Muñeca de Porcelana

8. El niño boxeador.

“Enamorarse puede ser cuestión de meses, semanas, días, horas, incluso minutos. Todas las opciones son correctas porque el amor no tiene tiempo determinado.

No estoy diciendo que lo amo, para ambos es muy pronto, sólo digo que probablemente, sin notarlo, estaré entregándole cada parte de mi alma”

—. M.L. Rivero.

Para ser sincera aun no puedo entender cómo fue que alguien menor que yo, me terminó envolviendo de esa manera inefable en la que él lo hizo. Tal vez fue su cara de niño bueno que no rompe ni un plato, quizás fueron sus palabras cargadas de gentileza pero que pueden, realmente dañarte, porqué es tan inconsciente que ni siquiera piensa lo que está a punto de narrar.

Pero a él lo descubrí en mi segunda semana de clases universitaria. Fue por causa de una chica, que conocí en el salón de literatura. Aun puedo recordar la manera en la que tenía y tiene para sentarse, totalmente despreocupado, y sus ojos marrones moviéndose por la cara de mi mejor amiga y mía.

Puedo decir, sin equivocarme, que él fue mi primer amor a primera vista. Pero por supuesto, al inicio no fue algo que planee o pensé, porqué en ese momento él estaba con alguien, que no lo merecía si me dejan recalcar, y yo aún estaba con mis extraños enlaces y desenlaces con el dj frustrado.

El descubrimiento de los nuevos sentimientos le dio el nacimiento a largos párrafos explicando mis gustos por aquel extraño boxeador. Que al principio ni siquiera estaba consciente de que se trataban de él, hasta que una noche sin poder dormir, por mi típico insomnio, leí toda y cada una de las líneas y lo descubrí.

Se suponía, que mi acercamiento a ese niño, era debido a que su novia era una chica realmente irritante, posesiva y mandona como una comandante. Todo se trataba en sacarla de sus casillas, porque cuando se trata de hacer molestar o irritar a las personas soy la reina. Y para ser sincera, amo hacer un caos.

Por lo cual, cuando empecé a tratarlo se basó en eso, bueno, está bien, no puedo negar que ya me sentía atraída, pero era algo que en serio podía ignorar con plenitud. Hasta que mi relación llegó a su fin, y yo quedé sola e podía moverme sin ningún tipo de remordimiento.

Pero el problema fue que, a pesar de que, tenía un plan estructurado, no premedité encontrarme con mi igual. Alguien que estaba idéntico o más perdido de lo que yo estuve una vez.

Puedo decir que encontré a otra muñeca de porcelana, solo que con rasgos un poco más marcados y rústicos, resaltando su sexualidad masculina. Sus ojos eran brillosos pero llenos de oscuridad, y sus manos estaban dañadas por los largos entrenamientos del pasado. Y con un cuerpo hermosamente hipnotizador.

Pero lo que comenzó con un juego con un plan plenamente estructurado, terminó en muchas páginas llenas de mi extraña caligrafía, las cuales, algunas llegaron a sus manos bajo la influencia de mi mejor amiga. Que yo rompa mi miedo escénico y cante para alguien que me guste; con una canción original que me tuve que detener a traducir, porqué la hice en inglés, y en dónde mi fiel cómplice me acompañó a cantarla.

Él no posee ese don de poder hablar ese idioma que yo tanto amo.

Él fue quién me hizo hablar, con mi propia voz, rompiendo mi rutina de explicar cómo me siento a través de líricas expresadas en el papel. Y quién, me hizo actuar de la forma más correcta posible u existente. Respetando sus decisiones a pesar de que no estaba de acuerdo con ellas, guardándome, por mi primera vez, mis impulsos de tomar su rostro y plantar mis labios contra los suyos. Quién me volvió tan voluble y tonta, que quedaba totalmente en blanco cuando estaba cerca.

Quién hizo que descubriera un lado de mí que jamás creí que podría surgir de la manera en lo que lo hizo. Fui tan dulce y rosa como nunca en mi vida he sido. Tan leal incluso cuando él no mostraba señales de sentir algo por mí. 

Siempre estando al tanto de como lucía, y deseando lucir bien para él. Siendo callada y admirándolo en silencio, que realmente me hizo acordarme del dj frustrado. Porque él se comportaba de la misma manera en la que yo lo hice, provocando que por fin entienda lo que él sintió cuando entendió que yo quería a alguien más, que estaba llena de oscuridad, no tenía una ruta marcada o pautada, me movía solo porque debía y no por qué quería.

El boxeador era seguro, y yo estaba tonta, loca, rotunda y realmente enamorada de él. Y debo de decir, que eso fue mi perdición, y me abrió los ojos hacia otro universo cósmico, pero que de alguna manera u otra me regresó al del miedo e inseguridades.

Porque podría pasar todo un día mirándolo, alabándolo en silencio mientras él se paseaba por los pasillos como un rey en su castillo. Confiado e innovador. Me gustaba hacerlo cuando creía que no lo estaba mirando, admirar la línea de su mandíbula, la curva de su pómulo. La sinceridad en su rostro. La inocencia de sus acciones, a pesar de que no lo sea en lo absoluto. Esa innegable amabilidad que muestra al dirigirse hacia alguien. La forma en la que ríe o sonríe, las pequeñas arrugas que se crean a cada lado de sus ojos cada vez que lo hace. El contorno de sus labios, y la manera en la que se mueven cuando articula alguna palabra. El tamaño y grosor de sus manos, la contextura de su cuerpo, el color de sus ojos y cabello.

Cada mínima cosa está guardada dentro de mí cabeza, y surgen de forma inesperada cuando él está cerca de mí. Pero ahora, las cosas han cambiado, porqué puedo admitir plena y orgullosamente que tengo el absoluto control de mis sentimientos y emociones. Puedo decir que ahora mantengo una conversación con él, sin necesidad de que sea dolorosa.




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