Muñeca de Porcelana

9. El bailarín reservado.

“Es inolvidable como juntos tuvimos el mundo entero en nuestras manos.

Inexplicable es el amor que sólo nosotros podríamos entender.

Sé que no hay nada que pueda hacer para cambiar esto.

Pero, ¿acaso esto es algo que podría negociarse?

Mi corazón ya se está rompiendo, cariño.

Adelante, entierra el puñal” —. One Direction.

Nunca nadie va a llegar a entender la magnitud de mi amor, ni él mismo. Lo sé, me enamoré de verdad, con uno de esos sentimientos sinceros que no tienen explicación, ni un por qué, pero que son eternos.

A pesar de que algunas personas llegaron después, y mi mano se entrelazó con la de alguien más, aunque lo llegué amar de forma incondicional, había algo que me hacía regresar una y otra vez a esto, a nosotros, a ti.

Pero seguí adelante, y no se trataba de intentar olvidarlo, es algo imposible, pasó a formar parte de la corta lista de mis grandes amores; donde empieza y termina con su nombre. Es de ese tipo de amores que siempre están con uno, son esos que nos acompañan en cada paso que damos y al que acudo, sin que él lo sepa, cuando mi día se torna insostenible porqué con solo sentarme a su lado; sin decir palabra alguna y él está perdido en su celular. Se siente como si las piezas faltantes y rotas vuelven a su total normalidad. Solo por esos escasos segundos, los problemas y dolores desaparecen y queda, nada más, un sentimiento suave que es completamente inefable.

Él es de ese tipo de amores para el que construyes un altar en tu pecho, el cual iluminas con imborrables imágenes que guardas como un tesoro; como si fueras un egoísta y altanero pirata.

Dije, vuelvo a decir, y repetiré por el resto de mi vida, soy suya; para siempre. Incluso cuando para él todo esto haya durado un tiempo definido. Seguramente habrá olvidado ésta piel que fue su abrigo; aquella que intentó calentar su frío y quiso volverlo fuego. Probablemente, ya ni se acuerda de estos ojos; de la forma en la que lo miraban y de la que aún lo hacen, como si fuera la primera vez. Posiblemente ya no recuerda a estos labios y los muchos besos que le ofrecieron con tanto fervor.

Quizás ya guardó en el sótano las miles de caricias que estas manos le regalaron tantas veces, y adivino que botó a la basura cada palabra escrita que le brinde, a pesar de que estaban llenas de errores ortográficos y gramaticales, no dejaban de estar cargadas de amor. Todos aquellos te amo que pronuncié y con los que lo cubrí muchos días de su vida.

Contrario a eso, llevo impregnado en mi cuerpo cada momento vivido; hasta los actuales. Cada risa y sonrisa compartida, cada abrazo, cada beso, cada dicha, desdicha, lágrimas y cada noche de desvelo.

Cada día que ha transcurrido desde que él entró a mi vida está guardado en el diario que tengo guardado en mi mente, con los recuerdos atados a mi memoria, además de todas las cosas que él solía, y suele hacer y decir.

Como olvidar esa risa que se convirtió en mi canción favorita, ese cuerpo que idolatre cada vez que me llevaba a volar y la posterior dulzura con la que me regresaba a la tierra, el olor de sus manos cuando tocaba mi rostro, los intentos fallidos por arreglar mi desastroso cabello, y todas las veces en la que lo desordenó aún más. El timbre de su voz, el color de su piel y el aroma de jabón en ella, sus bromas sin sentido, sus comentarios pervertidos, sus regaños y malhumor.

Y es que éste no es un amor cualquiera, este es de esos amores que se quedan guardados en tu memoria, que existirán incluso, después de tu muerte.




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