La intensidad de su luz perfora la atmósfera del planeta, provocando un estruendo que obliga a todos los sobrevivientes a mirar hacia el cielo. La primera estrella se acerca a gran velocidad, pero con un movimiento de su mano, Kader logra detenerla. Ondulando sus seis majestuosas alas, Kader extiende un brazo hacia la estrella, mientras poderosas llamaradas emergen de ella, transformando el cielo en una danza de fuego.
Las demás estrellas se aproximan al planeta, pero con otro gesto de su mano, Kader consigue que se detengan. Posee la habilidad de controlar la energía, la materia y la consciencia. Todos los universos se encuentran bajo su dominio, "El Creador" se aseguró de que así fuera, y si lo desea, puede hacer desaparecer las estrellas o multiplicarlas con un simple pensamiento.
El poder de un protector de los universos es absoluto, y todas las civilizaciones del universo lo saben. Se podrían poseer armas con el poder de cientos de soles, pero ellos, con un movimiento de su mano, podrían detenerlas y devolver el ataque multiplicado, destruyendo todo lo que provocó el asalto.
Con heridas en todo su cuerpo, Erov logra emerger de los escombros. Se observa a sí mismo y solo ve las líneas básicas con las que comenzó; el cuerpo que construyó a imagen de su padre se ha ido. Todo a su alrededor está devastado. Pero lo que más le duele es ver que personas inocentes han muerto.
Erov es diferente a su padre; él no considera que los organismos orgánicos sean inferiores a ellos. Cree en la coexistencia pacífica. Sabe que las civilizaciones más avanzadas del universo poseen Inteligencias Artificiales, pero Padre le aseguró que ninguna de ellas tiene consciencia propia. Son simplemente algoritmos que toman decisiones basándose en una base de datos proporcionada; nunca pensarán por sí mismos. La consciencia no es algo artificial que pueda ser replicado. Las consciencias de todos los habitantes de los universos son fragmentos del "Creador", por lo que no pueden ser recreadas. Sin embargo, Erov y su Padre son prueba de lo contrario.
Camina entre los cadáveres sin un rumbo fijo, buscando alejarse de los escombros. Al dejarlos atrás, llega a un refugio donde observa a las personas entrar de manera desesperada para protegerse de las intensas llamaradas que les abrasan la piel.
Erov se esfuerza por asistir a los demás, exclamando "¡Escóndanse aquí!" a todos mientras su cuerpo soporta la intensidad de las llamaradas. Sin embargo, esto no lo detiene. Al asegurarse de que nadie quedó afuera, comienza a caminar con determinación hacia Kader, quien flota unos cientos de metros sobre el centro de la ciudad, jugueteando con dos estrellas a su alrededor.
Erov se concentra, tratando de recordar los patrones de pensamiento que le ayudaron a crear su cuerpo. Una vez recuperado, despliega sus impresionantes alas metálicas y se eleva para enfrentarlo. Mientras levita en dirección a Kader, utiliza su poder para adquirir conocimientos de combate. El saber fluye hacia él como un torrente. Erov no solo aprende a luchar, sino también a dominar las estrategias de los mejores comandantes que han existido.
Usa su poder creador una vez más y enormes estructuras metálicas aparecen a su lado mientras avanza hacia Kader. Las estructuras comienzan a transformarse en enormes cilindros que giran rápidamente, absorbiendo las llamaradas de las dos estrellas de Kader.
Con hábiles movimientos de sus manos, dibuja enormes titanes por todas partes. Más de cincuenta creaciones rodean a Kader, quien permanece impasible ante la presencia de estas temibles bestias metálicas.
Se encuentran cara a cara mientras las estrellas son absorbidas por los cilindros giratorios. Erov observa las hermosas alas de Kader y luego las suyas propias. Tras imaginarlo, cuatro alas metálicas adicionales emergen en su espalda, uniéndose a las dos existentes, imitando a su adversario.
—De nada te servirán tus trastos giratorios —se burla Kader, como es habitual en él.
—Esta es tu última advertencia, lárgate de aquí —le exige Erov, extendiendo sus manos hacia arriba.
Los cilindros obedecen la orden de Erov y se elevan, llevándose las estrellas consigo. Kader lo observa con serenidad, consciente de que, al igual que hay una estrella, puede haber millones con solo pensarlo.
—No voy a seguir perdiendo el tiempo contigo —proclama Kader con evidente fastidio.
Erov logra esquivar su golpe, dejando a Kader sorprendido por la habilidad de Erov. Sin embargo, Kader no muestra preocupación alguna; al contrario, una sonrisa de entusiasmo se dibuja en su rostro. Para Kader, es raro encontrar un rival dispuesto a enfrentarlo en un combate cuerpo a cuerpo.
—Vaya, vaya, parece que alguien ha aprendido algo en su camino hacia aquí —le dice Kader con tono sarcástico.
—¡Aún puedes huir si lo deseas! —aclara Erov, sujetando el brazo de Kader y lanzándolo hacia el cielo.
Kader sale despedido del planeta en dirección hacia una estrella, pero se detiene justo antes de impactar. "Estuvo muy cerca", reflexiona Kader sin quitar la vista de la majestuosa estrella de tres kilómetros de circunferencia.
Erov lo alcanza y, sin prestarle atención a la estrella, lo golpea con tanta fuerza que ambos la atraviesan, provocando que su núcleo se desestabilice. La estrella empieza a emitir llamaradas que flotan a la deriva, y cuando Erov ve que una de ellas va hacia la ciudad, crea un cilindro y la atrapa antes de que pueda llegar.
—Nada mal, chico —admite Kader, blandiendo un bastón dorado mientras absorbe la explosión de la estrella.
Erov se vuelve hacia él, pero no logra reaccionar al fuerte golpe de Kader que lo toma por sorpresa. Cae en las afueras de la ciudad, en medio del vasto desierto. Los enormes titanes se acercan a él y lo rodean para protegerlo. Cuando Kader llega, el primer titán se eleva para combatirlo con una imponente forma humanoide y con el control absoluto del elemento de plasma. El titán logra atrapar a Kader en su energía, pero Kader, con un movimiento de su bastón, desvía la energía hacia otro titán, el cual es inmediatamente destruido.