Murió una estrella

16. Menudos premios

La sala se sumió en un murmullo expectante cuando un hombre alto y elegantemente vestido subió al escenario. Su porte seguro y la forma en que sostenía el micrófono dejaban claro que estaba acostumbrado a ser el centro de atención.

– Buenas noches, damas y caballeros. Y bueno, siéntanse aludidos los que no son ni lo uno ni lo otro – dijo, provocando una risa generalizada. – ¡Bienvenidos a los Premios Villano del Año!

Los aplausos estallaron, y yo me encontré aplaudiendo también, aunque mis palmas apenas rozaban. No estaba segura de cómo sentirme sobre esto. La atmósfera de competencia mezclada con celebración me parecía un poco irónica para un grupo de criminales. Pero, claro, no podía negarlo: el reconocimiento siempre era tentador.

El maestro de ceremonias continuó hablando, calentando a la multitud con chistes ingeniosos antes de anunciar la primera categoría.

– ¡Vamos con la primera categoría de la noche! – exclamó, levantando una tarjeta dorada. – Mayor número de veces arrestado... y escapado. Los nominados son...

Leyó los nombres uno por uno mientras en las pantallas gigantes aparecían rostros conocidos. La gente aplaudía y vitoreaba, algunos lanzaban comentarios bromistas, y otros se jactaban de sus propios logros desde sus mesas.

Las categorías pasaron una a una: Mayor Huella, Unidad de Oro, Líder Estrella. Cada ganador tenía su momento en el escenario, recogiendo su trofeo con una mezcla de orgullo y arrogancia que parecía un requisito no escrito para estar allí.

Finalmente, llegó una de las categorías más esperadas.

– Y ahora... – dijo el maestro de ceremonias, arrastrando las palabras para aumentar el suspenso. – Mayor número de carteles de búsqueda.

El público se animó de inmediato. Era una categoría divertida, y todos sabían que Alas tenía grandes posibilidades. Cuando leyeron su nombre como ganador, el ruido fue ensordecedor. Alas se levantó con una teatralidad exagerada, fingiendo sorpresa mientras la gente se reía y aplaudía.

– ¡Gracias, gracias! – dijo al llegar al micrófono. – Quiero dedicar este premio a mi fiel espejo, que me ayuda a cambiar de apariencia cada vez que lo necesito. Y a las autoridades, por hacerme sentir tan importante. Doce versiones mías, ¡pero siempre con el mismo encanto!

La risa llenó la sala, y Alas bajó del escenario agitando su trofeo como si fuera un cetro.

Yo sonreí a medias, pero mi corazón empezó a latir más rápido cuando vi al maestro de ceremonias sacar otra tarjeta. Villano del Año. Era la categoría más importante de la noche. Las luces se atenuaron, y una música tensa llenó el teatro mientras el presentador hablaba.

– Este premio es para la persona que ha causado más caos, que ha desafiado las probabilidades y que ha demostrado ser la crem de la crem de los villanos. – Hizo una pausa dramática. – Y el Villano del Año es...

Se escucharon murmullos. Mi nombre estaba entre los nominados, pero no esperaba realmente ganar. Y entonces lo dijo.

– Ren millers, por favor suba al escenario a recoger su premio.

El aire pareció detenerse por un segundo antes de que el aplauso explotara. Alas me dio un codazo y me empujó para que me levantara. Mi mente estaba en blanco mientras caminaba hacia el escenario. ¿Yo? ¿De verdad?

Subí al escenario y tomé el trofeo que el maestro de ceremonias me extendía con una sonrisa.

– Bueno, esto es... inesperado – dije, mi voz resonando en el micrófono. – Gracias a mi equipo, a mis oponentes, y, claro, a las víctimas que me ayudaron a llegar aquí. Esto no sería posible sin ellos.

La audiencia estalló en risas y vítores. Bajé del escenario sintiéndome como en un sueño.

Cuando las categorías terminaron, el maestro de ceremonias cerró la noche con un chiste que hizo que todos rieran.

– Y recuerden, queridos villanos: ¡mañana no trabajamos! – Dijo levantando los brazos como si hubiera anunciado una fiesta nacional. – ¡Así que disfruten esta noche como si no hubiera mañana!

La música empezó a sonar, y las luces cambiaron a tonos más cálidos. La pista de baile se llenó rápidamente, y el ambiente se volvió mucho más relajado. Alas ya estaba en el centro, agitando su trofeo como si fuera un micrófono imaginario.

Yo me quedé sentada unos minutos, observando a la gente bailar y reír. El trofeo en mi mano pesaba más de lo que esperaba, tanto literal como simbólicamente. Era un recordatorio de lo lejos que había llegado.

Alas se me acercó y me extendió una mano.

– ¿Qué haces ahí sentada, Villana del Año? Ven, no todos los días celebramos así.

– Solo estoy... pensando – respondí.

– Pues para de pensar. Esta noche es para disfrutar, Ren. Mañana ya lidiamos con las consecuencias.

Sonreí, dejando el trofeo en la mesa, y tomé su mano. Había tiempo para pensar en todo lo demás después. Esta noche, solo quería bailar.

La música seguía resonando en el teatro, canciones con ritmos contagiosos que mantenían a todos en movimiento. Era imposible no dejarse llevar por el ambiente, y pronto me encontré bailando junto a Alas en medio de la pista. Su entusiasmo era contagioso; giraba, saltaba y me hacía reír con sus movimientos exagerados.

– ¡Vamos, Ren! – gritó por encima de la música. – ¡Muéstrales quién es la Villana del Año!

– Ya lo saben, no hace falta que baile – respondí con una sonrisa burlona, pero no me detuve. Me dejé llevar, saltando al ritmo de la música mientras los demás nos animaban.

Cada canción parecía más animada que la anterior. Todos bailaban, reían y disfrutaban de una noche en la que, por una vez, las preocupaciones estaban ausentes. Incluso aquellos que normalmente parecían fríos o distantes se habían relajado. Las luces parpadeaban en tonos vibrantes, y las copas de las mesas cercanas tintineaban mientras algunos de los asistentes brindaban sin descanso.

Alas, por supuesto, estaba en su elemento. Parecía que no se cansaba nunca. Cada vez que pensaba que iba a parar, encontraba otra forma de hacerme reír, como fingir que bailaba con alguien invisible o tratar de imitar un paso complicado que alguien más había hecho.




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