— Se acabó el juego maldita -lo siguiente que siento es un dolor intenso en el pecho que me deja inmóvil empiezo a gritar y mis lágrimas se derraman pero lo que empieza a recorrer mi rostro es sangre- lo único que consigo hacer es arquear mi espalda y llevar mis manos hasta la cabeza y el dolor que sentía se volvió un ardor, y luego como si me estuvieran perforando la piel con una especie de metal ardiendo en fuego, bajo la mirada pero aún sigo gritando desenfrenadamente lo que veo me aterra mucho más de lo que estaba sintiendo tengo unos dedos gruesos viscosos y negros clavados justo dónde se origina el dolor y en ese instante todo se apagó, es decir no siento dolor, ni su voz ni mis gritos... Nada. Todo vacío y oscuro.
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Ví una luz, brillante que alumbraba tan lejos de mi pero a su vez irradiaba tanta luz, «es la luna, menciono mi subconsciente» casi sin ánimo, mis alas cubrían gran parte de mi cuerpo casi desnudo debido a la caída, mí piel estaba rasgada al igual que mí ropa traté de incorporarme... No lo logré estaba muy cansada y adolorida para hacerlo. Solo me fundí en la oscuridad nuevamente..
Mi piel ardía en los lugares donde estaba expuesta, estaba sucia y mi estómago rugía pero mis párpados no se abría, o todo seguía estando tan oscuro que aún no lograba ver nada, pensé en como recomponerme y regresar aquel recuerdo, pensaba en ello una y otra vez, pero sabía que así no funcionaba.
Reconocí la noche, por la brisa fría que me ponía la piel de gallina y me helaba hasta los hueso, el vacío en mi pecho se hacía más grande ya que ni lograba recordar porque estaba allí tirada.
— ¡Elis! -escucho la voz de Jacob pero no distingo de dónde viene.
Me dispongo a mover mis alas para ponerme en pie, pero siento sus manos tibias tocandome el rostro y depositando un beso en la frente.
— ¡¡Dios mío estás bien!! Pensé que te había perdido otra vez, mi madre le dijo a todos que los exterminadores te habían raptado y todos dejaron de buscarte -Jacob parecía agitado y cansado, no paraba de hablar. Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo y se abrían como platos cuando veía un golpe, comenzó a dar suaves toques a mi alas haciendo qué estás desaparecieran y entrará a mis huesos más frío más del que antes sentía. Seguía hablando pero dejé de escucharlo, tal vez aún no quería reconocer cuan mal estába por lo que hablaba para que yo, no cerrará los ojos. Me acunó en sus brazos y se puso de pie conmigo aún entre sus brazos.
Esperaba escuchar el sonido que hace con sus alas cuando las extiende, pero está vez no lo hizo, prefirió usar sus pies no sabía realmente por qué, pero me pareció una grandiosa idea, antes de quedarme dormida.
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Un suave y cálido suspiro, la cama donde estaba acostada se hundió un poco, movió mi cabeza y la situo en su pecho en sonido de su corazón latiendo me relajo más y me permitió dormir un poco más.
Hacia tiempo que no encontraba tal tranquilidad como en ese momento, era perfecto. Desde la última vez que él me había hecho guardia mientras dormía y sentía que había pasado mucho tiempo desde aquel entonces.
Cuando desperté de mi que pareció una eternidad durmiendo, no puede evitar la sonrisa en mi rostro al sentir sin necesidad de abrir los ojos, sus brazos rodeando mi cuerpo mientras yo mantenía la cabeza apoyada en su pecho. Abrí los ojos y sí... Era él.
Durmiendo era aún más hermoso, la comisura de sus labios ligeramente levantada sus pómulos en un tono rosa pastel, jamás me cansaría de verlo así pero tampoco le diría cuán lindo me parece aunque pareciera mentira eso, lo mataría.
Solo tarde un segundo en recordar todo lo que me había sucedido y también todos mis recuerdos en general. Me puse en pie despertando a Jacob, evité sonreír ante si expresión desconcertada.
- ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo? -pregunte sería.
— No lo sé, un día entero quizá. -respondió sin cambiar su expresión.
Dude si decirle lo que había pasado o no, era su madre y lo quería muerto. Cómo explicas eso.
– ¿Quieres explicarme?
— ¿Explicar que? -repsondí haciendo creer que no sabía a qué se refería, solo para ganar tiempo e inventar una buena excusa.
— ¡Eso! Te desapareces por días, ni dices nada y luego te encuentro. Así muerta en el bosque, ¡Eso debería explicarme!
— No lo sé, -sin pensarlo mis labios soltaron esa palabra
— ¿¡Como que no sabes!?
— Puedes calmarte, haber si mal no recuerdo, era tu quién me evadidas, decidiste desparecer y ni te pedí explicación alguna y ¡Ahora! Si quieres darte del señor preocupado por mi, estoy bien ya, ahora puedes seguir evitandome -solo intentaba salir de ese tema antes que se tornará personal.
—Bien -dijo a regañadientes -Lo siento por eso pero que te sucedió quieres contarme, Encerio me preocupas.
- No logre articular ninguna palabra y mis lágrimas salieron en su lugar ¿Porque? No lo sabía con exactitud por fuera decía a gritos que no lo quería pero verlo ahí con él con esa expresión decía totalmente lo contrario me importa y mucho; era su madre y no tenía. Mi pobrar aquello que había pasado ese día y por obvias razones él no me creería, tampoco quería ser yo quien le partiera el corazón y menos de esa forma, lloraba porque me sentía culpable por mentirle, porque cada vez se me hacía más difícil negar que lo quería.
En silencio se situo delante de mí, aparto mis manos de mi rostro y guío mi cabeza hasta el centro de su pecho me rodeo con sus fuerte pero a la vez delicados brazos, me aferré así cintura muestras sollozaba incomtrolablemente.
En silencio le agradecí por ese acto...
Así nos quedamos durante un largo tiempo.