Low después haber sido descalificado, sabía que le afectaría pero no quiso decírmelo, se quería mantener tranquilo, los golpes aún seguían notorios y uno que otro día se quejaba, pero hacía como si no pasará nada. Era de los amigos más lindo que la vida y el ballet me habían regalado. Había ganado la competencia y Sofía se quedó en el segundo lugar. Como lo dije anteriormente, todos estábamos aquí por un objetivo y era ganar, desafortunadamente solo debía haber un ganador y esa había Sido yo. Loty, apesar de que la conocí hace poco me afectaba el hecho que se ha ido sin despedirse, sin dejar una carta y nada me había afectado tanto, porque mi corazón le tenía mucho. Low me había dado la noticia unos días antes de la final, y solo su puse que en su país la necesitaban, solo espero que dónde quiera que esté ahora me recuerde como nosotros a ella.
Me encontraba en la casa Low, sabía que eran de Croacia, pero recidian hace muchos años aquí en París. Sus padres también pertenecieron una época a las competencias, que quizás ellos podrían conocer a mi madre. Low casi no habla de ellos y me entristece un poco saber que algunos tienen a sus padres juntos y no se aman de la forma correcta. Y más que nada a mí era quien me afectaba el enterarme por mis propios medios que Malakai era mi padre, era como si la vida que conocía no era lo que yo creía. Sin embargo, tenía que asumirlo, no quedaba de otra.
—¿Tienes un teléfono? —le pregunto a Low y una de las empleadas me indica donde se encuentra
Marco el número de mi casa y al tercer pitido contesta una mujer "Lola"
—¡Muy buenas tardes, casa Dumont!
—hola, Lola, soy Aurora, quería preguntarte si mis tíos han llegado a casa.
—claro señorita, la estamos esperando.
—diles que en una hora llego, para que los invitados y mis tíos se queden tranquilos. Avisales que iré con mi gran amigo Low y su familia.
—entendido.
Y con eso cuelgo el teléfono, no quiero preocupar a nadie. Después de todo cumplí con el objetivo y era ganar. Miro a todos lados y me parece una de las casas más hermosas que podría tener Paris, después de la mía. Eran descendientes de la realeza. Se les notaba la casa y la alcurnia. Tenían muchos objetos y muchos cuadros lindos, sobretodo uno en específico, era muy diferente. Era un lago lleno de flores con una fuente de agua cristalina, que en el centro tenía una bailarina sobre ella; tenía una pose linda, una representación viva del ballet. Me quedé hipnotizada, era demasiado hermoso, pero la voz de alguien me saco de la hipnosis y solté un grito que ahogue con mis manos. Miro a quien me ha hablado y es Low que viene junto a su madre, cuál me ven bastante preocupados.
—¿Estás bien? No tenía la mínima intención de asustarte.
—casi me matas del susto —sueltan una carcajada— estaba mirando este cuadro —lo señalo— es muy hermoso.
—si que lo es, lo pinto mi esposo hace unos catorce años atrás. Antes solía hacer parte de muchs cosas como el ballet y el arte, y el quizo mezclarlos dándonos está magnífica obra que está frente a tus ojos. Pronto abriremos una galería, y solo esperamos que hagas parte de nuestras más bonitas reliquias —se rien ambos— eres demasiado bella, esperamos que nos des tu permiso para retratarlo en un lienzo y conservar tu belleza.
No sé si sentirme halagada o asustada, desde que llegué es de lo único que hablan.
—lo pensaré.
—ahora acompáñanos, te presentaremos a nuestra familia y nuestra hermosa casa, y espero que te gusten las sorpresas, porque tenemos muchas para ti, sobretodo para honrar a la nueva reina del ballet parisino...
Después de haber conocido a su familia, Low me pidió que lo acompañará a dar un paseo por toda la mansión. Su casa era muy bonita, tenía demasiadas antigüedades y una hermosa biblioteca, que sin duda alguna podrías perderte si no la conoces lo suficiente.
—ven, mi padre quiere mostrarte algo, es uno de sus locos y magníficos trabajos, más que todo por brindarle la honra de estar aquí.
Sus palabras me hacen sentir muy halagada, me brinda su mano la cual tomo y lo sigo. Si no me hubiera fijado nunca en Alejandro, aseguraría que en el primer momento en que conocí a Low, me hubiera enamorado de él, sentía que era demasiado caballero, varonil, es todo lo bueno de este mundo, pero aquí todavia sigo enamorada. Caminamos y nos detuvimos frente a una enorme puerta de color dorada, o más bien estaba hecha de oro por lo mucho que brillaba. Da dos golpes y de adentro se escucha una voz que nos indica a seguir. Toma el pomo y abre la puerta dandome el paso para poder seguir primero yo y luego él. Miro el entorno y las luces están en tono tenue y siento el ambiente denso poniéndome un poco nerviosa. Ya estar dentro completa me doy cuenta que el salón es súper grande y amplió, y solo tenía luces en ciertas partes.
—mi querida, Aurora Dumont, gracias por venir hasta aquí, por honorarios con tu presencia. Le he pedido a Low que nos permitiera compartir contigo, mi maravilloso trabajo.
Su voz es demasiado ronca que cada palabra me eriza la piel, era como si el señor de hace un rato con el que estaba compartiendo en el jardín, no fuera el mismo que tengo en frente y solo sonrió para desviar los nervios que me hagan poner asustadisa.
—acercate, por favor.
Miro a Low y tiene la misma cálida sonrisa de siempre dándome la confianza que necesito para volver a estar tranquila y así avanzo. Mientras camino se enciende una luz que me permite ver más cuerpos y me detengo abruptamente, porque solo pensaba que estábamos los tres.