“Las más amargas lágrimas derramadas sobre las tumbas son por las palabras que quedaron sin decir y por lo que quedó sin hacer”—. Harriet Beecher Stowe.
Soy un desastre justo ahora, mis ojos arden por las largas horas que llevo acostada llorando en posición fetal. Siento como mi respiración se vuelve más errante con el transcurrir de los segundos, y mis pulmones duelen por el esfuerzo realizado.
No sé exactamente en qué momento me convertí en esto, en un ridículo saco de melancolías, penas, dolores y miedos inmarcesibles. Es como si nunca se detuviera cada torrente de pesadez y vacío.
Pero se sienten más letales cuando la noche llega y mi mente no tiene algo en qué ocuparse. Es como si los recuerdos de nosotros flotaran en el aire y pudiera verlo y vivirlos una vez más. Puedo revivir tus abrazos aplastantes, y las largas terapias de risas sin sentidos, aquellas historias de momento de acción, y la última conversación que tuvimos, aquella noche de octubre 09.
El dolor de tu partida aún está quemando mi pecho, es como una llama maldita que me está consumiendo con cada día que pasa desde que partiste. Es como si viviera una y otra vez la noticia de que ya no estás con nosotros, siento que sigo sumergida en ese estado de shock insoportable.
Sinceramente aún sigo despertando cada mañana con la vaga idea que voy a abrir alguna de mis redes sociales y voy a encontrar un mensaje tuyo en mi bandeja de mensajes, en él me profesas que estás como cada fin de semana, sentado en el garaje de la casa de mi hermano; jugando aquel ridículo juego que sigo sin entender, que tienes una botella ahí, y prometes darme alcohol a escondidas de mamá. Que tienes nuevas historias por contarme, y quieres saber sobre lo que me ha pasado últimamente.
Aquí entre nosotros, hermano, han pasado tantas cosas, que si te las cuento probablemente no me creerías algunas y con otras harías muchos de tus típicos comentarios irónicos. Pero aun así, vamos a iniciar: la primera de todas es que sigo siendo un gracioso ratón de biblioteca que prefiere un libro a una escandalosa fiesta. Abandoné unos intensivos para iniciar un trabajo que me hizo romper con muchos miedos y monotonías, me brindó nuevas amistades que trato de conservar, y me mostró una paz exquisita que no sabía que existía hasta que conocí a dos personas.
Después de ti, discutí con algunos viejos amigos, nuestra amistad se fragmentó tanto que la misma realmente se quedó en el pasado. Admito que me afectó un poco, pero luego lo dejé ir porque de todas maneras no es como que yo estaba siendo del todo auténtica y honesta cuando se trataba de cómo me sentía en ese momento, y de cómo me siento en la actualidad. Tú más que nadie sabes cómo soy; un poco, demasiado problemática con esos temas. Pero, al final del día de hoy siento una calma fascinante, los ecos estridentes y los tormentos se han detenido. Las preocupaciones se quedaron atrás, con ellos, y solo hay silencio y tranquilidad.
Acerca de tu tema favorito: el amor. Bueno, qué puedo decir, como siempre hay un chico con una personalidad que me hipnotizó, de ojos marrones oscuros, labios llenos y rosas, piel bronceada y tersa, y con una sonrisa angelical que me transporta a un mundo maravilloso del cual aún no le tengo un nombre específico. Suele sacarme de quicio porque le encanta hacerme chiste cargados de doble sentido que terminan haciéndome sonrojar, es algo sarcástico y autoritario, pero dulce y noble, con un particular sentido del humor negro, y es honesto y excesivamente sentimentalista. Sé que te agradaría conocerlo, incluso apostaría todo lo que me importa que te unirías a él para colocarme incómoda y hacerme sonrojar hasta sentirme avergonzada.
Ah sí, ¿sabías que mi prima cree que soy gay?, bueno, entérate, y sí, hermano, puedes reírte de eso. Para que me creyera tuve que pasarle fotos del chico que te hable antes, para que luego de eso, la tonta esa me dijera que es lindo, y que tenía buenos gustos. Admito que mi ego subió un poco y, probablemente si le digo eso a mí crush, él se colocaría peor. Oh, olvidé decirte que posee un narcisismo bastante peculiar.
Y para finalizar, mejor amigo, quería comentarte todo lo que nunca pude. Primero, eras, eres y serás una de las mejores personas que pudo entrar en mi vida, quien a pesar no conoció todo de mí me brindó su más sincera amistad y, me regaló tantas enseñanzas que el día de hoy trato de no dejar ir, porque solo muere aquel que es olvidado. Y tú, amigo mío, jamás lo serás, eso te lo prometo.
Segundo. Sé que últimamente te he hecho sentir mal porque no dejo de llorar por las noches, pero ambos sabemos que tenía días sin hacerlo. Es solo que estar sola en mi habitación, el reloj marcando las doce y diez, las luces apagadas, y solo se escucha el leve sonido de mi respiración agitada, la música de fondo a través de mis auriculares y de las teclas del teclado cuando mis dedos se desplazan con rapidez sobre ellas. Se siente como si la oscuridad se prestara para crear el ambiente correcto para romperme y quitarme la máscara de fortaleza que siempre poseo. Pero últimamente, he sentido que no puedo hablar de esto, porque ha pasado más de un mes desde que te fuiste y, que yo siga de esta manera parece algo absurdo e irracional.
Tercero. Han pasado exactamente dos meses y diecisiete días desde que ya no estás, y aún sigo sin poder recordarte sin sentirme melancólica porque merecías una vida extensa. Una donde pudieras cumplir cada uno de los sueños que me contaste. Una donde el niño que te dice "papi" sea un hombre ejemplar porque siguió tus pasos. Una donde puedas obtener ese título, matrimonio y familia que querías. Una donde me sigas molestando hasta que me hagas gritarte y golpearte por fastidioso... una donde pueda decirte que te amo mirándote a los ojos.