La mirada del rubio, se clavó en el pelilila, una expresión de que no le creía ninguna palabra.
-Y cuando prometo algo Shaflyn, yo jamás, jamás rompo una promesa- Esos dulces y adorables ojos verdes, con el ceño fruncido, enfrentándose a los azul cielo del ladrón, para que confiara en él.
El cautivo, solo levanto una ceja, dando señal de que sus palabras no podrían ser creíbles.
-Jamás- Fue lo último que dijo, estaban en una contienda de miradas, para ver quien obtenía la victoria en convencer.
Mientras el pequeño corderito, asentía con una grácil sonrisa, apostando al pelilila su confianza.
Este rubio, no le convencía ni congenia para nada este trato, así que dejando su mirada despectiva hacia el doncel, decidió sonreír triunfante pues tenía un as bajo la manga.
-Oye, oye, no quería tener que hacer esto, pero no me dejas elección- Ladeo su cabeza para la izquierda, tratando de hacerse el misterioso –Es mi arma mortal- Bajo su cabeza, ocultando así su rostro de la vista el joven.
De repente alzo su rostro, con el ceño fruncido, pero en vez de enojo, sus cejas estaban un poco levantadas, sus labios simulando un beso o cara de pato, a como se pudiera interpretar. Con esa extraña expresión, pensando en su mente que era un estilo de coqueteo y ligue, incluso abriendo sus ojos un poco, mirándolo para así lograr enamorarlo.
Pero Munzel no es alguien fácil de convencer, el por su parte seguía con su linda cara de decisión y sus labios apretados, esperando la respuesta del hombre.
El corderito era el que miraba con mayor desagrado las intenciones del rubio.
Espero unos cuantos segundos, que parecieron muy largos.
-Ha sido un día raro para mí, esto no suele pasarme- Siguió tratando unos segundos más, pero los intentos de seducir al joven fueron en vano.
-Bien, te guiare hasta ese polvo estelar- Desistió de su deshonroso intento.
-¡¡¡AY!!! ¡¡¡¿ENSERIO?!!!- El jovencito, no salía de su emoción, tanto que soltó el único apoyo de la silla y por ende del rubio, cayendo de cara al piso con fuerza.
-Ups- Sus manitas juntas, con algo de nervios, mirando al hombre caído.
-Rompiste mi arma mortal- Su voz sonaba adolorida, su cuerpo sufrió algo de daño, pero su cara recibió lo peor.
Ahora podemos apreciar, que nuestro querido ladrón rubio, está bajando por un costado de la torre haciendo uso de las flechas con las que escalo momentos antes.
Mirando cuanto le faltaba, seguía con su andar.
-¿No vienes precioso?- Alzo su mirada y levantando su voz, paras ser escuchado.
Y con la misma sin esperar respuesta, siguió bajando.
Caminando sosteniendo su cabello, previamente colgado del gancho negro que usaba para subir a su madre, con el martillo debajo del brazos, se notaba asustado, angustiado y preocupado, por lo que estaba a punto de hacer.
No era momento de arrepentirse por lo que deseaba, si quería salir de la torre era ahora o nunca, el miedo debía quedar a un lado.
Se asomó un poco a lo que podría encontrar debajo de la ventana que siempre lo comunico con el exterior.
Mirado como su “Guía” Descendía con rapidez, ya casi llegando al suelo.
Parecía que los pajaritos cercas hacían un coro de alguna canción extraña.
-Estoy tan cerca, de ese mundo externo- Levanto su mirada esmeralda –A eso tan grande voy, no me atreveré- Estaba dudando su corazón si era lo correcto, por esa razón miro de nuevo hacia dentro de su torre, para ver la obra de sí mismo y el polvo estelar que contemplaba.
-Aquí estoy, por fin. Tengo que hacerlo- Su voz sonaba de triste a feliz en un segundo.
-¿Y si?- Queriendo retratarse, parecía conducirse de nuevo al interior.
Pero en un instante, tomo valor y regreso –No- Su ceño levemente fruncido, lleno de determinación en su acción –Lo hare- Su vista de nuevo hacia abajo, ya debía hacer lo que dictaba su corazón.
Incluso el pequeño corderito, se sujetaba unos mechones del cabello lila a la cintura, para no caer al descender.
Aquella acción le aprecio adorable al doncel.
Lanzo su cabello hacia el vacío, deslizándose por este, sujetándolo con las piernas y ambas manos.
Su sonrisa y leve risita denotaba el grado de felicidad que lo consumía
Mirando hacia todos lados, impresionado por lo nuevo que estaba a punto de descubrir.
Su cabello y vestido ondeaban en el aire.
Más todo esto desaprecio al estar a escasos centímetros del suelo verde del lugar. Mirándolo como si fuera la cosa más hermosa del mundo.
Estuvo colgando allí unos segundos, mirando fijo, la respiración demasiado agitada para regularizarla.
Bajo primero su pie izquierdo, tocándolo con la punta de sus delicados dedos.
Cuando lo sintió seguro, bajo el otro, ahora si ambas plantas sintiendo el césped verde, tan fresco y suave.
Jugueteando con estos, mientras sentía sensaciones nuevas y riendo con gracia.
-Césped y tierra son igual que imagine- Se inclina hasta tocar el lugar con las rodillas, sintiéndolo con sus suaves manos, haciéndose hacia adelante mientras acariciaba la verde alfombra.
Después de esto, se acostó boca arriba, sonriendo de oreja a oreja, minado hacia el firmamento.
La mirada verde descubría ese lugar por primera vez, y era sumamente perfecto en su interior.
Detecto un diente de león, levantando su cabeza con emoción, como si descubriera el mayor tesoro de todos.
-La brisa sopla y va- Cerro sus ojos al sentir esa oleada de aire fresco y como se desprendía los pequeños puntos blancos de esa común planta.
Siguiéndolo con la mirada, levantándose para ir detrás de cada uno.
-Con ella viajare- Tratando de alcanzarlo con sus manos, sintió como había llegado sus pies al pequeño riachuelo que pasaba por la torre.
Impresionándolo, el sentir el agua fresca –Esto es sentirse libre, por primera vez- Tomo un poco del líquido vital, para aventarlo sobre él y sintiendo las pequeñas gotas en su rostro y cuerpo.
Editado: 06.09.2024