Mundos Opuestos

10.

Jyrki Mäkinen está concentrado con su amigo Anton Koskinen, con quien juega una partida de golf y habla de negocios con su suegro, padre de Aleksandra, su esposa. Quien luce radiante al lado de la esposa del frívolo rubio que ni determina a su señora, madre de sus dos hijos.

Anton se olvidó de su vida antigua que tenía con Sirkka, sin embargo, jamás se ha olvidado de su pequeña, el rayito de sol de su vida. Por muchos años ha deseado viajar a Laponia y verla, pedirle perdón por lo mal padre que ha sido para ella, ignorándola por tanto tiempo. No tiene imaginación que el hombre que se encuentra a su lado sonriendo por un buen golpe adentrándose en el hoyo ha sido el culpable de que su familia no solo se fuera de la ciudad, sino de la miseria de vida que les ha tocado vivir por todos estos años, mientras él disfruta de riquezas, lujos, buena posición y de su hijo Antti.

— Con esa racha que llevas, no creo tener oportunidad de nada contigo. — Dice Anton mirando a su amigo que festeja con gloria — Hoy no es mi día de suerte.

— ¿Qué te tiene tan dichoso?

— Que las cosas van saliendo como las he ideado. Mi hijo disfruta con su prometida y primos en Laponia, no encontrándose con una vulgar chica que conoció hace años y únicamente buscaba el dinero del mocoso de Jarko, mi otro hijo, pronto ocupara mi puesto en la presidencia y les estoy dando una paliza, señores. Es un buen día.

Anton y su suegro lo miran con desagrado, disimulando con unas sonrisas falsas.

Anne no pierde el tiempo informándole de cada paso que da el castaño teniendo en calma a su suegro. Es como su espía, por decirlo, así. Los tres hombres siguen el juego, mientras por su parte, las señoras hablan de moda, de los nuevos trabajos que deben realizarse en las fundaciones y las obras de caridad del mes.

Aleksandra le pregunta a su tocaya si conoce algún instructor de Pilates, yoga o algo similar. Quiere verse de nuevo en forma e ir al gimnasio no es uno de sus pasatiempos favoritos. Ella se niega, y menos cuando comparte amores con su profesor.

La morena le cuenta un poco de cómo es su vida con Anton y como él cambió a su familia por ella, para luego conformar una con su hijo Antti, el cual, es hijo único. Aleksandra no quiso tener más hijos, no quería dañar su cuerpo y menos cuando padeció un embarazo espantoso, lleno de náuseas, mareos, antojos y notaba que su cuerpo se llenaba como si fuera una ballena a punto de explotar.

— ¿Cómo pudiste tener dos hijos? Yo solo tuve a Antti porque mis padres querían un heredero para su fortuna, y mi hermano tuvo una niña, así que era mi turno, acompañándome la suerte.

— Entiendo. Tu hijo Antti es un amor de chico, espero que pueda compartir más con los chicos antes que Jarko se me case.

— ¿Cómo tu esposo pudo comprometerlo con esa niña? No tienen mucha clase, y son inferiores a nosotros.

— Son cosas de mi esposo, no opino en sus decisiones, aunque me impuse, no me valió de nada.

— Podemos cuadrar un encuentro con mi sobrina, es una chica hermosa, inteligente y de buena clase. Espero podamos ser familia o tal vez, pueda para tu hijo mayor. Déjame hablo con mi hermano y cuadramos un encuentro con tus pequeños.

Aleksandra la mira con una sonrisa amable, sin embargo, por dentro quiere dejarla calva por las palabras venenosas que ha expulsado de su boca. Ni en un mal sueño le gustaría hacer parte de esa familia, no cuando esa mujer daño un hogar dejando una niña sin su padre y se embarazó por una herencia.

Posa su mirada a los hombres que están por finalizar el juego y agradece que termine para irse del club y no ver esta mujer que lleva su mismo nombre. Ambas mujeres se concentran en sus móviles recibiendo unos mensajes, la madre de Jarko. Uno es de su hijo mayor informado que llegara tarde a casa, y otra es de su amante.

Cian.

Espero verte más tarde, mi amor. Te vez, muy guapa con ese vestido amarillo. No pienses recomendarme esa mujer, es insoportable.

Aleksandra.

¿Estás en el club? Si es así, espero verte en la parte final donde se encuentran unos grandes arbustos. No pienso compartirte con nadie, Cian. Eres solo, mío, guapo.

Cian.

Te veo en ese lugar, muero por robarte un beso.

Aleksandra suelta una risita de mujer enamorada expresando a su esposo y la mujer que debe ir un momento al baño. Que le urge. Su esposo poco le da importancia, escuchar su voz le molesta, así que ella puede hacer lo que le guste mientras no se entrometa en sus asuntos.

Al igual que su esposa, le envía un mensaje a Caitlín, que espera verla en su apartamento donde tienen su nido de amor en secreto. Comparte unas cuantas palabras con Anton y su suegro despidiéndose de ellos argumentando que tiene un asunto urgente que resolver muy importante.

Cuando se trata de Caitlín, es un asunto relevante para él. Envía un mensaje a su esposa anunciando que se ha marchado.

Jyrki.

Me ha surgido algo urgente, te veo en casa. Puedes pedir un taxi o avisarle alguno de los choferes de la casa para que vayan por ti.




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