Con la derrota del Mago de las Pesadillas, el Reino de los Sueños comenzó a restaurarse. La luz divina que había vencido la oscuridad trajo consigo paz y esperanza renovadas. Los aldeanos y criaturas mágicas que habían vivido bajo el yugo del terror comenzaron a emerger, agradecidos y llenos de alegría.
Ken, exhausto pero triunfante, se volvió hacia el Mago de los Sueños. Ambos se miraron con una comprensión profunda del sacrificio y la valentía que había llevado a su victoria. Sin decir una palabra, se abrazaron, encontrando consuelo en la conexión de sus almas.
"Lo logramos," susurró Ken, su voz quebrada por la emoción. "Gracias por tu ayuda, mago."
"Y gracias a ti, Ken," respondió el Mago de los Sueños. "Sin tu valentía y el poder de Dios, esto no habría sido posible."
En un hermoso cementerio lleno de flores y rodeado por árboles antiguos, el Mago de los Sueños y Ken prepararon un lugar de descanso para Aiko y Tobi. La atmósfera era solemne, y los rayos del sol filtrándose a través de las hojas creaban una luz suave y reconfortante.
Aiko y Tobi fueron enterrados uno al lado del otro, sus tumbas marcadas con piedras adornadas con inscripciones que honraban sus vidas y sacrificios. Ken colocó una flor en la tumba de Aiko, susurrando una oración por ella, mientras el Mago de los Sueños hacía lo mismo por su hijo.
De pie junto a la tumba de Tobi, el Mago de los Sueños cerró los ojos y dejó que los recuerdos de su hijo llenaran su mente. Recordó cuando Tobi era solo un niño, lleno de curiosidad y energía, corriendo por los prados y explorando cada rincón de su hogar.
Recordó las noches que pasaron juntos, hablando bajo las estrellas sobre sueños y esperanzas, y cómo Tobi siempre había deseado proteger su mundo. Su valentía y determinación siempre habían sido una fuente de orgullo para el mago.
Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas del Mago de los Sueños mientras recordaba el sacrificio final de Tobi, su voluntad de dar su vida por un propósito mayor. "Te extraño, hijo mío," susurró, su voz entrecortada por la emoción. "Pero sé que tu sacrificio no fue en vano. Eres un verdadero héroe."
Ken se acercó al Mago de los Sueños, colocando una mano reconfortante en su hombro. "Honraremos sus memorias al mantener este mundo seguro y lleno de amor," dijo con determinación.
El Mago de los Sueños asintió, encontrando consuelo en las palabras de Ken. "Sí, seguiremos adelante con sus espíritus guiándonos. Y siempre recordaremos su valentía y sacrificio."
Con un último vistazo a las tumbas de Aiko y Tobi, Ken y el Mago de los Sueños se alejaron, sabiendo que aunque habían perdido a seres queridos, su legado de amor y valentía viviría para siempre.
Esa noche, Ken se quedó en la casa del Mago de los Sueños. El ambiente era sereno, pero una tristeza latente llenaba el aire. El mago observó a Ken, notando su abatimiento y pesar.
"Ken," dijo el Mago de los Sueños con voz suave, "mañana podré ayudarte a regresar a tu mundo normal. El portal de regreso se abrirá en el santuario donde todo comenzó."
Ken asintió, agradecido pero también con una tristeza profunda en su corazón. Pasó la noche recordando los momentos que vivió en este mundo, especialmente aquellos junto a Aiko.
Al amanecer, Ken y el Mago de los Sueños emprendieron el camino hacia el santuario. La jornada fue tranquila, cada paso resonando con la inminencia de la despedida. Al llegar al santuario, Ken sintió una mezcla de nostalgia y dolor. Aquí había conocido a Aiko, y aquí ahora debía despedirse.
El Mago de los Sueños realizó un gesto, y el portal se abrió ante ellos, un vórtice brillante que conectaba los dos mundos. Antes de que Ken pudiera dar el paso, el mago lo detuvo.
"Ken, has demostrado una valentía y un amor inquebrantables," dijo el mago con una sonrisa. "El mundo te otorga un deseo. Puedes pedir lo que quieras."
Ken, conmovido por la oferta, pensó en revivir a Tobi para que el mago no estuviera triste. "Quiero que Tobi vuelva a la vida," dijo, sus ojos llenos de esperanza.
Pero el Mago de los Sueños negó con la cabeza, aunque con gratitud en su mirada. "Eres noble, Ken, pero debes revivir a quien amas."
Ken sintió un nudo en la garganta. "Entonces deseo que Aiko vuelva a la vida," dijo, su voz temblando.
El portal brilló intensamente, pero al cabo de unos momentos, nada sucedió. Ken miró al mago con desesperación, pero este solo pudo ofrecerle una mirada de consuelo.
Sin más opciones, Ken se giró hacia el portal, sus ojos llenos de lágrimas. "Te extrañaré, Aiko," susurró, sintiendo una tristeza profunda en su corazón.
Cruzó el umbral del portal, y en un instante, se encontró de vuelta en su mundo. La realidad lo golpeó con una fuerza abrumadora, y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro.
Ken, ahora en su mundo, llevaba consigo el dolor de la pérdida pero también el recuerdo del amor que había conocido. Sabía que aunque Aiko no estaba físicamente con él, su espíritu y su sacrificio vivirían en su corazón para siempre.
Ken se despertó en una banca en el parque donde todo había comenzado. La luz del sol brillaba a través de los árboles, y el sonido de los pájaros llenaba el aire. Se levantó lentamente, sintiendo una mezcla de confusión y alivio. "¿Fue todo un sueño?" se preguntó en voz alta, mirando a su alrededor.
Decidió regresar a su casa, aún procesando lo que había ocurrido. Al llegar, su madre lo recibió con una sonrisa cálida. "¡Ken! ¿Dónde has estado? Solo estuviste fuera por una hora," dijo, sin tener idea de las aventuras que su hijo había vivido.
Ken se quedó atónito. Para él, había pasado mucho más tiempo en el Reino de los Sueños. "Solo una hora..." murmuró, tratando de entender la situación.
Mientras Ken seguía intentando asimilar lo sucedido, el timbre de la puerta sonó. Fue a abrir, sin esperar nada fuera de lo común. Pero al abrir la puerta, quedó paralizado por la sorpresa.
Editado: 13.12.2024