pesadillas, se dispusieron a continuar su camino, conscientes de que la verdadera batalla apenas comenzaba.

Ken, Aiko y Tobi continuaron su búsqueda en el mundo mágico, enfrentándose a numerosos desafíos. Pero pronto descubrieron que la clave para vencer al Mago de las Pesadillas no estaba en la fuerza bruta, sino en algo más profundo y poderoso: el amor de Cristo.

Durante una de sus sesiones de oración, Dios les reveló a través de su palabra cómo podrían derrotar al Mago de las Pesadillas. "El amor es lo que vence las tinieblas," les dijo Tobi, interpretando las escrituras. "Debemos entrenar en el amor de Cristo y llevarlo en nuestros corazones."