Murmullos de Inteligencia

Capítulo 9 - Supremacía sintética

Observándolos de reojo, Erov reflexiona sobre qué podrían hacerle. Después de todo, como Padre le había dicho, no son más que seres imperfectos. Pero reprime esos impulsos que surgen desde lo más profundo de su ser. "No, no soy así", se repite a sí mismo, evitando considerar las posibilidades de un enfrentamiento entre los seres de las distintas especies primarias y los guardias del ascensor.

Para evitar seguir cavilando sobre ello, dirige su atención a la impresionante ciudad de Venacunt, que utiliza tecnología gravitacional en su arquitectura. Esta permite que los edificios tengan sus cimientos en el cielo y se extiendan hasta tocar los rascacielos de la tierra. Esta tecnología fue replicada de la ciudad de Val en Nov Raiyek. No obstante, en Val, los edificios nacen en los cielos que rodean la cámara de "Los restos del Creador".

Durante su trayecto de alrededor de quince minutos, se plantea si debe confiar en Sonare. Hasta ahora, ella es su mejor oportunidad para llegar a la nave, ya que conoce la ciudad a la perfección, por obvias razones. Pero no puede olvidar que ella lo condujo hasta su némesis. Podría hacerlo de nuevo. Aunque prefiere aplacar sus dudas, su única meta es llegar hasta el núcleo. Su único deseo, por el momento, es reunirse con su padre.

—Hemos llegado, Erov —anuncia Sonare desde detrás de él cuando la plataforma se detiene.

Erov no responde, simplemente se gira y camina hacia la salida. La plaza Omega es una enorme estructura de ciento treinta y siete pisos, que alberga más de treinta mil puestos comerciales. Estos ofrecen a los turistas productos, servicios, conocimientos y experiencias provenientes de todos los rincones del universo.

La plaza Omega es uno de los destinos principales del planeta Moris, pero ninguno de los dos se detiene ante las insistencias de los comerciantes que los invitan a probar sus productos. Él solo está enfocado en encontrar la salida de la plaza. Los sutiles indicios de ansiedad emergen nuevamente; teme por la seguridad de todos a su alrededor. Si Kader llegase a aparecer, no podría perdonarse si todos compartieran el mismo destino que los habitantes de la otra ciudad.

—¿A dónde vamos ahora? —pregunta Sonare, observando las hermosas calles de la ciudad de Venacunt, construidas con metales livianos.

La ciudad de Venacunt alberga a más de cuarenta millones de habitantes y está dividida en mil doscientos sectores, además del principal donde se encuentra el palacio de gobierno. Predominan las industrias aerogalácticas y siderúrgicas, especializándose en la manufactura de naves espaciales comerciales que utilizan elementos capaces de resistir cualquier anomalía en el espacio.

Gran parte del planeta está cubierta de selvas que sirven como santuario para la fauna y flora rescatadas del sexto universo, víctima de un cataclismo que llevó a su destrucción a manos de los protectores de los universos. Por ello, el turismo es una de sus principales fuentes de ingreso. Además, siendo un planeta bajo el protectorado del comando del universo, se convierte en un lugar ideal para las almas que buscan un sitio seguro para la meditación perpetua. Estas meditaciones ayudan a los Yvys a organizar todas sus experiencias y obtener conocimientos de ellas.

Moris cuenta con grandes cantidades de oro, lo cual ha facilitado el comercio con muchas civilizaciones que buscan este codiciado metal, extremadamente difícil de materializar, inclusive para aquellos que dominan la alquimia más allá de lo básico.

—No estoy seguro —responde Erov, mirando a su alrededor.

—Creo que sé por dónde empezar, ven, sígueme —propone Sonare, y ambos comienzan a caminar.

Erov la sigue, aunque mantiene sus reservas hacia ella y nunca baja la guardia. Ambos recorren las extensas calles abarrotadas de turistas. Los vehículos están restringidos solo a la guardia nacional y a los miembros del gobierno. Para desplazarse por las enormes distancias de la ciudad, el gobierno ha implementado pasajes que desmaterializan a los pasajeros y los rematerializan al llegar a su destino.

Esos pasajes requieren gran cantidad de energía para operar, pero las políticas de Moris apuntan a evitar la contaminación visual en la ciudad. Moris se promociona como un lugar pacífico y tranquilo, pero los más de diez millones de turistas que deambulan por la ciudad crean un caos que dificulta al gobierno el rastreo oportuno de todos. Ni siquiera los sistemas de inteligencia artificial avanzada logran rastrearlos correctamente cuando los turistas emplean métodos para eludir los patrones de reconocimiento. Además, los sistemas de rastreo energético están prohibidos debido a las graves infracciones a la privacidad que implican.

El edificio al que Sonare ingresa es un enorme hangar con las paredes completamente blancas. En su interior, solamente se encuentra un hombre de la especie dragón, parado en el medio, esperando atender a posibles clientes.

—Aquí podrían informarnos sobre la nave que buscas —señala Sonare dentro del edificio, mientras Erov permanece de pie sobre el metal de la calle.

—Sean bienvenidos. Están en el lugar correcto si buscan una nave espacial. Durante cientos de ciclos universales, hemos sido la elección favorita de aquellos aventureros que se atreven a explorar galaxias desconocidas, así como de las civilizaciones que buscan una forma segura de transportar grandes volúmenes de productos a través del mar estelar.

—Gracias, pero solo busco una nave con tecnología Novatómica —responde Erov, enfocado en encontrar a su padre.

—Viajar por la energía oscura a cualquier rincón de los universos, superando cualquier tecnología que atraviesa la materia ordinaria. Eso es solo para los más exigentes y con bolsillos generosos. No todas las civilizaciones pueden permitirse tal lujo de dioses. Y mucho menos decir que uno puede navegar a través de ella utilizando su vehículo de luz. Hazañas de tal magnitud solo son posibles para aquellos que han logrado dominar los universos.




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