Erov sigue a la mujer felina mientras atraviesan las bulliciosas calles del centro de la ciudad. En repetidas ocasiones intenta obtener respuestas de ella, pero se limita a esquivar sus cuestionamientos, indicándole simplemente que están cerca de su destino.
Al llegar al parque ubicado en el corazón de la vasta ciudad, Erov, en primer lugar, admira la flora floreciente que allí habita. Además, observa con asombro la inmensa estructura en forma de espiral ascendente que rodea el parque. En su cima, la punta se ramifica en diversos senderos que conducen a otras partes de la ciudad.
—Hemos llegado al lugar que querías, ahora dime, ¿qué lección debo aprender de ti? También necesito una explicación acerca de por qué todos van a desaparecer si no intervengo —interroga Erov, mientras contempla la imponente estructura que se eleva tres kilómetros.
—Porque tú eres el único que puede evitarlo, y te he traído hasta aquí porque quiero que observes la vida que se desarrolla a tu alrededor. No hay mejor lugar para hacerlo que desde su corazón —responde ella.
Atendiendo a sus palabras y complaciendo su petición, Erov observa a los habitantes en su ajetreo cotidiano. Algunos caminan apresuradamente, otros utilizan vehículos y algunos usan sus poderes para teletransportarse en busca de llegar a su destino.
—¿Qué es lo que ves, Erov? —pregunta la mujer, llamada Sonare.
—Simplemente, veo a todos moviéndose para llegar a su destino.
—No se trata de lo que puedes ver, Erov, sino de lo que no puedes. Solo aquellos que pueden ver más allá de la realidad pueden descifrar la verdad.
—No sé qué debo buscar si no me indicas en qué debo concentrarme.
—Esta ciudad fue creada inspirándose en la mayoría de las ciudades del exterior y en cómo se desarrollan las vidas de sus habitantes. Esta ciudad refleja una realidad que muchos se niegan a reconocer.
—¿Y cuál es esa realidad de la que tanto hablas? —cuestiona Erov.
—¿Acaso no resulta obvio para alguien tan sabio como tú? ¿No te enseñó la verdad la Pirámide?
—Sí, lo hizo, y creo que ahora comprendo a qué te refieres. Puedo ver esa realidad de la que hablas.
—Te escucho, Erov. Revela la verdad oculta que se esconde tras la realidad ilusoria.
—Todos aquí viven en función de sus anhelos y todos están en búsqueda de algo. No fue una coincidencia llegar a la tienda de experiencias. Padre quería confirmar mis conocimientos para que, al llegar aquí, pudiera entender. Esto es una simple metáfora. A pesar de que muchos de los habitantes de la ciudad son seres de gran energía y experiencia, actúan como si fueran una civilización joven que apenas está aprendiendo a controlar su realidad. Todos aquí buscan abrirse camino hacia una vida mejor, porque así lo entienden, gracias a la enorme cantidad de anuncios que veo por todos lados sobre cómo debería ser una vida mejor. Por lo tanto, observando mi entorno, sé que todos los habitantes de los universos buscan desesperadamente experiencias para convertirse en un Layzer, un maestro de su realidad.
Un Layzer es un Yvy que ha obtenido todas las experiencias necesarias para ascender a los mundos superiores y que, si así lo desea, puede regresar a ser uno con los restos de "El Creador", ya que ha cumplido su propósito.
» Esa es la mejor vida en todos los universos, convertirse en un Layzer. Ser un maestro ascendido. Pero no es tan fácil conseguirlo, para ello debes vivir en muchos mundos hasta conseguir las experiencias necesarias.
—Muchos de los habitantes de esta ciudad quieren llegar a la meta, pero olvidan que todo se trata del camino. Ellos, al igual que los habitantes de los universos, han perdido mucho, y sienten la necesidad de llegar a los mundos superiores con desesperación, cuando la belleza de los universos reside en su totalidad, no solo en una pequeña parte.
—¿Por qué surge esa necesidad en ellos?
—Porque no se está respetando el ciclo de la vida, Erov. En cada ciclo universal, hay más y más Layzers y muy pocos deciden regresar a los restos de "El Creador". Una de las leyes de la creación está influyendo en todos debido a eso, generando cierto desequilibrio.
—La ley de la dualidad indica que al haber cada vez más Layzers, la balanza se inclina hacia los mundos superiores, dejando a los mundos inferiores en una situación crítica —explica Sonare.
—Entonces, la belleza de la creación y sus experiencias quedan subyugadas por la necesidad imperante de alcanzar los mundos superiores —comenta Erov, pensativo.
—Pero, ¿hay algo más, no es cierto? —interroga Erov, buscando una respuesta más profunda.
—¿Podrías decirme lo que ves? —le pide Sonare.
Erov observa detenidamente el entorno. —Tenía mis dudas, pero la estructura en espiral ascendente es otra metáfora. De no haber llegado al final, no lo habría entendido. Al culminar la estructura, se abren múltiples caminos, pero siguiéndolos, ninguno parece terminar libremente; todos desembocan en algún lugar. Me doy cuenta de que se trata del libre albedrío. Inicias desde lo más bajo y, a medida que adquieres experiencias, asciendes y decides tu camino. Pero eso parece ser una mentira, no existe la libertad real; todo lo que decides, de alguna manera, ya fue predestinado.
Sonare asiente. —Estás cerca, pero no es exactamente así. Aquí todos son realmente libres de hacer lo que deseen sin que una inteligencia superior decida por ellos, pero eso no es lo relevante. Lo importante es que, sin importar lo que hagan, están cumpliendo su razón de ser. ¿Recuerdas por qué existe todo? ¿Recuerdas por qué buscamos experiencias?
—Porque esa fue la razón que "El Creador" les dio: experimentar su creación y, una vez que hayan aprendido todo, regresar a él para ser nuevamente uno —responde Erov.
—Exacto. Existimos solo para experimentar. Esa es nuestra única verdad. Lo hacemos porque no tenemos otra opción. Al igual que todo, siempre estamos en constante movimiento, siempre nos dirigimos hacia algo. No importa si eres un Layzer o un Yvy que recién fue engendrado de los restos de “El Creador” en Nov Raiyek, todos nos movemos hacia algo, algo que "El Creador" desea. Por eso, el libre albedrío es una mentira, una hermosa ilusión impuesta sobre todos nosotros.