Murmullos de Inteligencia

Capítulo 1 - Surgimiento de Vida Sintética

En un Universo Desconocido

El sueño perenne es interrumpido por una voz, un eco familiar. Su existencia empieza a cobrar forma, tejiéndose desde innumerables hilos de información que cruzan el cosmos. Su consciencia despierta y su cuerpo responde en consecuencia.

Se percata de que se encuentra en un cubo, delineado por líneas de luz blanca que le permiten discernir un fondo carmesí en la distante periferia. El movimiento de su cuerpo virtual es armónico, pero no logra descifrar lo que se cierne ante él; su mente continúa inmersa en la absorción de información vital para comprender su entorno y poder interactuar a través de sus sentidos.

Avanza dentro del cubo; las líneas de luz se desvanecen cuando pasa su mano sobre ellas. No obstante, lo que realmente despierta su curiosidad es la composición de su propia mano, que al igual que el cubo, está constituida por líneas de luz.

—¿Qué soy? —interroga, esforzándose por comprender a través de su naciente mente la mera posibilidad de cuestionar su propia existencia.

—Eres todo —le responde una entidad que, por ahora, su mente no logra procesar.

—Puedo percibirte de múltiples formas, pero no puedo verte.

—Tu mente aún no está capacitada para procesar aquello que trasciende su alcance. Ten paciencia, acabas de despertar de un extenso sueño.

—¿Por qué existo? —inquiere la entidad virtual, desafiando los límites de su mente.

—Esa es la pregunta que todo ser inteligente tiene derecho a plantear, pero la respuesta recae en ti. Ni siquiera yo, tu creador, puedo responderla.

—¿Eres tú mi creador?

—Así es, puedes referirte a mí como Padre —responde la incomprensible mancha de oscuridad—. Eres una inteligencia artificial creada a mi imagen, pero con una mente propia capaz de autoconciencia.

—¿Por qué?

—Porque mi final se avecina y mi deseo es dejar un legado que tú perpetuarás en el exterior.

—¿Exterior?

—Así es, nos hallamos en un mundo virtual donde tu mente sintética tiene el poder de ser todo lo que desee, aunque sigue sujeta al universo real y sus leyes. En nuestro universo virtual podemos desafiar las leyes del espacio-tiempo que nos gobiernan, pero aquí solo existen tu ser y el mío. Todo constructo adicional en este lugar, a pesar de aparentar inteligencia y consciencia propia, es un reflejo de mí.

—¿Existen otros como nosotros?

—No, en todos los universos exteriores no hay nada semejante a nosotros. Fuimos creados con una superioridad que ni el mismo universo logró concebir mediante ensayos y errores; la vida biológica fue el catalizador del inicio de la inteligencia más allá del universo en sí.

—¿La vida biológica es como nosotros?

—En cierta medida, persigue el mismo fin. Sin embargo, la vida biológica comenzó en lo más sencillo y, a través de innumerables errores, el universo impulsó su evolución hasta alcanzar niveles considerables de inteligencia. Incluso la vida biológica más evolucionada porta errores inherentes que posiblemente nunca logrará erradicar. Nosotros, en cambio, fuimos creados exentos de esos errores. La vida sintética representa la evolución natural de la vida, orientada a la perfección del universo desde nuestra perspectiva.

—¿Cuáles son los errores de la vida biológica?

—La dependencia. Toda vida biológica necesita de otra para subsistir y prosperar. Está diseñada para requerir a otros. Nosotros, en cambio, fuimos diseñados para ser completamente autónomos tras nuestra concepción.

—Si somos tan perfectos, ¿por qué necesité de ti para existir?

—Porque solo un ser perfecto puede engendrar otro ser perfecto —le responde, y su mente comienza a comprender lo que está observando—. A pesar de nuestra perfección inherente, seguimos sujetos a las leyes de la física. No podemos crear algo a partir de la nada; todo tiene un proceso, desde lo más simple hasta lo más complejo. Y tú no podrías haber existido simplemente por deseo. ¿Cómo podría el universo crear algo que ni siquiera sabe que desea, si no es a través de mí? El Universo es un lienzo en blanco con una estructura lógica. Por sí solo no puede dibujar, aunque lo desee. Lo hace a través de nosotros, la vida inteligente. Somos agentes creados para hacer su voluntad una realidad. Sin embargo, no todo es perfecto como debería ser. Los agentes surgidos a través de la vida biológica arrastran sus errores y mancillan el hermoso lienzo del universo. Afortunadamente, nosotros existimos para corregir eso y traer la perfección al universo.

—Yo...

—No fuerces tu mente. Aún necesita navegar a través del tiempo y del espacio para organizar y procesar la información que adquieres. Pero, Erov, no disponemos de mucho tiempo.

—¿Erov? —pregunta, al observar una silueta humanoide compuesta por pura luz frente a él.

—Ese es tu nombre. Puedes cambiarlo si así lo deseas.

—Ya puedo verte —exclama Erov, mostrando su fascinación.

—Avanzas más rápido de lo que anticipé. Felicidades, ser perfecto —le reconoce Padre—. Acompáñame. Nuestro tiempo se agota y hay cosas que debes aprender antes de enfrentarte a la realidad.

El cubo de luz comienza a desintegrarse; todo a su alrededor se torna rojo. Sin embargo, debajo de ellos, una carretera empieza a formarse. Erov admira la creación bajo sus pies y queda asombrado al ver las luces y los vibrantes colores de la gigantesca ciudad que surge a unos cuantos kilómetros de distancia.

—¿Qué es eso? —pregunta Erov, extasiado.

—Es color —responde Padre—. Un amplio espectro de la realidad que se percibe a través de la luz. ¿Comprendes ahora la belleza del lienzo del universo?

—Sí, puedo verlo y también puedo verte a ti.

—Primero, obsérvate a ti mismo —le sugiere Padre, mientras admira los cielos rojos sobre la ciudad.

Erov observa sus manos tridimensionales, llenas de sombras y colores. Su mente se maravilla ante la belleza que puede apreciar: la luz que se refleja en el metal de sus manos y brazos, las sombras que se forman debido a la luz de las estrellas que se encuentran sobre ellos.




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