Mundos Opuestos

5.

Miska, sonríe recibiendo el sol de la mañana que se cuela por su pequeña ventana escuchando los toques de sus hermanos pequeños Fredrik y Sari que buscan despertarlas como todas las mañanas antes de irse a la escuela. Los deja entrar dejando besos en sus mejillas metiéndolas en la cama con ella contándoles que hoy se irán de pícnic en la nieve.

Sonríe al ver sus gestos tan adorables de sorpresas pidiendo que les cuente más sobre lo que harán. Fredrik, le pregunta a su hermana si llevaran pan de dulce con mermelada, por su parte Sari indaga si tendrán leche tibia como a ella le gusta.

La rubia les afirma que llevaran sus cosas favoritas. Les pide que se vistan para que desayunen bajo la nieve. Mientras sus padres y hermanos se arreglan, ella hace lo mismo buscando su chaqueta algo vieja, pero abrigadora, empacando el pedido de sus hermanos, la fruta picada, el jugo de naranja y algunos panecillos que pudo comprar con el dinero que le dio el nórdico cumpliendo su palabra de darle el doble.

Con eso, pago las medicinas, compro algo de mercado y le dio a su madre por si algo se presentaba no dejando nada para ella. La felicidad de su familia es lo que le importa. Revisa su cuello afirmando que tiene su cadena de oso dejando un beso en ella saliendo de casa con los suyos.

— Prometo comprarles unos abrigos nuevos, niños. Estos están muy viejos y no quiero que otros niños se burlen de mis pequeños piojos.

— ¿Yo no tengo piojos, Miska? Mami, nos cuida bien la cabeza.

Todos sueltan una carcajada por el comentario de Sari.

— Lo digo es de cariño, Sari. Eres mi pioja adorada.

Todos caminan buscando ese lugar tan amado por Miska donde se puede ver los mejores amaneceres y atardeceres; también se pueden ver las auroras boreales  desprendiendo toda su belleza.

Los dos chicos corren tirándose nieve. Por su parte, los adultos organizan el mantel, la canasta, los platos y vasos para servir la comida iniciando su pícnic blanco como lo llamo Miska. Se queda mirando a sus padres, en especial, a Aleksi que mira con adoración a su madre, notando una mirada cargada de amor por ella, una que nunca visualizo en su padre. Esta mirada es dulce, tierna, amorosa. Las de su progenitor eran falsas como las palabras de Jarko, aquel niño que prometió buscarla y nunca lo hizo. Se pregunta ¿Cómo será? ¿Aún será guapo al igual cuando era tan solo un chico? ¿Conservará su humildad o será como el castaño? No entiendo por qué los comparo a ambos, siendo muy distintos. Tal vez, porque ambos se llaman igual.

Estos momentos en familia es lo que más disfruta. Adora las historias de Aleksi, admira el paisaje que les brinda la naturaleza, sonríe al escuchar las sonrisas de sus hermanos y goza de los abrazos cálidos de su madre.

Escucha el crujir de unas ramas alarmándose soltándose de su madre siguiendo el rastro de unas huellas hundidas en la nieve frenando a esa persona que lleva un abrigo grande de pelusa.

— ¿Quién eres? — Pregunta la rubia esperando que la persona se dé la vuelta — ¿Por qué nos espías?

— ¿Tan importante te crees mesera para espiarte? Me gusta salir en las mañanas temprano, tomar aire fresco y despejar la mente. No sé por qué te doy explicaciones.

— ¿Será por las ramas rotas? — Cuestiona mirándolo fijo — ¿Te entregaron tu pedido?

— Sí. Sí, mi primo Eikki me lo ha entregado. Quedo muy bien y con buen olor. Eres eficiente en el lavado.

— Yo no lo hice, fue mi madre. — Responde — Creo que volveré con mi familia. Nos vemos, Jarko.

— Adiós, rubia.

Miska, se sorprenden mirando de nuevo al castaño quien no deja de mirarla diferente.

— Ya no soy la mesera. — Sonríe siguiendo su camino sin detenerse a escuchar al chico.

No escucha una sola palabra, pero si una carcajada. Recibe un golpe de una bola de nieve volteando a verlo devolviéndole el golpazo soltando una carcajada por la cara de impresión del chico.

Ambos hacen una guerra de bolas de nieve cubriéndose en los árboles no percatándose que tiene expectantes. Juegan como niños pequeños sin perder su sonrisa. Los hermanos de la rubia se unen a la batalla haciéndose Fredrik con el nórdico argumentado que niños vs. niñas.

La batalla sigue sin dar tregua preguntándose la madre de Miska ¿Quién es el chico? Ambos padres se unen a la guerra al ver terminado la comida. No se lanzan bolas fuertes, están niños pequeños. Todos tienen una sonrisa en sus labios, hasta el nórdico quien nunca ha disfrutado un juego en familia.

Los vientos empiezan aumentar obligando la familia a volver a casa invitando a Jarko a su morada. Humilde, pero llena de amor. Todos caminan comentando sobre algo para hacer ameno el regreso. No le preguntan sobre su familia o de donde viene. Conversan sobre cosas básicas. Aleksi, le cuenta sobre las historias de amor que se han dado en la línea del círculo polar.

El castaño está encantado con la familia de Miska, se siente como si estuviera en casa, en una cálida en la cual nunca ha vivido. Envidia a la rubia por la familia que tiene. Al llegar a la casa pasa directo a la sala con Sari que lo toma de la mano sentándolo a jugar con su casita de té, un regalo de Antti, su amigo, en uno de los cumpleaños de los gemelos.




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