Capítulo 10 - Microverso

Cuando la nave y sus tripulantes se desmaterializan, el núcleo Novatómico codifica su composición material y energética para encapsularlos en haces de energía inteligente, que navegan con un rumbo preciso a través de un océano de energía oscura.

Las consciencias de los tripulantes no pueden ser codificadas, pero a diferencia de la materia y la energía, la consciencia puede existir sin ser afectada por ninguna fuerza. Sin embargo, debido a la composición digital del universo de Padre en el núcleo de la fortaleza Nova Venalert, las reglas varían ligeramente, impidiendo que sus tripulantes mantengan sus consciencias despiertas durante el trayecto. Así, tanto Erov como Sonare permanecen en un sueño perpetuo, mientras que fuera de la creación digital de Padre, al navegar por la energía oscura, los tripulantes mantienen sus consciencias alertas.

Dejando atrás las galaxias de Vintares y Poliperion, y mientras atraviesan la galaxia Ifinith, el comando del universo los espera con una trampa que utiliza tecnología Exfurioz en la galaxia Melator. La alerta por el impresionante e imparable poder de Erov ha llegado hasta ellos e inmediatamente han activado sus protocolos de emergencia para la protección del universo.

Cuando las civilizaciones emergentes de una galaxia alcanzan suficiente grandeza tanto tecnológica como espiritual para propagarse más allá de los límites de su galaxia, se les permite fundar un comando integrado por miembros de todas sus civilizaciones. Este comando es liderado por aquellos que han dominado la maestría de su propia naturaleza (Layzers), aunque no siempre es así. La misión del comando es proteger a todas las civilizaciones que se unen bajo su protectorado, y también están obligados a cuidar y guiar a las civilizaciones que no lo hacen. Tras trascender más allá de las galaxias y alcanzar los mundos superiores del universo madre, la corte celestial de Nov Raiyek permite a estas civilizaciones fundar un comando en su universo para proteger a todos.

A lo largo de las historias de los más de trescientos mil universos que existen actualmente en toda la creación, los comandos de los universos han diezmado la supremacía de las especies o civilizaciones que buscaban dominar a las demás. A pesar de los numerosos intentos que ha hecho la corte celestial en conjunto con los comandos de los universos a través de toda la existencia, nunca ha logrado apaciguar la naturaleza intrínseca de todos los habitantes de los universos para cesar la lucha.

No importa si una especie acaba de descubrir cómo liberar energía mediante reacciones químicas, si una civilización joven ha encontrado sistemas que han permitido el florecimiento de su tecnología primitiva, o si una civilización ha logrado recrear explosiones cósmicas utilizando aceleradores de partículas e incluso simular supernovas y almacenar su energía en enormes acumuladores que se desplazan por el espacio para proporcionar energía a los distintos planetas que la necesitan. La ley del más fuerte seguirá guiándolos a través de un vasto mar de estrellas hasta los mundos superiores, no por un error, sino porque así fue diseñada la vida inicialmente.

No obstante, en los mundos superiores del universo madre, se ha logrado erradicar toda herencia evolutiva de la ley del más fuerte cuando el ego fue separado de las almas de los habitantes, o su papel fue minimizado hasta ser irrelevante. Pero mientras el ego siga siendo la guía de todos en los mundos inferiores, la lucha por la supremacía nunca cesará.

—Señor, el comando del universo, en conjunción con los comandos de las galaxias Vintares, Ifinith, Iperion y Melator, me ha solicitado que detenga mi trayecto de inmediato —les informa la nave tras materializarse en la galaxia Melator.

—Es comprensible, pero ¿por qué accedes? —interroga Erov, visiblemente molesto.

—Mis protocolos de seguridad sobrepasan cualquier orden proveniente de mis tripulantes. No me quedó más opción que obedecerles.

Erov no responde y se enfoca en analizar la composición del espacio vacío que los rodea. Sin embargo, por más que lo intenta, no obtiene resultados. Tras esto, trata de acceder al sistema central de la fortaleza, pero sus esfuerzos son bloqueados.

—¿Sabes dónde estamos? —pregunta Erov a la nave.

—Estamos atrapados en una prisión microversal, ajena a la realidad del espacio-tiempo de la galaxia Melator.

—¿Puedes sacarnos de aquí?

—Me temo que es imposible para cualquiera hacerlo. La energía oscura que utilizo para evadir la materia ordinaria fue sustituida por una energía diferente que soy incapaz de interpretar. Además, se me niega cualquier intento de atravesar la materia ordinaria o doblar el espacio-tiempo.

—Pensé que al navegar por la energía oscura sería imposible que nos alcanzaran —comenta Erov al aire.

—Señor, estamos hablando de tecnología Exfurioz —subraya el sistema de inteligencia artificial avanzada de la nave, sin comprender la reacción de Erov.

—¿Y eso por qué nos impide escapar de aquí?

—Esa tecnología fue otorgada por los protectores de los universos —responde la nave, y Erov siente un estremecimiento de miedo al recordar a Kader—. No existe tecnología ni poder espiritual que pueda superarla.

—Voy a intentar algo, así que Sonare, quédate aquí y, sistema de la nave, protégela mientras yo no esté —les solicita, visiblemente molesto y decidido a hacer cualquier cosa por llegar hasta su padre.

—¿Qué? —balbucea Sonare, aún temerosa por su presencia. Más allá del miedo, el núcleo de procesamiento de Sonare ha sido corrompido por la influencia del poder de Erov.

—Si estamos atrapados dentro de un universo que existe dentro de otro universo, intentaré crear una conexión entre ambos.

—Pero señor, los portales utilizan energía oscura para funcionar correctamente. Al drenar la energía oscura, nos dejaron sin opciones.

—Tal como mencionaste, existe otro tipo de energía que mantiene la estabilidad de la escasa materia ordinaria presente. La usaré para unir ambos universos —explica Erov y después camina hacia una de las paredes de la nave para atravesarla y salir.