Se quebró mi pluma

El reloj se detuvo,

Alce mi mirada para develar el misterio de su silencio,

Sus agujas estaban inertes,

Gélidas ante mí.

Por la ventana solo se veía la luna,

Y las sombras de los árboles que se mecían,

Formando figuras en la calle desierta,

Y provocando porque no pequeño escalofrío en mi espalda.

Mi mano se había detenido,

En un Renglón vacío de mi viejo libro,

Sus páginas amarillentas contaban su historia,

De muchos años de letras conocidas.

Volví en mí con un ruido seco,

Como si algo se hubiera roto en pedazos,

Como si pisara una rama seca con mis pies descalzos,

Mi rostro no daba crédito a lo acontecido.

Instantáneamente de mis ojos se derramaron lágrimas,

Recorrieron mis mejillas hasta mis labios,

En dónde sentí su sabor salado,

Y el dolor amargo de su ardentía.

La pluma que tantos años con amor y lealtad,

Con pasión y tesón,

Me había acompañado en mis letras de soledad y compañías,

Se había quebrado en ocho pedazos.

Y mi frase quedó inevitablemente inconclusa,

Cuando de pronto recordé el ocho,

Un numero que marco mi vida y su comienzo,

Y que me dio dolor y alegría.

Tierna edad la que tenía,

Ocho años y conocí a mi pluma querida,

Brillante y altanera,

De trazo fino y divina.

Regalo del amor que yo tanto le ponía,

A las tardes de escritura,

A los versos y prosas, 

Que formaban mi poesía.

Ella me alentaba,

No se equivocaba,

Nunca me abandonaba,

Ni una sola obra inconclusa.

Y hoy vieja pluma,

Agotada y derruida,

Vienes a dejarme ver tu partida, 

Como el ave Félix que en el fuego desaparece para luego resurgir de las cenizas.

Solo que tu ya no resurgirás,

Tu historia ya se contó,

Y hoy te valoro ante todos,

Fuiste creada y creadora.

La musa atenta de toda mi obra, 

Hoy te debo mi poesía,

Hoy te debo mi respeto,

Hoy se quebró mi pluma pero no mi secreto.