Mundos Opuestos

14.

Todos cruzan la mirada al nórdico que no emite palabra alguna, posando su mirada a la rubia, detallándola con curiosidad, buscando en ella las cualidades de su primer amor a quien le hizo, una promesa que no ha olvidado desde que la hizo, la cual, no ha podido cumplir a aquella niña que se fue de su vida sin saber que fue por culpa de su padre enviándola a una vida de miseria, de la cual, pensó que era buena, eso fue lo que su progenitor le mostró por años. Las condiciones de vida en la cual ella vivía.

Aún recuerda  una pequeña fotografía de ella que tomo de la oficina de su padre recibiendo un castigo cruel, sin embargo, para Jarko valió la pena. Aun la conserva con él como una de las reliquias más  valiosas que tiene.

Saber que su padre le ha recalcado que es el culpable de la desgracia de la chica por abandonar su vida y amigos lo hizo sentir mal. Si hubiera sabido como era su realidad, lo haría sentir como una mierda. Por mucho tiempo se juró encontrarla y ayudarla a tener una mejor vida, nada más, que su progenitor bloqueo cada uno de sus intentos, en especial, siendo tan solo un chiquillo.

Por más ayuda de su tío materno, no logro nada.

— ¿Segura que yo te he dado eso, mesera? — Refuta mordiendo sus labios por llamarla así al finalizar la frase. — Habla.

Se debe comportar como un patán para que Anne no sospeche más de la cuenta. Su rimo lo mira con reproche.

— No. No, tu capullo — Dice algo furiosa mirándolo con reproche — Fue un chico que he conocido hace más de 10 años calculables. Éramos únicamente unos niños cuando me la dio. Quiso calmar mis lágrimas dándome su collar haciendo una promesa.

— ¿Qué cursi? — Refuta Ritva — Seguro la robaste y dices que te la regalo.

— Llorabas porque tu padre te dejo a ti y tu madre por otra mujer ¡Cierto! — Pregunta Jarko cerca de la rubia sin que escuchen los demás y lo tomen en burla. Los conoce y sabe que Anne y Ritva no perderían el tiempo en ello. — Prometiendo encontrarte en el círculo polar y hacerte mi novia. — Lo último lo dice en un susurro — Entrégale su collar. Quiero volver al hotel.

El castaño camina entre la nieve, camina entre la nieve empuñando sus manos con odio. Su padre no cumplió con su palabra y menos con la promesa que le hizo de ayudarla si él se comprometía con Anne desde niños.

Le mintió.

Por su cabeza pasan muchas cosas: el compromiso después del viaje, puede imaginar la fiesta que piensan organizar en honor de ambos, donde debe fingir estar muy enamorado y feliz por Anne. El matrimonio en verano, imagina los titulares, como el casamiento del año o cosas así.  Y vienen a su cabeza la promesa, aquella niña que resulto ser su rubia quien encontró por casualidad o tal vez el destino lo trajo a ella. Nunca imagino verla aquí de nuevo cuando su padre le hizo creer que vivía en otro lado.

Odia a su progenitor en estos momentos.

Al hacer el trato con su ascendente debía olvidarse de Miska, aquella niña hermosa, de buscarla, ayudarla o cumplir su promesa de una vida juntos y arruinar la reputación de su familia.

Quiere acallar los latidos fuertes de su corazón, calmar esas ganas desesperadas de haberla encontrado y correr a ella a abrazarla, acunarla en su pecho y besar esos labios carnosos para sentir que revive de nuevo aquella persona cálida que era en el pasado cuando era tan solo un niño y cambiar este témpano de hielo que es ahora.

Una lágrima que rueda por sus mejillas se congela.

— ¿La conoces? ¡Cierto! — Pregunta la castaña enfurecida — Dime ¡Maldita sea! ¿Volviste a sentir cosas por esa mocosa que es un estiércol más grande?

— No vuelvas a referirte a ella de esa forma, Anne — Argumenta Jarko de una forma peligrosa sujetando de la solapa a la chica — No lo hagas. No te lo voy a permitir, me escuchas.

— Soy yo la que será tu esposa y no esa mujer sin clase. Vuelves a tocarme de esta manera como lo has hecho de mi chaqueta y juro que tendrás consecuencias.

Suelta una risa amarga saliendo del hotel a tomar un poco de aire. Se asfixia en este lugar, es como si le robaran su energía.

Mientras Jarko en como acercarse a la rubia después del modo tan déspota que se ha ido del punto, por su parte, Anne mueve sus piezas. No piensa perder a su prometido por una mocosa insignificante. No cuando su futuro está en juego y también el de su familia que depende de este compromiso.

— Estoy sin palabras — Menciona Ritva atónita no creyendo lo que ha pasado — No supuse que Jarko conociera a esa mujer y menos, desde niños. ¿Por eso lo comprometieron contigo desde pequeños? ¡Cierto, Anne!

— No conozco bien la historia, Ritva, pero fue por algo grave que hizo — Menciona la castaña planeando como darle la noticia a su suegro, que juzga no lo tomara bien — Eso fue lo que he escuchado.

— Ser amigo de una persona humilde, no es un pecado. — Dice Eikki repugnándole la forma que las chicas habla. Le molesta mucho. — Son personas iguales a nosotros, solo la diferencia, que no tienen dinero, pero nada más. Eso no es pecado.

— No somos iguales, Eikki — Menciona Ritva un poco histérica — Ellos son mugre y nosotros no, querido hermano.

— Pienso igual que Ritva. No son nada. — Afirma Anne — Jarko y tú son muy amables con los de su clase. Les pueden pegar los piojos. Saldré a tomar un poco de aire, toda esta situación, me asfixia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.