Mundos Opuestos

11.

La competencia entre el castaño y la rubia va muy pareja, ambos son excelentes en este deporte y eso se nota en sus movimientos y algunos trucos que hacen en el aire llegando a una meta improvisada al mismo tiempo soltando una carcajada ambos.

— Hace mucho no me divertía de esta forma, Miska. Tengo un hermano mayor el cual creció muy rápido y mi padre lo obligo a ser un empresario desde que tengo uso de razón olvidándose de los juegos dejándome a un lado por el trabajo.

— ¿Por qué tu padre es tan cruel? Cuando tenía 8 años conocí a una persona muy cruel, como describes a tu padre, parecieran la misma persona. Por él nuestra vida no es la misma, es una miseria, de la cual hemos salido adelante. Le cerró todas las fuentes de empleo a mi madre pasando hambre por días, hasta que conocimos a un hombre amable que nos brindó su casa, empleo y me ayudo a entrar a la escuela como parte de su familia. Hasta eso me quiso robar, mi educación. Pero me quito algo más importante que no he podido olvidar — Dice Miska recordando aquel día donde llena de lágrimas despidió a su amigo y su amor de infancia — No debemos contar cosas tristes. Hemos llegado por igual a la meta.

— Por ser tan buena y casi ganarme le compraré un helado a la señorita para que olvidemos el pasado horrible y vivamos un presente alegre.

— Debo decir que amo el helado, espero no dejarte en bancarrota por ello.

El castaño suelta una carcajada por el comentario de la chica subiendo por una pequeña montaña nevada buscando la entrada al parque para conocer un poco más y conseguir donde comprar los helados.

Hacen otra pequeña competencia de quien gane la carrera a la entrada ganando la rubia que sonríe haciendo un baile que le roba miles de sonrisas a Jarko. Por su parte, lo mira mal sacándole la lengua por burlarse de ella.

Le hace ojos asesinos caminando por el lugar, desviándose del lugar, encontrando algo que la deja sin palabras, un carrusel muy antiguo encaminándose a ese lugar, seguida del nórdico que sigue sus locuras. Se sube a un caballo blanco de pelaje gris. Buscan donde se puede encender hasta lograrlo corriendo a tomar uno para él subiendo a uno amarillo con líneas rojas. Ambos abren las manos felices gritando como si fueran niños disfrutando de la atracción.

Están por dar otra vuelta cuando escuchan la voz de alguien que les dice que traerá la policía. Los chicos corren como locos por un sendero verde cubierto de nieve, riendo como nunca por la travesura que han hecho.

— Contigo me meteré en muchos problemas, Miska. Imagina estando en la cárcel, es para que mi padre le dé un infarto por manchar su buen nombre y no podría pensar que te podría hacer a ti. Jyrki a veces suele ser un hombre cruel, oscuro, malévolo y prepotente.

— Nunca me lleves a conocer a tu padre, Jarko. — Suelta mirando un puesto de algodón de azúcar — Lo puedes compensar por el helado.

Le guiña un ojo pidiendo tres algodones, dos para ella y uno para el chico.

— Creo que es mucho para ti — Dice Jarko dándole un mordisco al algodón de la rubia que queda sin palabras — Creo que ahora si estamos por igualdad.

— Ladrón. — Refuta escondiendo de que le vuelva a morder de nuevo su comida — Es solo mío.

— Entonces compraré fresas de chocolate únicamente, para mí, rubia.

Corre hacia un punto pequeño comprando las fresas cubiertas de chocolate, impidiendo que ella le quite alguna. Al ver que no puede lograrlo le ofrece media de sus labios. Miska se lo piensa por varios minutos accediendo a comerla sin pensar que era una trampa del nórdico para besar sus labios.

Ella es un poco inocente en esos asuntos, y menos, lo ve venir de un lobo experimentado como lo es Jarko Mäkinen, quien tiene un largo recorrido con chicas. Él traza los labios de la chica con la yema de sus dedos, notando como ella cierra sus ojos, abriendo un poco sus labios esperando que la bese de nuevo. Han sido los primeros labios que ha probado de un hombre. Miska no ha experimentado que es tener un novio y una relación como sus amigas.

No es que no haya tenido pretendientes, solo que ella sigue esperando a su Jarko y le cumpla su promesa de amor. Gracias a su padre, Aleksi no ha perdido la esperanza que él venga por ella. Solamente que los años pasan al igual que las estaciones y nada cambia, nada más, su cuerpo, su edad y que ahora tiene hermanos a los que ama con su corazón.

— Comprare algunas para mis hermanos. Van a amar las fresas llenas de chocolate.

— Eres mi invitada, pide que yo pago. Eso hacemos los caballeros, señorita Miska. Me encantaría ver esos enanos, los extraño.

— Quieres que te vuelvan hacer peinados, pintar las uñas de colores y tal vez maquillen tu rostro.

— Daría todo mi dinero por tener tus hermanos, rubia.

— Si vez como eres un ladrón, ya quieres secuestrar a mis hermanos para ti, y ¿Qué me dejaras a mí?

— Para ti soy un ladrón, secuestrador, tramposo ¿Qué más?

— Lo siento.

Le roba un beso descubriendo más paisajes de su mano cayendo una puesta de sol maravillosa anunciando que la noche empieza hacer su aparición obligándolos a ir de regreso a casa.

Jarko aprovecho la oportunidad para colarse en la morada de la rubia jugando con Sari y Fredrik que brincan de la felicidad al ver al chico en la sala de su casa. La pequeña rubia busca maquillaje, moños y algunos otros implementos para jugar con Jarko. Por su parte, el pequeño toma algunas cosas de su hermana mayor para ayudarle a su gemela. Como lo predijo la rubia mayor, ambos hicieron desastres con Jarko maquillando un ojo de rosado y el otro de verde esmeralda. En sus manos cada una fue pintada de un color diferente, al igual que los labios de él. La comisura inferior fue pintada de un rojo intenso, mientras, la superior de un vino tinto, y ni que decir de su cabello que parece un afro, lleno de trenzas con algunos cabellos sueltos.




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