MuÑeca De Trapo

CAPÍTULO 2: Las tinieblas también pueden tener celos.

Este ser siempre me seguía de ida y vuelta al colegio. Me tomé la molestia de contar y descubrí que caminaba a dieciocho metros de distancia, alejado de mí. La gente que nos veía murmuraba, insinuando que era acosada por un vagabundo que siempre me seguía de cerca o por una mujer de vestido blanco maltratado, manchado de lodo, con el cabello descuidado y descalza.

 

"Malditos entrometidos, ¿por qué no se ocupan de sus propios asuntos? ¿Acaso solo saben criticar la vida de los demás?" Esa era mi reflexión, hasta que...

 

En una tarde lluviosa, alguien me habló. Era un chico con una camisa azul, luciendo una gorra y con una tez clara. El cansancio en sus ojos insinuaba las cargas que llevaba; su posición como presidente escolar y líder del grupo era evidente.

-"Hola, ¿qué sucede hoy? Pareces más distraída de lo habitual. ¿Estás bien?"

 No podía creerlo cuando él, el líder del grupo, me habló. Mi mente se aceleró cuando una figura golpeó contra la ventana un cuervo dejo marca en ella, y las luces comenzaron a parpadear en ese preciso momento.

 

-"Aléjate de mí. ¿No temes que la chica maldita te embruje?"

 

Dije fríamente, intentando apartar al amable chico que había reunido el coraje para hablarme. Sin embargo, su respuesta a mi advertencia fue despreocupada.

- "Realmente no creo en esas cosas, y si ese fuera el caso, llevo agua bendita y mi amuleto de San Judas en mi mochila", dijo, mostrando una amplia sonrisa que hizo desaparecer sus ojos momentáneamente. Debo admitir que ese gesto me llenó de inmensa felicidad, pero sabía que no podía quedarse mucho tiempo conmigo sin correr algún riesgo.

 

Al llegar el final del día, en mi camino a casa, una chica tropezó conmigo. -"Ay... lo siento mucho, Martha. No era mi intención lastimarte. Por favor, perdóname; realmente no te vi mientras caminaba."

 Un débil maullido emanaba de los harapos en sus brazos: un gato naranja con el cuerpo herido. Ella no me notó porque estaba cuidando al gato.

- "¿Me llamó por mi nombre?" "¿Sabes cómo me llamo?"

-"Por supuesto, te sientas en el otro extremo del salón junto a las ventanas. ¿Cómo no sabría quién eres? ¡Hemos estado en la misma clase desde la secundaria!"

 ¿Era realmente así? Nunca había notado su existencia, pero ella conocía la mía, lo que debía significar que sabía sobre la maldición. Antes de poder terminar ese pensamiento, el cielo que antes estaba gris comenzó a verter lluvia, preparando el escenario para la siguiente escena.

 

La escena se desarrolló con la chica, con el gato en brazos, sacando un paraguas. Resultó que vivíamos cerca una de la otra.

 Ella me acompañó a casa, y mientras conversábamos, no mostraba miedo hacia mí. Me había estado observando durante años, pero temía acercarse debido a mi actitud fría. Debo admitir que la chica era verdaderamente agradable en apariencia, voz y compañía. Todo parecía bien, pero entonces...

-"Oh, mira, ¿ese es tu padre allá? Parece estar esperándote bajo la lluvia."

Era, de hecho, el hombre del sombrero observándonos desde lejos. Al girar, vi al chico toro más cerca de lo habitual pero aun manteniendo su distancia. Decidí dejar a la chica y correr hacia la casa antes de ponerla en peligro.

 

No les tengo miedo realmente ni a ellos ni a su apariencia espeluznante, pero temo la idea de que lastimen a otros, hagan daño a las personas que me importan, a los inocentes. Al pasar junto al hombre del sombrero, susurró algo que no pude escuchar ni comprender, pero supe que era algún tipo de advertencia.

Tras ello, una notificación apareció en mi teléfono: era el chico toro, una foto suya con mi nueva amiga de fondo, a lo lejos. El pánico me invadió en ese momento: quería correr para detenerlos, pero las luces de la casa parpadearon, las lámparas del techo se balancearon de un lado a otro, las puertas se abrieron y cerraron con fuerza creciente, dejando ver marcas de arañazos con cada golpe. Enormes manos con afiladas garras se colaron por la ventana, y de repente, todas las ventanas se empañaron, mostrando figuras sombrías golpeando sin descanso sus cabezas contra el cristal, como si romperlo no fuese más fácil que abrir la puerta y poner fin a todo.

 

-"¡Eso es lo que quieres! Ven por mí, entonces, acaba con esta vida maldita de una vez por todas. Han pasado dieciocho años y aún no me dejan en paz, estoy harta de todos ustedes, monstruos. ¡Váyanse al infierno, malditos seres!"

 Grité sin pensar en mis acciones. Repentinamente, todo se calmó y la puerta se abrió lentamente, lista para presenciar mi posible desenlace y enfrentar al monstruo.

 

Resultaron ser mis padres regresando de las compras.

- "Marta, deja de gritar. Pareces una loca. Hemos estado tocando y tocando, y tienes la música a todo volumen. Te quedarás sorda, niña insolente."

 

 Ni siquiera me había dado cuenta de que la radio estaba encendida, mucho menos a todo volumen, reproduciendo música clásica. Las ventanas, la lámpara, incluso las puertas, todo estaba en orden, sin rastro de nada fuera de lugar.

 

Después de eso, simplemente me preparé para dormir, intentando actuar con normalidad tras los extraños sucesos.

 Esa noche tuve la visita de Smith; el simplemente se quedó en la esquina de mi habitación, sin hacer ni decir nada. Me recordó lo ocurrido y la posibilidad de que aquella chica mi nueva amiga no me hablara al día siguiente.

Sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, lagrima tras lagrima desprendían de recorriendo mi rostro hasta caer a la almohada.

Para que después piense en la escena a continuación todo lo ocurrido me hizo preguntarme si Smith, el monstruo que siempre merodeaba mi habitación, estaba angustiado por mí. De un momento a otro dejo de solo estar de espaldas en la esquina de mi cuarto. Pasó sus largas y delgadas manos sobre sus cuencas vacías, buscando algún líquido errante, tocando sus aberturas nasales en busca de mucosidad, moviendo la cabeza de un lado a otro, imitando a un búho, sonriéndome con una sonrisa macabra, mostrando dientes amarillos excesivamente puntiagudos.



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En el texto hay: suspenso, un misterio oculto

Editado: 15.09.2024

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