---Calabozo del castillo---
Caminando por aquel lúgubre pasillo de piedra, rodeado de celdas con prisioneros de diferente calaña, sujetándolo por los brazos por dos guardias y unas esposas sujetando sus muñecas, se dirigí a su destino final.
Este rubio cabizbajo, solo pensando en que le había ocurrido, fue traicionado como él, lo hizo con aquellos ladrones, pero lo que más le dolía, es no saber qué ha pasado con Munzel.
Su preocupación más grande, no le dejaba idear un plan para salir de esta, aunque necesitaría un milagro para que eso ocurrirá.
Miro por un instante a los otros que igual que él, esperarían su final en la horca.
Pero su sorpresa se volvió grande, cuando vio a sus antiguos compañeros de igual forma encerrados. Estos, le devolvieron la mirada.
Provocando un sentimiento de enojo profundo, porque sabía que ellos tuvieron algo que ver con todo esto y no le importara su suerte si aquel pelilila se encontrará bien, pero ni siquiera de eso está seguro.
No lo pensó más, dándoles un cabezazo a los guardias, para que lo soltaran, aun estando esposado no se dejaría vencer, si saber de su doncel.
Dio un salto alto, para que sus manos estuvieran hacia delante, así poder sujetar a uno de esos por el cuello y hacerlo hablar.
Se acercó a la celda, sujetando al de cabellos verdes, golpeándolo contra los barrotes.
-¡¡¡¿QUIÉN LES CONTO SOBRE ÉL?!!!- Ordenó con voz potente, sus ojos azules solo reflejaban la furia guardada en su corazón -¡¡¡DIME, YA!!!- Volvió a darle un golpe contras los barrotes.
-No fue idea nuestra… Nos dijo el anciano…- Aun siendo un ladrón, por primera vez se sentía tan temeroso del temperamento del rubio.
-¿Anciano?- Pensó un instante, atando cabos en su propia mente de que es lo que podría significar.
Pero no pudo seguir haciéndolo, pues los guardas que había golpeado antes, lo volvieron a sujetar por los brazos, para llevarlo a recibir su castigo.
-No, alto- tuvo que soltar al otro, pues la misma fuerza los otros la ejercieron contra él, golpeándolo levemente contra la puerta de la celda.
-Alto… No lo entienden…- Se trataba de zafar de aquellos guardias, no existía posibilidad… Siendo tres contra él, sus intentos eran en vano –Está en peligro… Esperen….-
---Torre---
-¿Munzel?- Madre Sagtel, llamando al pelilila desde el inicio de las escaleras, por el ruido que se había escuchado con anterioridad.
Empezó a subir las escalaras, sintiendo algo de preocupación de que es lo que estaba pasando con el joven doncel.
-Munzel ¿Qué estás haciendo arriba?-
Su respiración agitada, mirando hacia un punto, como si estuviera perdido y asimilando un montón de cosas.
Se estaba revelando ante él, una gran verdad, dándose cuenta que todo lo que había estado conociendo hasta el momento fue solo una gran mentira.
-¿Te encuentras bien?- Aquel peli azul, se acercaba con cuidado a la habitación del joven.
Munzel, salió… Aun agitado y bastante desconcertado, su mirada fija al suelo, como si aún sintiera mareos por todas las imagen dando vueltas en su mente.
Teniendo que sujetarse de la cortina de su entrada, para no caer.
Esto sorprendió al mayor que se detuvo para verlo.
-Soy el príncipe perdido…- Murmuro aquellas palabras, muy apenas audibles.
Giro sus ojos con cierta molestia, demostrando que le irrita esa manera de comportarse del menor.
-¿Puedes hablar bien Munzel?- Su vos de enojo nunca se hizo esperar, con esos ojos afilados y fijos en el –Te he dicho que odio que balbuces-
La voz que siempre había estado escuchando, la que le “Advertía” del supuesto peligro que existía afuera, como lo ha logrado maltratar de una manera psicológica para que fura tan inseguro.
Lo confronto por primera vez en su vida, no dejaría que las cosas siguieran, por lo que acababa de descubrir.
-¡¡¡YO SOY EL PRÍNCIPE PERDIDO!!!- Frunció su ceño, levantando la mirada para mirar al peli azul -¿No es cierto?-
Sagtel se quedó callado, preguntándose mentalmente, como fue que él menor se había dado cuenta.
Aquellos ojos verdes, que siempre demostraban inocencia y algo de nervios, ahora llevaban en ellos determinación y un cierto enojo.
Su verdadero ser y carácter estaba saliendo a flote.
-¿Estoy balbuceando, madre?- Siguió caminando fuera de su habitación, soltando las cortinas, para pararse firme ante madre Sagtel -¿Sigo diciéndote así?- Le retaba, no solo con la mirada, si no con esas palabras, su postura, el pelilila demostraba que al descubrir la verdad no se dejaría volver a pisotear por nadie.
Sin embargo el otro aun creía que podría tener en su mano al niño, sonriendo, girando los ojos, como si todo lo que acababa de decir solo fuera un gran chiste.
-Ja, Munzel… ¿De dónde sacas esas ideas?- Subía las escaleras tan confiado que aun podía manipularlo a su antojo -¿Por qué preguntas una cosa tan ridícula, hijo? Ja, ja, ja, - Abrió sus brazos para darle un abrazo.
Nunca se imaginó que el pelilila lo rechazaría, empujando sus brazos a un lado, quería alejarse lo más rápido de ese sujeto.
-¡¡¡FUISTE TÚ!!! ¡¡¡TÚ HICISTE TODO ESTO!!!- Dio unos pasos para atrás, aquella dulce voz volvió, pero seguía conmocionado.
Esto dejo sin crearlo a Sagtel, con su mano levantada, pero frunció el ceño, para dedicarle algunas palabras –Sabes que solo quería… Protegerte y ya- Ahora entendía que su plan de dieciocho años se había ido.
El doncel, aun no podía creer el cinismo que tenía el mayor, al decirle que lo quería proteger, tomo la fuerza necesaria, empujo a Sagtel para salir de allí, no es necesario quedarse, al contrario ese lugar se había vuelto de mayor peligro.
-¡¡¡MUNZEL!!- Lo llamo con furia, pues aquel empujón lo golpeo contra la pared, no podía dejar que su fuente de la juventud se le escapara de las manos.
-¡¡¡EH PASADO MI VIDA ENTERA OCULTÁNDOME DEL MUNDO QUE EXPLOTARÍA MI PODER!!!- Caminaba lo más rápido posible, bajando las escalaras, mientras igual hablaba fuerte, sintiéndose dolido, enojado y frustrado.
Editado: 06.09.2024