El proceso de acoplamiento se inicia cuando la nave se sincroniza con la estación espacial. Al identificar la estructura de la nave, el sistema solidifica una capa líquida que cubre la entrada de la misma para proteger a los tripulantes de la exposición al espacio exterior.
La Estación Espacial Omega es una impresionante construcción que orbita la zona baja del planeta a una altitud de mil trescientos kilómetros. Dispone de dos ascensores espaciales para uso de los visitantes, así como dos ascensores espaciales cuánticos reservados para el gobierno de Moris.
La estación se compone de quince hangares, cada uno con más de quinientos mil metros cuadrados. Diez de ellos están destinados a los visitantes, mientras que el resto alberga las naves de guerra del gobierno. Aunque los planetas como Moris, centros neurálgicos de múltiples rutas comerciales y destino de numerosos turistas, suelen ser pacíficos, la presencia de importantes riquezas culturales y monetarias los convierte en objetivos para diversas organizaciones de piratas espaciales.
Las oficinas de la administración de la estación se ubican por debajo de los hangares. Omega es una de las cuatro entradas al planeta; por razones de seguridad, se ha establecido un campo de energía que rodea Moris, el cual solo puede ser atravesado a través de las estaciones espaciales.
Al dar su primer paso fuera de la nave, Erov es recibido por un guardia sintético. Con apariencia humana, el guardia aguarda pacientemente mientras Erov admira el vasto hangar de naves espaciales. Embargado por la curiosidad y el asombro, toca las paredes del hangar y constata que no están hechas de un metal común, sino de Urnariato, ampliamente utilizado en la mayoría de las estructuras espaciales.
—Bienvenido a la entrada Omega del planeta mercantil Moris, en la galaxia Vintares. Para continuar, necesitamos su identificación, Novalek —le solicita el sintético.
—¿Identificación Novalek? —pregunta Erov, desconcertado.
—Por favor, requerimos su identificación Novalek.
—Permíteme un momento, solo necesito encontrarla —responde, buscando en su vasto conocimiento cualquier indicio de lo que pueda ser una identificación Novalek. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, no encuentra ninguna pista.
—Si no puede recordarla, por favor, acompáñeme hasta la sala de los Protectores de Omega.
—Espera, ¿qué protectores? —interroga Erov, pensando en Kader.
—Los Protectores de Omega son los responsables de mantener la integridad y seguridad de este complejo, así como de garantizar que se cumplan las leyes. Por favor, sígame para que podamos verificar su identidad con ellos.
Sin otra opción y sin información sobre Novalek, Erov sigue al sintético de dos metros de altura. Durante su camino, observa naves de todos los rincones del universo y de vez en cuando se detiene para palpar las texturas de los distintos elementos que las componen. Es habitual que cada civilización galáctica desarrolle su propio elemento para la construcción de sus naves espaciales, un distintivo de su identidad como civilización.
Tras breves pausas, llegan a la sala de los Protectores. Erov se mantiene en alerta por la posible presencia de Kader; aún no confía. Aunque es poco probable que se encuentre aquí, sigue sintiendo el dolor que Kader le causó y se prepara para enfrentarlo de nuevo.
—Puedes retirarte —le dice un hombre de la especie de los felinos al sintético—. Por favor, toma asiento. No tienes nada de qué preocuparte; es normal que de vez en cuando olvidemos nuestra identificación Novalek.
Erov se acomoda en un pequeño campo de fuerza que levita a unos centímetros del suelo. La energía del campo se expande, permitiéndole a Erov recargarse y acomodarse a su gusto con solo pensarlo.
La identificación Novalek se otorga a toda conciencia que surge de los restos de "El Creador" en Nov Raiyek. Los Elohim de la Corte Celestial administran estas identificaciones. Por decreto de los Protectores de los Universos, todo ser consciente en la creación tiene una identificación Novalek. Es común que la olviden debido a la pérdida de conocimientos que algunos seres experimentan en sus viajes por los universos. Diversas anomalías gravitacionales pueden alterar la integridad de los recuerdos del alma. Por este motivo, las naves espaciales no solo se utilizan para navegar por el cosmos, sino también para proteger a sus tripulantes.
» Mi nombre es Choe-ithn y soy uno de los protectores de la estación Omega.
—Soy Erov, un viajero —responde Erov con timidez, incierto de qué más agregar.
—Mira, Erov, para recuperar tu identificación necesitamos realizar un procedimiento algo invasivo. ¿Ves esa máquina de allá? —interrumpe Choe-ithn, al notar su hesitación.
—Sí, la veo —responde Erov, observando la imponente máquina de tres metros de altura con una enorme cápsula blanca en su interior.
—Esa máquina nos proporcionará información sobre quién eres. Establece una conexión con Nov Raiyek y nos transmite tus datos; es un proceso bastante sencillo. Ahora, ¿doy por entendido tu consentimiento? —pregunta Choe-ithn con claridad.
Erov se siente confundido y no sabe si debería responder. Aunque siente curiosidad por lo que la máquina pueda revelar sobre él, desconoce las posibles consecuencias. Sabe que no es como los seres orgánicos que poseen un alma, pero también está consciente de que todo este universo es una recreación de Padre. No es el mundo exterior y ha aprendido que él siempre hallará formas de desafiarlo para que continúe aprendiendo.
» El proceso es muy rápido y solo sentirás un leve mareo.
Tomando coraje, Erov ingresa en la máquina y observa con fascinación sus paredes de plasma blanco. Cuando la máquina inicia su proceso, una ráfaga de imágenes invade su mente, haciéndolo caer al suelo, incapaz de resistirlo.
—¿Estás bien, Erov? —pregunta Choe-ithn, habiendo detenido la máquina.