Mundos Opuestos

18.

El tiempo pasa como una ráfaga de viento para Miska, que celebra su graduación junto a su familia y sus amigas que han viajado de Laponia a Helsinki para estar con la rubia en un momento crucial de su vida. Es la culminación de un sueño y el inicio de otro.

Miska luce un vestido radiante que combina con el tono de su piel. La rubia se gradúa con honores  de la academia, siendo el orgullo para Sirkka y Aleksi, al verla brillar de tal forma.

Su madre considera que hizo lo correcto de dejarla volar fuera del nido para que encontrara la felicidad fuera de casa. Agradece a su amiga la oportunidad brindada a su flor. Siente un alivio al saber que no se ha encontrado con su padre biológico. No es algo que desee la madre, la chica y menos Miska.

Aquella tarde que lo vio en la academia, donde dictaría una charla de administración financiera, la paralizo por completo quedando como una estatua.

 

Hola, rubia. Preparada para ir de prácticas fuera de la academia. Iremos a una clínica privada.

Bien, preparada. — Contesta con una sonrisa — Hoy si me llevarás a comer, Kerem.

Te lo debo por ayudarme y por el favor que me hiciste con la docente Harman.

— Después de las prácticas, te parece bien.

— Excelente. Iré por una botella de agua a la cafetería.

— Que sean dos, rubia. — Espeta sonriendo.

Miska se dirige a la cafetería casi golpeando de frente con su padre biológico en la cafetería. Al escucharlo hablar pidiendo algo de beber, muchos recuerdos vienen a su mente. Pensó que había olvidado aquella voz, sin embargo, la recordaba al igual que todos esos cuentos que le leía de niña.

Se esconde en una columna del sitio, calmando su respiración agitada, llevando sus manos a su boca para calmar los sollozos que salen de sus labios sin previo aviso. No imagino encontrarlo tan pronto y menos en este lugar con tan solo unos meses de su llegada a Helsinki.

Miles de sensaciones están presentes en este momento.

 

Por andar fundida en sus pensamientos, pensando en su progenitor Anton, con sus deseos a flor de piel de tenerlo presente en algo tan importante para ella como en el pasado, cuando asistía a todas sus presentaciones en la escuela, que no escucha cuando es llamada al estrado por su buen desempeño y para que diga algunas palabras a los graduados.

— Miska, hija, te llaman — Sirkka mueve un brazo de su hija para que reacciones y salga de sus pensamientos —Cariño, ¿Estás bien?

— ¡Lo siento! ¿Qué dices? — Pregunta algo asustada al ver todas las miradas puestas en ella — Dime, madre.

— Que te están llamando, cariño.

— ¡Qué vergüenza! — Menciona tomando rumbo al escenario que la espera, pidiendo, disculpándose con los presentes. — Creo que las palabras sobran en estos momentos donde escuchamos cátedras a diario. Yo no les daré una.

El estrado resuena en aplausos y risas muriendo ella de nervios.

— Queridos compañeros, colegas y profesores. — Dice tomando un respiro para continuar — Gracias por todo el apoyo, enseñanzas,  y regaños. Hoy se gradúan mejores personas y profesionales para el campo laboral. No me queda más que desearles éxitos y como dicen en América, pártanse una pierna.

Lágrimas, risas, abrazos y aplausos inundan el lugar por las palabras de la rubia cuando finaliza su discurso recibiendo su diploma y un merecido reconocimiento por todo su arduo trabajo en la academia.

Sirkka está orgullosa de ver a su flor realizada y toda una profesional. Ella quiere que vuelvan a Laponia, pero la rubia tiene otros planes que la atan a este sitio. Se quedará en la capital laborando para una familia de sociedad que necesitan a una especialista en fisioterapia, en su campo. Alguien con buenas referencias, paciencia y tenga amor por su trabajo.

La docente Harman la ha recomendado con unos amigos que pasan por una crisis con su hijo menor quien meses atrás tuvo un aparatoso accidente que lo tiene en silla de ruedas fundido en una soledad y negación absoluta queriendo acabar en varias ocasiones con su vida. No concibe seguir con su existencia, no de esa forma.

— ¿Segura que quieres esto para tu vida, Miska? Todos en casa te extrañamos, no es lo mismo sin ti, hija. Fredrik y Sari necesitan una buena guía cuando yo parte de este lugar, pequeña.

— Así me decía él, pequeña, lo recuerdas. — Menciona haciendo referencia a su padre biológico — Durante un tiempo me he adaptado a este punto, madre. Quiero ser una profesional realizada, una que pueda ayudarles y mis hermanos tengan un mejor futuro que el mío. Es una decisión tomada, espero la respetes.

— Tienes toda la razón, Miska. Estoy muy orgullosa de ti y todo lo que has logrado. Ve y disfruta con tus amigos.

Miska deja un beso en las mejillas de sus padres uniéndose a sus compañeros y sus amigas de la infancia quienes están listas para unirse a la celebración de la graduación. Irán a una discoteca a disfrutar de la noche, de algunos tragos y de la nueva etapa que está por venir en sus vidas como niños grandes y con responsabilidades, aunque, eso ya lo conoce Miska desde muy temprana edad cuando ayudaba a su madre.




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