La lluvia golpeaba con furia las ventanas de la casa, creando un ritmo frenético que se mezclaba con el latido acelerado de mi corazón. Mamá estaba en la cocina, preparando la cena. Yo, en cambio, me encontraba en mi habitación, con la mirada fija en la foto de Marta que colgaba sobre mi escritorio.
-"No vayas al cementerio, hija. Es peligroso", me había dicho mamá antes de salir.
Pero yo no podía quedarme de brazos cruzados. Tenía que saber la verdad. Tenía que encontrar a Marta.
Me puse un abrigo, tomé una sombrilla que había encontrado en el armario y salí de casa. Caminé por la calle, con la lluvia golpeándome en la cara, sintiendo el frío penetrar en mis huesos.
Llegué al cementerio, y el silencio me envolvió como una mortaja. Las tumbas se alzaban como espectros, y las sombras se extendían largas y amenazantes.
Caminé entre las tumbas, buscando la de Marta. La lluvia seguía cayendo con fuerza, y el viento silbaba entre los árboles.
De pronto, vi a un viejito sentado en una banca, con una mirada triste y melancólica.
-"Disculpé, señor", le dije, acercándome a él.
- ¿Sabe dónde está la tumba de Marta?"
El viejito me miró con una sonrisa tenue.
- “Marta no está aquí, niña", dijo, su voz un susurro que me hizo estremecer.
-"Ella no está muerta del todo".
-"¿Qué quiere decir?"
-"Ella está atrapada en un lugar oscuro, un lugar donde solo la luz puede liberarla".
-"Pero... ¿cómo la puedo ayudar?"
El viejito me tendió una mano, y en ella había una pequeña sombrilla de color azul.
-"Toma esto", dijo.
-"Te ayudará a encontrarla".
Tomé la sombrilla, y el viejito desapareció.
La lluvia seguía cayendo con fuerza, y el viento silbaba entre los árboles. Pero ahora, yo no tenía miedo. Tenía la sombrilla, y la esperanza de encontrar a Marta.
Caminé por el cementerio, con la sombrilla en la mano, buscando la luz que el viejito me había indicado.
De pronto, vi una luz roja que emanaba de una casa en ruinas, en medio del bosque.
La casa estaba en llamas, y el humo se elevaba hacia el cielo.
Me acerqué a la casa, con la sombrilla en la mano, y la luz roja se intensificó.
Sentí un tirón, como si me estuvieran arrastrando hacia un lugar desconocido.
De pronto, la luz roja se abrió ante mí, como un portal hacia otro mundo. A través de ella, vi una figura sombría, un hombre de sombrero que me observaba con una sonrisa cruel.
-"Bienvenida, Marta", dijo, su voz un susurro que me heló la sangre.
-El juego apenas comienza".
La luz roja se cerró, dejándome sola en la oscuridad. No sabía dónde estaba, ni qué me esperaba. Pero una cosa era segura: el hombre del sombrero no me había dejado morir.
La luz roja se había desvanecido, y la oscuridad había vuelto a envolverla. Marta se encontraba en un lugar extraño, un lugar que no reconocía. El aire era denso y pesado, y un frío gélido la recorría de pies a cabeza.
De pronto, escuchó una voz familiar.
-"Marta, ¿dónde estás?"
Era Jeff, su amigo, su amado.
-"Jeff, ¿eres tú?" preguntó Marta, con la voz temblorosa.
-Sí, soy yo", respondió Jeff, acercándose a ella.
-estoy aquí para ayudarte".
Marta se sintió aliviada al ver a Jeff. Pero a medida que se acercaba, algo en su mirada le hizo sentir un escalofrío.
-"Jeff, ¿qué te ha pasado?" preguntó Marta, con la voz llena de preocupación.
-"No importa", respondió Jeff, con un tono distante.
-"Lo importante es que estamos juntos".
Marta sintió un nudo en el estómago. Algo no andaba bien.
-"Jeff, ¿por qué me traes aquí?" preguntó Marta, con la voz llena de miedo.
-"Te voy a mostrar algo", respondió Jeff, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Jeff la llevó a un lugar oscuro y frío, donde la luz no alcanzaba.
-"Aquí es donde debes estar", dijo Jeff, con un tono de voz que no reconocía.
-"Aquí es donde te pertenece".
Marta sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
-"Jeff, no entiendo", dijo Marta, con la voz llena de desesperación.
-No te preocupes, Marta", respondió Jeff, con una sonrisa cruel.
-Ya no necesitas entender nada".
Jeff la abrazó, y Marta sintió un dolor agudo en su pecho.
-"Jeff, me duele", dijo Marta, con la voz llena de angustia.
-"No te preocupes, Marta", respondió Jeff, con una sonrisa macabra.
-"Ya no sentirás nada".
Y entonces, la oscuridad la envolvió por completo.
De pronto, la niña sintió un vacío en su mano. La sombrilla, el regalo del viejito, se había ido.
-"¡La sombrilla!" exclamó la niña, con la voz llena de desesperación.
La niña se dio la vuelta, y vio a los padres de Marta, con la mirada llena de preocupación, acercándose a ella.
-"Marta, ¿dónde estabas?" preguntó la madre de Marta, con la voz llena de alivio.
-"Estaba buscando a Marta", respondió la niña, con la voz temblorosa.
-"Ella está aquí", dijo el padre de Marta, señalando una tumba.
La niña se acercó a la tumba, y vio una lápida con el nombre de Marta.
-"Marta, yo quiero salvarte", susurró la niña, mirando la lápida.
De pronto, la niña sintió un movimiento en el suelo.
Se agachó, y vio un objeto raro con un círculo en medio.
Tomó el objeto en sus manos, y sintió una energía extraña recorrer su cuerpo.
-"Marta, yo quiero salvarte", repetí, mirando el objeto.
Y en ese momento, supe que la historia de Marta no había terminado.
Y que el juego apenas comenzaba. no es asi..oh...realmente es final.