La noche ha caído y las estrellas brillan en el cielo.
La luna alumbra las calles, y yo estoy despierta una vez más.
Sigo haciéndome preguntas que nadie puede contestarme.
Continúo dándole vuelta a las cosas.
Y intento no sentirme asfixiada por los recuerdos.
Pero las promesas que recitamos están en el aire.
Tus palabras aún están dando vueltas en mi cabeza.
Y si, te herí.
Pero tú también me heriste.
Ambos causamos esto.
Todo este dolor que nos estamos infligiendo.
¿Y todo por qué?
Tomamos muchas malas decisiones.
Aseguramos cosas con la mano puesta sobre el corazón sabiendo que mentíamos.
Miramos a muchos a los ojos y pronunciamos un ‘te amo’ falso.
Nos protegimos el uno al otro.
Éramos el dúo peligroso.
Pero dijimos demasiado.
Aun cuando habíamos perdido el enfoque.
Ambos sabemos que somos inseparables.
Éramos grandes, totalmente envidiables.
Pero los amigos nacieron para herirse los uno al otro.
Con mentiras, con verdades a medias, y con honestidad plena.
¿Y todo por qué?
Solo porque decidimos hacernos víctimas cuando cometimos errores.
Cuando nos enfrascamos en nuestras cosas y olvidamos la existencia del otro.
Uno hizo nuevos amigos, y el otro volvió a los lugares que frecuentó.
Pero esas miradas de grandeza se habían ido, junto con la lealtad que una vez nos juramos.
Y todas aquellas tardes en la casa del otro.
Solo íbamos a perder el tiempo.
Las risas, momentos de gloria, instantes de temores y llantos.
Todo lo que hemos compartido.
Las discusiones sin sentido, y aquellas largas conversaciones que nos tomaban toda la noche y parte de la madrugada.
Las llamadas de auxilio cuando no podíamos con la rabia y angustia.
Y cuando creábamos el perfecto campo de batalla donde más de uno perdía la vida, solo porque intentaban salvarnos de ese desastre poco natural.
Pero ellos sabían que sus intentos eran en vano, porque podíamos hacerlo solos.
Solo necesitábamos del otro para poder salir con vida.
Todo lo perdimos.
Cada sueño, ideal y meta compartida se fue a la basura junto a las promesas que ahora hemos roto.
¿Y todo por qué?
¿Qué es lo que intentamos probar con todo esto?
Pero las palabras fueron lanzadas al aire.
Resolvimos problemas a través de una pantalla.
Y apuñalamos la espalda del otro en la primera oportunidad.
Y luego dejamos de intentar.
Parecía que restaurar lo que hemos destrozado no era una prioridad.
Pretendíamos que nada sucedía cuando el infierno se había desatado.
¿Y todo por qué?
¿Qué demonios es lo que intentamos probar?
Porque ahora nos miramos a la cara y fingimos que el otro no está ahí.
Pronunciamos saludos vacíos con sonrisas falsas.
Las despedidas son agridulces, o eso he escuchado por ahí.
Solo sé que nos hemos dado la vuelta con la intención de no regresar.
Éramos grandes, totalmente envidiables.
Pero los amigos nacieron para herirse los uno al otro.
Con mentiras, con verdades a medias, y con honestidad plena.
¿Y todo por qué?
¿Cuál es el propósito para todo esto?