Mundos Opuestos

6.

Jarko, pierde en ocasiones su mirada hacia la rubia que se deleita con los platillos que ha preparado su mamá, al igual, que sus amigas. Se siente tan cálido en esta casa que le gustaría que la suya fuera de esta manera, pero sabe muy bien que solo esto es un sueño en su cabeza. Una fantasía de ver su familia sonreír en la mesa, hablar de cosas que no sean trabajo o las nuevas franquicias que serán socios. Jamás se interesan por preguntar si la cena está rica o si se encuentran bien o satisfecho.

— ¿Te ha gustado la comida muchacho? ¿Quieres algo más?

— Todo está muy rico, señora. Mi nana se pondrá celosa si le digo que me ha gustado más la comida de otra persona que la suya.

Todos soltamos la carcajada.

— No eres un bebé para tener nana, Jarko — Menciona Sari captando la atención de todos, en especial del nórdico — ¿Aun tomas tetero?

La rubia escupe el bocado que tiene en la boca disculpándose pasando al baño escuchando risas en la mesa notando que el castaño le responde a su hermana menor.

— No. No, tomo tetero. Mi nana, es la señora que nos prepara los alimentos en casa y le digo así de cariño. Es como si fuera mi madre.

— Así como mi mami.

El chico asiente terminando de comer.

— Sabes… me encantaría tener dos hermanos como ustedes que jueguen conmigo, me hagan trenzas en mi cabello y me pinten las uñas.

— Pues ya eres nuestro mayor, Jarko — Fredrik emocionado abrazando al chico — Es bueno tener un hermano.

La rubia no puede creerlo que ahora lo llaman hermano, lo abrazan y ven hasta sus películas favoritas con ese ogro que la mira de reojos buscándola con su mirada. Sus amigas se retiran de la casa comentando que pronto entraran al trabajo recordándole que no pierda la oportunidad con ese guapo dios griego.

Las mira mal moviendo su cabeza en negación. Los pequeños se han quedado dormidos en cada uno alrededor del castaño quien sonríe complacido pidiendo a Miska que le tome una fotografía para el recuerdo ayudando a llevarlos a su cuarto despidiéndose de los chicos que duermen su siesta de la tarde, al igual, que de toda la familia.

La madre de Miska insiste en que lo acompañe hasta cierto tramo quedando en casa con su esposo. Ambos caminan por los senderos nevados sin mencionar palabra alguna, llevando su mirada hacia el suelo.

Al parecer ninguno de los dos está dispuesto a romper el silencio tomando el bando Jarko mirando la rubia que concentra su mirada en unos chicos que esquían junto a sus padres.

— No tienes que acompañarme cuando sé que mi presencia te molesta, mesera.

— No pretendo hacerlo, dios griego. — Abre sus ojos de demás mordiendo sus labios al ver la sonrisa de Jarko — Solo toma tu camino y vete.

— Te parezco un dios griego, Miska. No supuse que pensaras eso de mí. ¿A quién me parezco? A Zeus, Hades, Poseidón o Ares.

— A ninguno de ellos. Nos vemos, Jarko.

Ella toma rumbo a su lugar favorito siendo seguida por el nórdico que no quiere perderla de vista, no cuando le agrada y se siente a gusto con ella a su lado. Solo le ha pasado con su mejor amiga, y ahora, con Miska que se siente a gusto, ni con su prima le agrada pasar mucho tiempo, la soporta por su primo y por respeto a su tío.

Se sienta al lado de ella sin decir nada tomando algunas imágenes del paisaje notando que es algo tarde hallando varias llamadas de Anne y de su primo Eikki con un mensaje de texto. Revisa que tiene que decirle.

Eikki.

Anne, esta como loca, Jarko, por no saber dónde estás, hermano. Ven pronto y calma esta fiera.

El chico decide enviarle un mensaje a su primo.

Jarko.

Dile que estoy bien que me dé algo de respiro. Pronto volveré, estoy vivo.

Decide apagar su móvil, no quiere interrupciones y sabe que al responder ese mensaje su prometida empezara a llamarlo como una loca y no está para lidiar con sus berrinches de niña malcriada y menos con sus amenazas de hablar con su padre.

Todo esto lo ahoga.

— ¿Has visto cisnes en este lugar, Miska? — Pregunta buscando de que hablar con ella — Son animales hermosos con una belleza inigualable.

— No he visto aquí. Solo ciervos que son cazados para el placer de los hombres. No me queda mucho tiempo para disfrutar de conocer más sitios de Laponia, no cuando, tu familia necesita de ti.

— Aun con las carencias que tienen son felices en familia. Me sentí en casa, una que no es mía, pero así lo sentí. En ningún tiempo, he visto eso en mi linaje, nada más, les importan los negocios, comprar más terrenos, construir y volverse más ricos. Sabes… es una vida muy vacía y más cuando te obligan hacer cosas que jamás en tu sano juicio harías. Únicamente, lo haces porque te lo exigen.

— Lo siento, Jarko. Debe ser una vida horrible vivir así ¿Por qué no haces tu propia vida? Mi padre, dejo toda su fortuna por mi madre, no vivimos de lujos, pero somos felices como una gran familia. Nos apoyamos entre todos y festejamos los triunfos de los nuestros.

— No es fácil, no cuando saben dónde encontrarte, así emigres al fin del mundo. Te veo mañana a las 6 de la tarde aquí, mes… Miska.




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